Entusiasta complicidad

Cuando se unen una magnífica solista, un director atento y respetuoso con su manera de sentir la música y una orquesta de calidad que conoce bien al solista el resultado es, generalmente bueno. Ayer lo fue. Respiramos conexión entre una Kolar de arco infinito, precioso sonido y elocuente en su discurso y una Euskadiko Orkestra que pareció querer mimarla. Graf, desde el podio, dejó que todo fluyera y se preocupó solo del ensamblaje rítmico para dejar sitio a la música. Todos parecieron poner todo de su parte para conseguir una notable lectura de Bartók.

El aparente buen ambiente fue una evidencia en la entusiasta lectura que ofrecieron de la 'Sinfonía nº 1' de Mendelssohn. Llevada por el concertino con una energía increíble y por un Graf sin gestos supérfluos pero precisos, la orquesta regaló una lectura llena de brío y de la energía propia de un compositor joven. Fue un perfecto complemento a un encuentro lleno de ímpetu y vigor.