Reconstruyendo a Chillida

Koldobika Jauregi, escultor; Jesús Uriarte, fotógrafo; Álvaro Martínez Bueno, ilustrador de cómics y el grafitero Nextor Otaño homenajean al artista en el centenario de su nacimiento

Mitxel Ezquiaga, Alberto Moyano y Verónica Melo

Domingo, 7 de enero 2024, 07:00

Koldobika Jauregi Escultor

«Le gustaba viajar en mi vieja furgo»

Koldobika Jauregi posa en su caserío de Alkiza con 'Altxatzeko harriak', la obra de madera que llevó a Alemania en su 'dúo artístico' con Chillida en el 2000. Jose Mari López

No le gustaba que le llamaran 'creador', porque decía que 'creador' solo es Dios». El escultor Koldobika Jauregi (Alkiza, 1959) guarda «un profundo agradecimiento» hacia Chillida: también un largo anecdotario. «Cuando viví en Alemania y venía con alguna exposición le encantaba que le llevara por ahí con mi vieja y destartalada furgoneta, llena de maderas y herramientas. Yo creo que hasta el final prefería eso a los coches oficiales».

Jauregi tiene el honor de haber recibido la única beca Zabalaga que se concedió a un artista plástico. «Fue en 1990, tres millones de pesetas. Le gustó mi trabajo y la concedió sin pedir nada a cambio, ni obras ni informes. Para mí, él y Pilar Belzunce fueron decisivos: me enseñaron la importancia de transmitir, de colaborar, de dar. Mi museo Ur Mara de Alkiza es deudor de sus enseñanzas».

¿Cómo 'reinterpreta' Jauregi a Chillida? «Tengo algo mejor», responde. Nos lleva a su viejo caserío en Alkiza. «Mirad esta obra: se llama 'Altxatzeko harriak' y es de madera. Pocos la conocen. En el 2000 invitaron a Chillida a un proyecto colectivo en Alemania, 'el arca de Noé', donde debía ir 'en pareja' con otro artista. Me lo propuso y allí fuimos, él con un grabado, yo con esta pieza. Fue generoso hasta el fin. Así le 'reinterpreto' yo».

Jesús Uriarte Fotógrafo

«Fue un artista que sudaba la camiseta a pie de obra»

Uriarte con el escultor en la inauguración de una exposición en el Guggenheim en 1999. USOZ
Chillida trabajando. Uriarte
El artista en el taller del ceramista Hans Spinner en Grasse, Francia, 1995. Uriarte

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Nunca firmaron un papel que concretara su relación, pero desde principios de los años 80 hasta la muerte de Chillida el fotógrafo Jesús Uriarte fue «el hombre que siempre estaba ahí»: su cámara documentó las obras del escultor y el proceso de colocación de las grandes piezas en espacios públicos. «Para mí fue un lujo trabajar al lado de un gran artista, una buena persona y un verdadero 'currela' que sudaba la camiseta en la forja, en el estudio o en el terreno», explica Uriarte.

Nacido en Pasai Donibane, en la familia del restaurante Cámara, Uriarte estudió Económicas en Bilbao. «Soy de la misma promoción de Bernardo Atxaga, con la diferencia de que luego él sí trabajó un año en un Banco y yo enseguida me dediqué a otra cosa», bromea hoy, a los 74 años. Esa otra cosa fue la fotografía: durante décadas fue reportero gráfico de 'El País' en Gipuzkoa, con el plomo de los años de la Transición. «Pero de vez en cuando había luz: trabajar con Eduardo».

No recuerda bien cómo empezó su colaboración («supongo que sería por nuestro común amigo Andrés Nagel») pero desde luego fue fructífera. Y eso que uno de los trabajos clave de Uriarte sobre Chillida fue anterior. «En 1977, por mi cuenta, estuve haciendo fotos de la colocación del Peine del Viento. Aquello rollos se quedaron en un cajón y 25 años después, cuando me pidieron imágenes de archivo, aparecieron. Ni Chillida conocía esas imágenes que hoy se han divulgado tanto y son mis favoritas. El Peine es una obra maravillosa, con la escala exacta entre la naturaleza, el arte y el ser humano. Las intervenciones públicas de Chillida siempre respetan el entorno».

Así retrató Jesús Uriarte el proceso del 'elogio del horizonte' de Gijón o la gran obra de Gernika «donde me rompí un menisco buscando el mejor ángulo». Uriarte destaca sobre todo al «gran trabajador» y por eso llama 'Chillida lanean' a la exposición con sus fotos que comisaría su hijo Jon y que se abre en marzo en la sala Artegunea de Kutxa.

Álvaro Martínez Bueno Ilustrador de DC Cómics

«Busqué algo muy icónico para mi cómic»

Una viñeta del cómic 'The Nice House On The Lake', en la que se aprecia el homenaje que el dibujante tributa al artista donostiarra. Álvaro Martínez Bueno

Si alguien ha llevado la estética escultórica de Chillida a ámbitos insospechados en los últimos tiempos, ése es el dibujante cántabro afincado en Donostia Álvaro Martínez Bueno. Con su serie 'The Nice House On The Lake', cofirmada con el guionista James Tynion, plasmó en cómic sus 'variaciones' de las esculturas del artista donostiarra para ambientar una historia de intriga con la que en 2022 se llevó el Premio Eisner -el Oscar del Cómic-, a la Mejor Serie Nueva.

«Yo buscaba un elemento muy icónico para la serie, necesitaba algo identificable, así que me devané bastante los sesos. Investigué la escultura contemporánea e hice bastantes bocetos hasta que llegué a Chillida por pura cercanía y porque me pareció que tenía todo el sentido homenajearle», explica Martínez Bueno. Tomada la decisión, preparó un dossier y lo envió a los editores estadounidenses. «No me pareció que conocieran la obra de Chillida, pero les debió gustar porque me dieron luz verde».

Nextor Otaño, Nexgraff Grafitero

«La magia está en su trazo simple»

Nextor Otaño, Nexgraff, posa frente a la pared de la sala de redacción de DV donde ha plasmado su homenaje a Chillida. Félix Morquecho

«Estudiando su obra me di cuenta de que cuando posaba a Chillida le gustaba aparecer en el espacio de sus esculturas», dice Nextor Otaño, Nexgraff. El joven muralista, natural de Pasaia y con una proyección fulgurante, reconoce que le costó llegar a la idea final en su particular homenaje al artista. «Es una figura universal, y eso pesa», reflexiona frente a su última creación, realizada en la sala de Redacción del periódico, a petición expresa de DV. «Este trabajo me ha permitido descubrir el lado filosófico de Chillida más allá de los materiales que usaba. Me ha gustado escuchar cómo hablaba sobre el concepto del vacío». Por eso, en su mural el rostro de Chillida «emerge del vacío de la 'C'. Es la inicial de la palabra centenario y la de su apellido», una obra que dio forma en menos de 72 horas. «Me he inspirado en su trabajo para hacer al fondo una escultura de sus manos. Me gusta cómo trabajaba con líneas aparentemente sencillas. Esa simplicidad forma parte de su magia».

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Créditos

  • Texto Mitxel Ezquiaga, Alberto Moyano y Verónica Melo

  • Narrativa visual y diseño Izania Ollo, Beatriz Campuzano y Maider Calvo

  • Edición de vídeo Ainhoa Múgica y Dani Soriazu

  • Desarrollo Gorka Sánchez

  • Edición Jesús Falcón

  • Material audiovisual Chillida Leku, archivo Eduardo Chillida, Fundación Maeght y Susana Chillida

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