Silvia Pérez en una de sus intervenciones en la plaza de la Trinidad. Este año vuelve al Jazzaldia, pero al Kursaal. En pequeño, Miguel Martín. Usoz

Miguel Martín: «La venta de entradas para el Jazzaldia en los primeros días ha superado todas nuestras previsiones»

Miguel Martín se muestra satisfecho del apoyo del público a una edición del Jazzaldia que finalmente ofrecerá 48 conciertos en siete escenarios

Sábado, 11 de julio 2020, 07:45

Prudencia es la palabra básica este año en cada paso del Jazzaldia. Los organizadores van construyendo poco a poco el 'exin castillos' modelo básico ... desde las ruinas de la anterior programación, la que estaba ya muy lucida y acotada a comienzos de año y el coronavirus se encargó de hacer inviable.

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Desde el replanteamiento de todo el festival que comenzó a idearse aún en pleno confinamiento y sin ninguna garantía de lo que podía ser factible a estas alturas del verano, el Jazzaldia empezó por el empeño en celebrar algo, por muy restringido y escueto que fuera, en la plaza de la Trinidad, para al menos mantener encendidas las luces de situación del veterano navío. Con la prudencia como bandera, se fueron armando conciertos en cuatro escenarios adaptables a las medidas sanitarias.Hace nueve días que el Jazzaldia puso a la venta las entradas para los cuatro recintos de pago, la plaza de la Trinidad, el Victoria Eugenia, el Auditorio Kursaal y San Telmo, con una nueva programación que se había atado en las semanas anteriores y que ha acabado reuniendo a la flor y nata del jazz, el flamenco y músicas afines del panorama local y nacional. En la misma mañana se agotaron las entradas para los conciertos de Silvia Pérez Cruz con Marco Mezquida, que actuarán en el Kursaal el día 25, y para la cantante portuguesa Mariza, que ofrecerá en la plaza de la Trinidad el mismo día un repertorio de fado basado en la Amália Rodrigues, con Carles Benavent en la primera parte

.«La venta de entradas en estos primeros días ha superado por completo nuestras previsiones», manifestaba ayer Miguel Martín en un primer balance para este periódico. «Es cierto que eran unas previsiones muy prudentes, porque realmente no sabíamos cómo iba a funcionar la venta de entradas en una situación como esta», cuando aún apenas se han celebrado conciertos, y solo el Victoria Eugenia ha podido testar lo que es proponer música en directo a un público que tiene que portar mascarilla obligatoriamente y permanecer sentado en todo momento. «Pero la incertidumbre que podíamos tener se nos pasó a los pocos días, porque ya cumplimos los objetivos, y vimos cómo estaba respondiendo el público».

Otros conciertos que se están vendiendo muy bien en la Trinidad son el de Chano Domínguez Trío y el de Jorge Pardo también con su trío, «con un 70% ya vendido», y es de prever que se agoten en los próximos días. Los de Michel Portal y Rymden van un poco por detrás, con la mitad del aforo vendido.

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En el teatro Victoria Eugenia se está vendiendo «muchísimo» el concierto de Lina-Raül Refree y también «muy bien» el de Jorge Pardo con Iñaki Salvador. En el resto de los conciertos hay de todo. «La propuesta de Anja Lechner y François Coutourier es excelente pero está claro que no es una propuesta comercial, es más minoritaria».

De los tres conciertos que se ofrecen en el Kursaal, aparte de Pérez Cruz, el de Salvador Sobral «va muy bien», y al dúo de Chano Domínguez y Iñaki Salvador va un poco más rezagado.La era de la reinvenciónCumplido el objetivo básico, ahora la venta continúa en el balance positivo, aunque «más venta no significa más beneficios», advierte Martín, porque «continuamente nos llevamos sustos y tenemos que resolver cosas, desde un dispositivo para que no se muevan las sillas a detalles de la producción de cada recinto». Porque aunque esos cuatro escenarios básicos son habituales del Jazzaldia, casi todo adquiere este año una nueva dimensión para el veterano festival, que tiene que reinventar continuamente detalles de la producción o enfrentarse a problemas que rara vez se dan en las ediciones normales.

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«Están anulando vuelos que teníamos previstos y encontrar alternativas supone muchas veces más dinero», explica Miguel Martín. A veces la solución pasa por regresar al espíritu de las primeras ediciones, cuando el Jazzaldia tenía un formato más recogido y similar al de esta edición: «A algún artista le vamos a tener que llevar en coche de vuelta a su casa porque han anulado su vuelo».

Así que la organización de esta edición está llena de contrastes e incertidumbres, como casi cualquier actividad que trata de reiniciarse en las mejores condiciones tras la crisis del coronavirus: «Estamos muy contentos con la venta de entradas, pero también temerosos porque en cualquier momento surge cualquier imprevisto que hay que ir resolviendo sobre la marcha».

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Y muchos de esos imprevistos conllevan un mayor gasto en un año en que, lógicamente, el presupuesto se ha reducido de forma importante, porque también el festival ha quedado considerablemente reducido en conciertos, escenarios y cachés de artistas. Sin el patrocinio de Heineken, que volverá el año que viene, hay que adaptar todas los gastos al nuevo formato.

Pero finalmente la programación ha adquirido una dimensión importante, casi impensable hace solo un par de meses, con la incorporación también de los 21 conciertos gratuitos que se van a ofrecer en las terrazas del Kursaal más los cuatro del Txikijazz.

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«En total van a ser 48 conciertos y al final estamos contentos de cómo ha quedado la programación», expresa Miguel Martín. Teniendo en cuenta que el año pasado se celebraron en total 112 conciertos, no es tan reducido el formato de esta 55 edición, aunque falten evidentemente las estrellas internacionales, el escenario de la playa y los complementos más lúdicos. Y la actitud del público y el modo de vivir el festival tendrán que ser otros.

Formatos factibles

«Esto se ha ido construyendo poco a poco, primero con artistas locales, luego nacionales y finalmente vimos la puerta abierta a que pudieran venir algunos europeos», rememora Martín sobre lo gestado desde finales de abril. «Luego pensamos que a los artistas locales más jóvenes no se les podía dejar fuera», añade el director del Jazzaldia.

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«Cuando planteé hacer conciertos en las terrazas del Kursaal algunos me miraron como si me hubiera vuelto loco, pero la cotidianidad te va dando pistas de los caminos que puedes seguir. Lógicamente, como institución, tenemos que tener muchísimo cuidado con todo, y hay cosas que no podemos hacer y no podemos fomentar, como las aglomeraciones de gente. Pero se han ido abriendo puertas, y el formato que vimos factible y que daba garantías sanitarias para todo el mundo era este», señala Martín en referencia a la disposición de mesas de terraza de bar que tendrán los conciertos de la trasera del Kursaal. «Solo queríamos transmitir un mensaje de esperanza y cotidianidad: se puede hacer y vamos a hacerlo».

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