Una hija embalsamada y el cadáver de un gigante

Más allá de su habilidad como cirujano, la leyenda del doctor Velasco se sostiene en un episodio que parece sacado de un cuento gótico. «Conchita, ... su única hija, murió de tifus a los 15 años y eso le causó un desgarro del que nunca se recuperó», explica el historiador Luis Ángel Sánchez Gómez. El paso del tiempo no debió mitigar el dolor del padre, que a los once años exhumó el cuerpo de su hija, que él mismo había embalsamado, y se lo llevó al museo donde también tenía su casa. Velasco vistió el cadáver de la niña con un traje de raso blanco, le puso una peluca y lo colocó en una urna de cristal en el oratorio del inmueble. «Se decía que salía a pasear con ella por el Retiro, pero eso tiene más de leyenda que de realidad. Lo que sí es cierto es que solía acercarse a ella y le hablaba», explica Sánchez Gómez. El médico convivió con el cadáver de su hija hasta su muerte. Luego su viuda lo devolvió a la tumba de la que lo había sacado su padre.