Cuando la esvástica colgó del balcón del Ayuntamiento de Pamplona
José Luis Vélaz recupera la época del encuentro en Hendaya entre Franco y Hitler para ambientar su cuarta novela, 'La dulce espía navarra'
Hubo un tiempo en que las esvásticas del III Reich adornaban tanto la plaza de toros de Pamplona como los balcones de su casa consistorial. En los meses previos al encuentro en Hendaya entre Franco y Hitler, hace ahora 80 años, las tropas del Ejército alemán deambulaban por el País Vasco con la aquiescencia de una población que nada sabía aún de las atrocidades del nazismo y el pleno respaldo de las autoridades franquistas. El abogado José Luis Vélaz (San Sebastián, 1955) ha vuelto a recuperar ese escenario para desarrollar la trama de la que es ya su cuarta novela, 'La dulce espía navarra'.
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A Vélaz, doctor especializado en Derecho Mercantil, siempre le ha gustado la escritura, pero a medida que su labor profesional le ha ido dejando más tiempo libre esa afición ha devenido en pasión. La prueba es que desde 2017 ha publicado cuatro novelas. En la primera de ellas, 'El caso Lezuarrieta', aprovechaba su experiencia profesional para ensamblar una trama en la que combinaba intriga y corrupción en el mundo de las grandes empresas. 'Tiempos de bruma', su segunda obra, fue su primera incursión en la novela histórica y también su primer contacto con la presencia de las tropas de Hitler en el País Vasco. «Cuando ves algunas fotos como la de Himmler, el jefe de la Gestapo, con el brazo en alto recibiendo honores en la Plaza de Gipuzkoa te cuesta creer que eso pudo llegar a pasar», observa.
'Tiempos de bruma', que tuvo muy buena acogida entre los lectores, se desarrolla a partir del hallazgo del cadáver de una joven en la gruta de Lourdes-Txiki de San Sebastián. El encargado de la investigación, un antiguo gudari metido a subinspector, halla indicios de que el asesinato se ha cometido siguiendo rituales ocultistas de los nazis, lo que a su vez moviliza a un coronel de la Gestapo especializado en sociedades ocultistas. El punto de partida de 'La dulce espía navarra', la novela que publica ahora Vélaz, es la desaparición de un colaborador del servicio secreto británico, el MI6, poco después de la celebración de los 'sanfermines' de 1940.
Con sede en Donostia
En aquella época, vísperas del encuentro que celebrarían en octubre Hitler y Franco en Hendaya, el País Vasco fue punto de confluencia de las principales redes de espionaje de la época. «Había tantos intereses en juego que San Sebastián sobre todo se pobló de espías de uno y otro bando», explica Vélaz. Estaban los británicos, tutelados por el cónsul inglés de San Sebastián, a los que había que sumar algunos franceses que se habían sentido traicionados por Petain y que trabajaban para De Gaulle a través de Londres. Luego había una red alemana que operaba desde Bilbao pero que era muy activa en San Sebastián, donde el Partido Nacionalsocialista llegó a tener su propia sede y un número importante de afiliados».
Vélaz aprovecha un episodio histórico documentado, la visita de un nutrido grupo de soldados del III Reich a Pamplona durante los Sanfermines de 1940, para introducir en la trama la capital navarra. «Se sabe que fueron unos trescientos –cuenta Vélaz– y que tuvieron un gran recibimiento, muchos de ellos se mezclaron con los mozos pamplonicas y se intercambiaron con ellos gorros militares y txapelas. La plaza de toros fue engalanada con esvásticas y hasta se colgó una de ellas del balcón de la casa consistorial. Los periódicos de la época se hicieron eco de la visita en términos de admiración. Hay que tener en cuenta que en aquel tiempo el ejército alemán era dueño y señor de Europa después de haberse apoderado de Francia».
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La presencia de Pamplona en la novela es puntual, ya que el principal escenario de la trama sigue siendo San Sebastián. Una capital donostiarra en la que los soldados alemanes tenían una extraordinaria libertad de movimientos. «Los mandos y tropas que estaban destinados en Biarritz cruzaban la frontera en cuanto tenían un permiso y se acercaban hasta Donostia en busca de diversión». La ciudad tenía una importante colonia de ciudadanos alemanes llegados durante la Gran Guerra y las tropas eran bien acogidas por su generosidad a la hora de gastar».
'La dulce espía navarra' sigue algunos de los hilos narrativos esbozados en 'Tiempo de bruma', la segunda novela de Vélaz, pero puede leerse de forma independiente. Por sus 123 páginas desfilan escenarios y personajes que se atienen muchas veces a la realidad gracias a la labor de documentación realizada por el autor. «Recreo algunos hechos ficticios en un escenario histórico concreto», comenta el escritor, que mezcla en la trama personajes reales con otros salidos de su propia pluma.
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La novela se cierra con un breve cuento satírico titulado 'El gran debate electoral' con el que el autor aspira a que el lector se despida del libro con una sonrisa. «Recupero una costumbre de la antigua Grecia que era representar después de las trilogías trágicas una sátira burlesca buscando que el espectador pase un rato agradable». En este caso el relato tiene que ver con la contienda que se entabla en unas elecciones y las promesas de las formaciones que se presentan a ellas.
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