Karim | Comediante y mago
«La mayor parte de las personas somos idiotas, y eso lo digo como una virtud»El cómico y mago asturiano participa este domingo a las ocho de la tarde en el Victoria Eugenia con el montaje 'Sólo para adultos'
La primera sorpresa con Karim es que siendo asturiano y apellidándose González, no se trata de un nombre artístico sino del real. «Le gustaba a ... mi padre, quizás fue por la estrella del baloncesto norteamericano Kareem Abdul-Jabbar». Sea como fuere, el niño salió comediante y mago y hoy es de los pocos cómicos que hace magia y de los escasos magos que sobre todo son humoristas. Se ha especializado en trabajar para público adulto, como bien claro deja el título de su show de este domingo a las ocho de la tarde en el Victoria Eugenia: 'Solo para adultos'.
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– ¿No le bastaba con ser cómico o mago?
– Digamos que soy como esos magos muy pesados que empiezan con siete años pidiendo a todo el mundo que escoja una carta. De adolescente empecé a interesarme por el humor y dije ¡pues ya, las dos cosas! Pero también soy improvisador, así que son tres cosas y hago un poquito de cada una y todo mal, jajaja.
– ¿Lo dejamos entonces en que es un artista inquieto?
– Bastante inquieto. Intento experimentar siempre con cosas nuevas y buscar retos.
–¿Y en la mezcla de magia y humor qué pesa más?
– Casi la comedia. El humor me sirve de línea argumental. Y la magia es el acompañamiento. Creo los espectáculos a partir de una idea, de un monólogo, y luego lo acompaño con magia.
– ¿Cómo se plasma todo eso en este espectáculo que trae el domingo a San Sebastián?
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– Hablo de mi boda. Lo cuento desde el proceso de cuando conocí a mi mujer, la despedida de soltero y la ceremonia, hasta el viaje de novios. Y es una función que cada vez que la hago me rejuvenece y me recuerda a aquellos momentos. Fue creado con consentimiento absoluto de la otra parte, por la cuenta que me trae.
«Con todo el respeto a mis colegas, me tomo un poco a broma la magia. No me gustan los magos que se dan importancia»
«En la fiesta de una aseguradora me dispararon con una pistola de fogueo que yo usaba. Casi me quedo ciego»
– ¿Por dónde entró en esa idea de hablar de algo tan personal?
– Es la ventaja del humor. Mis compañeros magos igual me regañan, pero el número de magia de la cuerda es el juego de la cuerda. Es cierto que se puede hacer de muchas maneras, pero la gente dirá ¡es el juego de la cuerda! En cambio, hablar del amor, del desamor, de cualquier cosa, lo que le aporta al cómico es su punto de vista original. Trato de hacerlo con un toque muy surrealista, en el que el mundo se me revela, se me escapa de las manos, no soy capaz de alinearlo con mis deseos.
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– Con respeto para sus colegas. ¿Se toma un poco en broma la magia?
– Pues con todo el respeto, pero sí, me la tomo un poco a broma, porque al final lo que nunca me ha gustado del mago es esa figura que se da importancia. Prefiero hacer magia desde un punto de vista más cotidiano. Hago humor como un mago y magia como si fuera un cómico, restando la importancia.
– El gran mago Tamariz se ríe mucho de sí mismo en sus galas. ¿Usted también?
– Lo intento porque eso te autoriza para reírte de otras cosas también. Y porque la mayor cualidad del ser humano es que somos bastante idiotas y eso lo digo como una virtud. No me gustan nada las personas perfectas, prefiero la imperfección, me parece una cualidad bonita.
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– El título lo deja claro, este montaje no es para niños.
– Trabajo mucho el monólogo y los niños funcionan más con estímulos visuales. Necesitan más su movimiento, su participación constante. Este show es también mucho de escuchar y de seguir el hilo. Ya hay muchos magos para niños, buenísimos, y pocos para adultos. Decidí hace tiempo especializarme en hacer este tipo de magia. No creo en hacer un espectáculo para adultos y que esté lleno de niños. O en hacer uno para niños y que esté lleno de adultos. Cada cosa debe tener su momento.
– Actúa mucho en convenciones y actos de empresas. ¿Es más complicado que con público normal?
– Claro que sí. El tema es que cada empresa tiene su propia filosofía que, a veces es problemática. Y yo llego como agente externo. La gran diferencia es que en un teatro la gente paga por verte. En fiesta de empresa o una convención te ponen ahí y es posible que esa mañana hayan echado a alguien o que su cuenta de resultados sea horrible.
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– ¿Hay algún gremio complicado: ópticos, vendedores de coches, empleados de banca?
– Es completamente diferente. Cuando trabajo delante de un informático, de un físico o un médico es mucho más difícil porque tienen una mentalidad muy analítica y necesitan entender el truco. Cuesta que se relajen y se dejen llevar. Son científicos y como hay truco, hay que descubrirlo.
– ¿Y los más agradecidos?
– He tenido una actuación muy bonita con enfermeras y enfermeros. Son a priori parecidos que los médicos, pero son diferentes porque tienen esa parte más cuidadora.
– ¿Alguna situación surrealista?
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– ¡Una vez me dispararon! Fue en una convención de una aseguradora. Hacía un número con una pistola de fogueo, se la di a una persona para que tirara a una mesa lejana y el tipo me encañonó en la cara y disparó. Me quedé sin visión durante media hora, pensaba que me quedaba ciego. Hay gente muy chiflada. Incluso algunos estaban seguros que eso formaba parte del show.
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