Iñaki Biggi: «Jack el Destripador fue un señuelo para desviar la atención de la miseria»
El donostiarra mezcla en su quinta novela el Londres victoriano en el que se desenvolvía el asesino con intrigas del Vaticano
La figura de Jack el Destripador, el asesino en serie más conocido de todos los tiempos, sobrevuela las páginas de la última novela de Iñaki ... Biggi (San Sebastián, 1965), cada vez más afianzado en su papel de autor de novela histórica. El escritor donostiarra dibuja en 'El Lobo de Whitechapel' una trama en la que entremezcla el Londres victoriano y sórdido en el que se desenvolvía el asesino con las intrigas de los despachos del Vaticano para incrementar el poder de la Iglesia en un momento histórico decisivo. «Los poderes de la época utilizaron el mito de Jack el Destripador para desviar la atención de la miseria y el hambre con las que convivían la mayor parte de la población», sostiene el novelista.
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Biggi ha cerrado con la publicación de la que es ya su quinta novela el círculo que inauguró cuando se propuso dedicarse a la escritura. «La figura de Jack el Destripador siempre me había interesado, pero a raíz de un viaje a Londres que hice hace ya unos años esa curiosidad se acentuó y empecé a recopilar información con la idea de escribir algo. En aquella época, sin embargo, no había aún internet y además yo no dominaba demasiado bien el inglés, así que dejé a un lado aquel proyecto y me centré en otros temas».
El autor donostiarra ha confirmado con su último libro su versatilidad para adaptarse a cualquier tiempo histórico a la hora de construir sus relatos. Ambientó su primera novela en la época de la construcción de la estación de tren de Canfranc, en el Pirineo aragonés, y viajó en la segunda dos siglos atrás a la ciudad italiana de Cremona donde el lutier Antoni Stradivari construía los violines que dieron inmortalidad a su apellido.
«Se alimentó el mito del asesino en serie para desatar una caza al hombre que mantuvo entretenida a la población»
'Valkirias', su tercer trabajo, tenía como punto de partida un episodio histórico muy poco conocido: el saqueo de Sevilla por parte de una expedición vikinga en el siglo IX. El libro, editado por Edhasa, le valió a Biggi el premio de novela histórica Cerros de Úbeda, un reconocimiento que resultó un acicate para un autor que no vive de sus libros. En 'Proyecto Moisés', su cuarto libro, volvió a mezclar la ficción y los hechos históricos para armar una trama de acción protagonizada por un comando aliado que se introduce en la Alemania dominada por los nazis con el fin de neutralizar una terrible amenaza.
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Declive imperial
Con 'El Lobo de Whitechapel' Biggi vuelve a viajar a través del tiempo para situarse en el Londres de 1888, una ciudad sometida a las convulsiones derivadas del declive del imperio británico. «Es una época apasionante porque la hegemonía de los ingleses toca a su fin mientras surgen las nuevas potencias. Es también una ciudad dividida entre una zona rica y otra terriblemente pobre, donde se hacinaban miles de personas que malvivían en la miseria».
Es en uno de esos barrios pobres, Whitechapel, donde solía actuar Jack el Destripador, el que ha pasado a la historia como el asesino en serie más conocido de todos los tiempos. «Es un mito universal, el asesino que con su crueldad hace que salgan a la luz todos nuestros temores ocultos», reflexiona Biggi. Jack el Destripador, añade el escritor, es en parte una construcción que busca desviar la atención de una población sometida a unas condiciones de vida extremas. «Está claro que si se hubiese encontrado al autor de los cinco crímenes que se le atribuyeron el mito de Jack el Destripador no hubiese existido, pero sirvió como señuelo para distraer la atención de los habitantes de la zona más pobre de Londres. Se alimentó el mito del asesino en serie para desatar una caza al hombre que tuvo entretenida a la población y que impidió que saltase la chispa de una revolución».
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Las calles lóbregas de ese Londres sórdido que dibuja Biggi en sus páginas contrastan con la suntuosidad que se respira en los despachos del Vaticano, donde el autor sitúa otra de las tramas de su novela. «Es una época bisagra, un tiempo de cambio en el que emergen potencias como Estados Unidos o Rusia en las que la Iglesia católica carece de influencia. Por eso planteo una hipotética maniobra del Vaticano para evitar quedarse fuera de juego e incrementar su esfera de influencia en esas naciones emergentes».
Ambas tramas, la ambientada en Londres y la que tiene como escenario los despachos de las autoridades eclesiásticas, circulan de forma paralela en una novela que mantiene al lector en vilo y que demuestra el oficio que ha adquirido el escritor donostiarra. «Claro que me gustaría dedicarme por completo a la escritura, pero de momento me conformo con poder publicar mis novelas. Escribo por afición y me doy por satisfecho si consigo entretener y despertar la curiosidad de mis lectores».
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