Mari Puri Herrero delante de su obra 'Sobresalto a los campistas', que se expone en el Museo San Telmo. LUSA
Mari Puri Herrero, pintora

«Mis convicciones impregnan mi obra, pero no quiero que sean evidentes»

Es una de las artistas con obra expuesta en la muestra de San Telmo sobre la invisibilidad de las mujeres en el arte a lo largo de la historia

Lunes, 3 de enero 2022, 07:44

Desde niña, Mari Puri Herrero (1942) siempre ha querido pintar. Se recuerda con un perenne lápiz en la mano y cuenta que uno de sus ... primeros profesores fue Ascensio Martiarena, que le daba clases cuando venía con su familia a veranear a San Sebastián. Esta bilbaina es una de las artistas que exponen obra en la muestra' Baginen Bagara' en el Museo San Telmo, una reflexión sobre la histórica invisibilidad de la mujer en la historia del arte

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– ¿Usted se ha sentido invisibilizada?

– Siempre ha habido pintoras, pero para la mujer siempre ha sido más difícil. Los pintores viajaban y se podían formar fuera. En el caso de las artistas hace años eso era impensable, aunque no ha sido mi caso. Además, siempre ha resultado más fácil reconocer la labor de los hombres, era más normal. Siempre ha habido mujeres a las que les ha apetecido pintar y lo han hecho, unas con más visibilidad por parte de la sociedad y otras con menos. Ahora, afortunadamente, la mujer es más libre.

«Cuando empecé a estudiar, las mujeres no entraban a la clase de desnudo masculino. Yo entré»

– Como comenta su caso no fue así.

– Yo quería pintar y para mí eso era ser pintora. ¿Todo lo demás? ¡Allá películas! Mi guerra siempre ha sido con el estudio. Yo viajé e hice lo que quería. No he sido peleona, de manifiestos y esas cosas que han venido después, pero he sido tozuda con mis cosas. Fui al Círculo Bellas Artes de Madrid. Allí las mujeres no iban a dibujar el desnudo masculino. En mi época creo que fui la primera. Antes de la Guerra Civil sí las hubo, pero luego las cosas cambiaron mucho. Me da la sensación de que los procesos han sido muy rápidos en el tema de la implicación de la mujer en la sociedad en estos últimos años.

– ¿Tuvo problemas en casa cuando anunció que quería ser pintora?

– No era nada estudiosa y los márgenes de mis libros estaban llenos de dibujos. Salí del colegio y no me gustaban nada las cursilerías que hacían los de mi edad, los guateques me horrorizaban. Hacía mi vida y siempre he sido bastante solitaria. Cuando dije en casa que quería dedicarme a la pintura debieron pensar que hiciera lo que quisiera porque no era una niña típica. No pusieron problema para que fuera a Madrid.

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«Me interesaba la abstracción, como a toda mi generación, pero yo quería hacer pintura figurativa»

– Pero no era lo normal.

– No, pero no solo en la pintura. Me llamaba la atención que hasta pasados tres años desde que entré en el colegio mayor de Madrid no había ninguna chica de Bilbao. En mi ciudad no era muy corriente salir a estudiar.

– Madrid, Amsterdam, París..., usted sí pudo viajar para formarse.

– Primero estuve en Madrid varios años. Allí no quise ir a la Academia de Bellas Artes porque no me convencía el método que seguían, así que me interesé por el grabado y el dibujo y en Holanda y Bélgica había mucha tradición de pintores grabadores. Aquí hemos tenido al genio del grabado, Goya, pero poco más. Un pintor como Velázquez no hizo. En cambio en esos países... empezando por Rembrant. Fui en 1966 y para mí resultó extraordinario. En España el ambiente era totalmente gris en el ámbito intelectual y Amsterdam era una ciudad muy abierta, con unos museos extraordinarios donde me encontré el arte americano que se hacía en ese momento. Además tienen un gran gusto por el oficio artístico, nunca te encontrarás con chapuceros. Aprendí el oficio. También me llamó la atención que me encontré con muchas mujeres que querían ser artistas, pero no solo para pintar, sino también por el diseño y todas las cosas que tuvieran que ver con la creatividad

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– De vuelta se encontró con un arte vasco volcado en la abstracción y parecía que todo el mundo tenía que dedicarse a ella, mientras que usted practicaba una pintura figurativa.

– Es que era lo que a mí me interesaba. Yo no pedía que todo el mundo hiciera figuración, quería hacerla yo.

«Cada uno tiene sus propios fantasmas, y ese es el mundo que me interesa, porque es el auténtico»

– ¿Era porque entonces se argumentaba que las mujeres no entendían la abstracción y que tenían más facilidad para copiar?

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– Por supuesto. En mi generación se dieron muchos casos, pero como se ve en la exposición también hay hombres que hicieron figurativismo, ahí está Vicente Ameztoy por ejemplo. Para muchos la abstracción era una conquista y lo otro un retroceso, cosa que era absurdo. Los de mi generación, los nacidos a partir de los años 40, veíamos la abstracción con mucha naturalidad y sus valores como el color, la materia o el ritmo, los teníamos aceptados y también los empleábamos.

– ¿También ha padecido ese planteamiento de que las mujeres utilizan colores pasteles y los hombres más puros e intensos?

– Mi primera exposición, que fue cuando tenía 21 años en una galería de Bilbao, era oscurisima. El primer día me la clausuró la policía, aunque al día siguiente me dejaron abrir. No sé muy bien por qué. Creo que era por unas figuras que tenían las manos en alto y debían pensar que eran puños. Yo cuando pinto no voy con un planteamiento premeditado, el cuadro me va saliendo. Yo no soy de las que explica un cuadro como si fuera un libro, tengo ideas pero no un relato. Mis convicciones van rezumando en la obra, pero no quiero que sea evidente. Creo que mis cuadros son sutiles y cada uno los capta según sus experiencias y su concepto del arte y de la vida.

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– Cuando hablan de su obra se menciona el realismo mágico.

– Hay cierta pintura denominada realismo mágico que a mí me parece un término muy forzado. La realidad está compuesta de sueños, de las manías, de las ambiciones, de las creencias de cada uno. Es un mundo que está por ahí con los fantasmas de cada uno. Ese es el mundo que a mí me interesa y lo valoro en el arte porque me parece auténtico.

– ¿Con qué temas se siente más cómoda?

– No lo sé. Va por épocas. Hubo un tiempo que estuve bastante obsesionada con los comedores. Es un tema muy de aquí y en relación con la pregunta anterior, una vez soñé con un comedor en el que no pasaba nada pero me levanté por la mañana muy impresionada con ese sueño. Siempre suelo llevar cuadernitos encima para dibujar lo que veo y me di cuenta de que estaba pintando lo que había soñado. Me parece muy imponente la figura del cocinero como supervisando a la gente que está esperando que le den de comer, aunque sea muy imponente. Por otra parte la naturaleza siempre me ha interesado, pero antes quedaba al fondo en las obras. La razón puede estar en que como soy de Bilbao, al final de cada calle siempre se ve un monte. Con los años me ha ido impresionando cada vez más la fuerza de la naturaleza: las tormentas, los animales, los sonidos de la noche, las nevadas.

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– Su pintura se ha comparado con la de la recientemente fallecida Carmen Laffón.

– Sí, me lo han dicho muchas veces. Son cosas que se ven más de fuera que de dentro. Era una pintura que me ha gustado mucho, pero nunca la he tenido con referente. No la he conocido ni creo que hemos tenido influencias comunes.

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