La Orquesta de Luxemburgo protagonizó este jueves el primer concierto de la Quincena Musical en el Kursaal. Gorka Estrada

Un concierto fresco, lírico y profundo prendió la llama de la Quincena en el Kursaal

La Filarmónica de Luxemburgo regaló este jueves un atractivo encuentro que viajó del Egipto de Saint-Saëns a la Austria de Mahler

María José Cano

San Sebastián

Jueves, 1 de agosto 2024, 02:00

Dos mundos sonoros bien diferenciados sirvieron este jueves de presentación en el Kursaal de la 85 Quincena Musical. La Orquesta Filarmónica de Luxemburgo abrió ... el primer concierto del escenario 'grande' del festival con una pieza ligera y poco interpretada en Donostia, el 'Concierto para piano nº 5, Egipcio' de Saint-Saëns, que permitió conocer al pianista Bruce Liu. Junto a esta obra, el público disfrutó de una 'Quinta' de Mahler en la que brilló la sabia batuta de Gustavo Gimeno al frente de una notable agrupación.

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El director había definido al 'Egipcio' de Saint-Saëns como un concierto «divertido, desenfadado y accesible», a pesar de las dificultades técnicas del mismo. Y este jueves pareció dejarse llevar por este carácter a la hora de dirigirlo a su orquesta y al joven intérprete canadiense Bruce Liu, ganador, entre otros certámenes, del Concurso de Piano Chopin en 2021. Enseguida se pudieron apreciar sus cualidades en una obra en la que se mezcla el exotismo con las características propias de la música francesa. Liu ofreció dominio y seguridad desde el inicial 'Allegro animato', que exige de una depurada técnica para abordar con pulcritud rápidas escalas y arpegios combinando virtuosismo y lirismo. El 'Andante' nos condujo a Oriente con una canción en la parte central que se dice que Saint-Saëns escuchó en un barco por el Nilo. En el 'Molto allegro' final, más francés, brillante y pirotécnico, el pianista desveló algunas de las posibles razones que le han llevado a brillar en varios concursos. El público, que le aplaudió con energía, le arrancó una propina, un 'Vals del minuto' de Chopin que no duró en sus dedos mucho más del tiempo que le da título.

Con una orquesta más numerosa, tal y como corresponde a una sinfonía de Mahler, la Filarmónica de Luxemburgo abordó su famosa y exigente 'Quinta'. Gimeno y su orquesta consiguieron atrapar nuestro interés desde los primeros compases en las trompetas y en la cuerda, con marcados puntillos y grandes dosis de melancolía en la marcha fúnebre que lo vertebra. El maestro valenciano buscó el esperado contraste con el siguiente tema, carnavalesco y demoníaco, dándole todo su sentido. También captamos con claridad la música intensa, cruda y triste que impregna el segundo movimiento y el equilibrio entre el tono de los folclóricos bailes campestres austriacos y la más cultivada elegancia del vals vienés en el 'Scherzo' central, la más larga de las cinco partes de la sinfonía.

Todavía faltaba estremecerse con el 'Adagietto', famoso por su uso en 'Muerte en Venecia' de Visconti, otras películas e incluso protagonista en vídeojuegos. Se dice que este movimiento, escrito solo para cuerdas y arpa, fue la declaración de amor sin palabras de Gustav Mahler a Alma. Gimeno transmitió a la orquesta y al público toda la sensibilidad de la página para concluir con un brillante 'Rondo-Finale' que despidió a una orquesta que este viernes vuelve al Kursaal junto al coro Easo.

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