«Arantzazu es un escenario que genera mucho misterio»
El novelista Manuel Ríos San Martín sitúa en la basílica uno de los escenarios del crimen en su novela 'Donde haya tinieblas'
r. korta
Lunes, 21 de junio 2021, 18:54
La basílica de Arantzazu, escenario de misterios y leyendas desde hace cinco siglos, es uno de los enclaves en los que se desarrolla 'Donde ... haya tinieblas' (editorial Planeta) la nueva novela de Manuel Ríos San Martín (Madrid, 1965). Este templo oñatiarra forma un triángulo con la ermita de la Virgen del Ara (Badajoz) y el monasterio de San Juan de la Peña (Huesca) sobre el que pivota la trama de esta novela negra: tres crímenes relacionados con escenas del Antiguo Testamento.
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Durante siglos la huella de Arantzazu en la literatura ha estado vinculada sobre todo a los romanceros que glosaron la aparición mariana. Tanto en euskera, desde la publicación en el siglo XVIII de un anónimo labortano en verso titulado 'Aranzazuco Misterioa', al 'Elorri' (1961) de Bitoriano Gandiaga, como en castellano (Sor Juana Inés de la Cruz, Luzuriaga, Arlegui, Salaverría, Unamuno, Palacio Valdés...), como en su día refirió Luis Villasante.
Manuel Ríos San Martín explica que en 'Donde haya tinieblas' «elegí tres iglesias emblemáticas; la ermita de Virgen de Lara, en mitad del campo en Badajoz, que tiene el techo con pinturas sobre escenas bíblicas, es una especie de Capilla Sixtina en mitad de la nada; la segunda es el monasterio de San Juan de la Pena, excavado en la roca, sobrecogedor».
'Donde haya tinieblas'
Autor: Manuel Ríos San Martín
Género: Novela.
Editorial: Planeta.
Páginas: 528.
Precio: 19,90 euros
Y la tercera, que servirá como punto de arranque al desenlace del thriller, es el santuario de Arantzazu, «con un retablo maravilloso, gigantesco, con una luz cenital y que es un escenario que genera mucho misterio en la novela». Allí encontrarán sobre el altar el cadáver desnudo en posición fetal, iluminado por la luz de la claraboya de un hombre que murió ahogado, que quizás representa a Noé.
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Las descripciones del templo en la novela recuerdan que su construcción representó «una ruptura brutal con los cánones de la España franquista, pero se integraba perfectamente en el entorno». La basílica diseñada por los arquitectos Sáenz de Oiza y Luis Laorga, y cuya construcción estuvo paralizada por la propia jerarquía católica -los apóstoles de Oteiza, en la cuneta...-, reunió a algunos de los mejores artistas de la segunda mitad del siglo XX; Jorge Oteiza, en la fachada principal; Lucio Muñoz para la decoración del ábside; Eduardo Chillida, las puertas principales de acceso; Javier María Álvarez de Eulate, las vidrieras; Néstor Basterretxea, la decoración de las paredes de la cripta, y Xabier Egaña, que firmó las pinturas murales del camarín de la Virgen. El templo fue consagrado en 1969.
«Efecto sobrecogedor»
La impresión que produce el interior abunda en su fascinante impacto visual, tal y como se relata en 'Donde haya tinieblas': «Entramos en la enorme nave central que permanecía prácticamente a oscuras. No recordaba que fuese tan grande. Al fondo, enfrente de la entrada, estaba el gigantesco retablo que cerraba todo el ábside iluminado cenitalmente por una claraboya que no se veía desde nuestra posición. El efecto que conseguía la luz sobre la obra esculpida en madera por Lucio Muñoz era sobrecogedor: más clara y azulada por la parte de arriba, el cielo; y más tenebrosa la inferior, que recordaba a una cueva. En mitad del inmenso retablo, la diminuta talla original de la virgen gótica que, según me explicó la guía de mi visita con Teresa, había sido encontrada entre espinos por un pastor hacía un puñado de siglos».
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Los policías que protagonizan las investigaciones de la novela interrogarán al superior franciscano sobre el significado de la basílica: «Oteiza -contestará- decía que el muro exterior simbolizaba la muerte, la soledad. Pero que dentro estaba la esperanza de la acogida de la Madre, el paso del pecado al arrepentimiento, de la oscuridad a la luz, de la muerte a la resurrección».
Más allá de la monumentalidad de los escenarios del crimen elegidos, Manuel Ríos San Martín remarca que se trata de un thriller «con capítulos cortos, muchos giros y algo que creo no abunda en el género, y es el humor. En estos tiempos de pandemia, leer un thriller con un toque de humor y de ternura creo que es de agradecer».
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Serial killer
La novela arranca con la desaparición de una modelo rusa -y que, curiosamente, carece de ombligo-, que pone en alerta a dos policías, el cincuentón Martínez Gutiérrez y la treintañera Nuria Pieldelobo. La investigación tomará un nuevo rumbo cuando el cadáver de la modelo aparezca tumbado sobre el altar de la ermita de la Virgen del Ara y después, dos más, también en lugares de culto religioso: el de un chico al que matado clavándoles un azadón en la nuca y el de un hombre con barba al que han ahogado
Los investigadores no tardarán en relacionar cada asesinato con una escena del Antiguo Testamento -el primero representa a Adán y Eva, el segundo a Caín y Abel, y el tercero a Noé- y en emprender la cacería de quien parece responder al perfil de un 'serial killer'.
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Custodios de una biblioteca de incunables
La comunidad franciscana custodia una valiosísima biblioteca (100.000 volúmenes), a pesar de los estragos causados por los cinco incendios padecidos a lo largo de su historia. En 1834 se produjo el peor, pero se salvaron los libros y documentos que se guardaban en la torre, entre ellos los manuscritos originales de la 'Misa en Re mayor»' de Domenico Scarlatti (1754).
El santuario conserva la colección más importante de incunables de Gipuzkoa -107 de los 169 catalogados en el territorio.- El más antiguo es 'Questiones Evageliorum', del (1470), inquisidor Juan de Torquemada. Ya del siglo XVI la colección incluye colección 1.328 obras, entre las que destaca el 'Textus Eticorum Aristotelis ad Nychomacum iuxta antuquam traslationem, cum familiarissimo in eumdem conmmentario', editado en París en 150.
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