«Ciencia y poesía son dos puntos de partida diferentes para llegar a lo inaprensible»
El escritor irunés publica 'Sediento de mar', su traducción al castellano del poemario en euskera con el que ganó en 2020 el Nacional de la Crítica
Tres años después de ganar un Premio Nacional de la Crítica que pasó un tanto desapercibido a causa de la pandemia, Pello Otxoteko (Irun, 1970) ... publica la versión en castellano de 'Natura berriak' bajo el título de 'Sediento de mar' (Ed. Pre-Textos). Socio cofundador de la editorial Balea Zuria, el escritor irundarra considera que con este libro cierra un ciclo que abrió con sus tres primeros poemarios. Desde su formación como biólogo, Otxoteko admite que «la ciencia tiene mucha lírica y mucha poesía porque para explicar conceptos complicados, recurre a metáforas. Ciencia y poesía son dos puntos de partida diferentes para llegar a lo inaprensible», asegura.
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– ¿Por qué una edición bilingüe?
– Fue idea del editor. Me sorprendió, pero no le iba a poner pegas.
– ¿Le parece bien?
– Puede ayudar, pero ha salido un libro un poco caro. No sé si le va a hacer un favor, sinceramente. Algunos me han dicho que en el resto de España puede animar a la gente a comprarlo. Aquí, lógicamente, no porque ya está la versión en euskera.
– ¿Cómo ha sido volver a estos poemas de 2019, cuando vivíamos en un mundo distinto al de ahora, según se dice?
– La realidad es que en septiembre de 2020 lo tuve que traducir a todo correr en quince días porque lo habían seleccionado para el Premio Nacional. Sin embargo, ganó el Premio de la Crítica, que ese año se retrasó por la pandemia. Agradecí regresar a un libro propio por motivos laborales –la traducción–, e incluso diría que me proporcionó una sensación que nunca antes había tenido: no me reconocía en los versos al traducirlos al castellano, en algunos casos, incluso me resultaban ajenos.
«No me reconocía en los versos al traducirlos al castellano, algunos incluso me resultaban ajenos»
– ¿Qué aportan los premios?
– Prestigio porque el Premio de la Crítica, en este caso, no tiene dotación económica. Me supuso estrés y mucho trabajo.
– ¿Qué ha perdido y qué ha ganado 'Sediento de mar' en el proceso de traducción?
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– No creo que haya perdido nada, quizás ha ganado. ¿Cuánto? No lo sé. Creo que ha quedado más reposado y que me ha dado cosas que no me había dado el original. Me ha aportado novedad.
– ¿Cuál es el hilo conductor de este poemario, que además está dividido en dos partes?
– Evidentemente, el mar, con el que me encontré de forma casual. Es un libro que trata sobre la existencia y las grandes preguntas que le rodean: la soledad, la melancolía, el amor y la muerte. Lo que he intentado es que sea un libro positivo y vitalista, pero para buscar eso necesitas hablar de la muerte. Para ensalzar la vida tienes que mostrar la muerte de una forma cruda. Y tras finalizar el libro, me encontré con que el mar estaba en casi todos los poemas, a veces de forma explícita y otras, de manera más soterrada.
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– Quizás también la zozobra y el desasosiego están presentes.
– Sí, en algunos poemas sí, pero es para buscar luego el efecto revitalizador contrario.
– ¿Por qué ese impulso de buscar ese vitalismo, casi de autoayuda?
– No lo sé, supongo que quizás porque cogió en un momento vital positivo, aunque hay gente a la que esa zozobra del poemario le ha hecho mella en lugar de aliviarla.
– Aprovecha un poema de Joseba Sarrionandia para hablar de la lengua como la única patria.
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– Lo que quise subrayar es que la patria me la encuentro en el idioma. Di con los poemas de Pessoa y Sarrionandia tras un viaje a Escocia en el que vi que su bandera estaba por todas partes. Está muy bien reflejar la patria en una bandera, en un movimiento o un paisaje, pero en realidad lo que la conforma es el paisaje humano, la cultura y la lengua.
– Hay bastantes homenajes explícitos en el libro, pero se abre y se cierra con poemas que se refieren al autor de 'Moby Dick', Herman Melville.
– Cuando finalicé el poemario, tenía claro que el último poema o coda tenía que ser uno que intenta insuflar esperanza. Posteriormente, encontré 'La balada de Ismael', que en un principio iba a ser el título del libro.
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– ¿Quién es el lector de poesía en 2023?
«Está muy bien la bandera, pero lo que la conforma es el paisaje humano, la cultura y la lengua»
– Son amigos, otros poetas, y yo diría que las mujeres son abrumadora mayoría en la lectura. Y como escritoras y editoras ahora están despuntando.
– ¿Hay lugar para la poesía en el hipertecnificado siglo XXI?
– No sé si lo hay, pero debería. Muchas veces se cita la famosa frase de Adorno «escribir poesía después de Auschwitz es un acto de barbarie», pero es justo al revés: después de Auschwitz, tiene que haber más poesía. Y también después de esta época de nihilismo en el que vivimos en estos tiempos, que me tienen un poco desconcertado.
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– ¿En qué sentido?
– Trabajo con la juventud y la noto perdida respecto a ciertos valores. El arte, la poesía, la cultura sirven para recoger y revitalizar las esencias del ser humano.
– En el imaginario popular, se atribuye el poema a un arrebato lírico, a una inspiración, pero también hay mucho de técnica, ¿no es así?
– De las dos. Intento atrapar esa chispa de inspiración, pero de ahí sólo salen ideas, que pueden ser dos, cuatro o dieciséis líneas. Después hay mucho trabajo de revisión, de quitar, de poner y de cincelar el poema inicial.
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– ¿Y cuando lo deja?
– Valéry decía que un poema no se termina, sino que se abandona. Llega un momento en el que por hastío o porque lo estás desvirtuando, paras.
– Algunos poemas son largos, otros apenas llegan a los dos versos. ¿Por qué ha recurrido a tan distintos formatos?
– Cuando te encuentras con todos los poemas desordenados y empiezas a montar el libro, intentas dar un espacio a la respiración del lector. Si pones tres poemas densos seguidos, resulta un poco abrumador, así que intento intercalarlo con otros más cortos.
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– Usted es biólogo de formación. ¿Hay una conexión entre ciencia y poesía?
– Puede ser. Es verdad que la ciencia tiene mucha lírica, mucha poesía porque para explicar conceptos complicados, recurre a metáforas, como el Gato de Schrödinger o el Efecto Túnel. La física cuántica es como magia para el que no la entiende y para explicársela se echa mano de metáforas y alegorías. Ciencia y poesía son dos puntos de partida diferentes para llegar a lo inaprensible.
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