Con esa expresión prestada de Silvia Pérez Cruz quiso la coruñesa Verónica Ferreiro describir la presentación de su proyecto 'Camiño'. «Admiro muchísimo a Silvia», confesaba ... y, quizá, eso pudo jugar en su contra.
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Un concierto melancólico que traía a la imaginación los vientos gallegos golpeando contra bellos e imponentes acantilados: de los compases ternarios y amalgamas danzantes, a la violencia de notas graves sobre las que soleaba elbaterista. Mérito al cautivador trabajo de Moisés Sánchez sobre las teclas, uno de los más aplaudidos, y que este sábado actuará en el mismo lugar a piano solo.
Tanto el pianista Sánchez como el Sánchez guitarrista se lanzaron interesantes diálogos durante unas improvisaciones que crecían en intensidad, no siempre acompañados por el resto de la banda. Más cerca del canto lírico o del pop que del jazz, Ferreiro adornó, subió, susurró y se gustó en los vibratos de mezzosoprano. Porque había muchas 'Silvias' en Verónica y en cada una de sus composiciones, lo que no permitió divisar con claridad la verdadera identidad y la esencia de su 'Camiño'.
La mañana iba a concluir con el show 'fusionero' del trompetista cubano Carlos Sarduy. Un músico con enorme confianza, que pasaba a las congas o al teclado con espontaneidad y la naturalidad de quien se sabe con todo controlado. Reverencias para la baterista Naile Sosa que, además de su virtuosa hiperactividad con las baquetas, disfrutó de cada minuto con una alegría contagiosa.
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Con 'Latin Flow' el sonido drum&bass dio paso al aire afrocubano con la percusión perfectamente alineada, una revoltosa línea de bajo y el 'tumbao' del piano, con el que despedirse por todo lo alto.
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