Pintar un amor secreto

Esa apariencia es lógica en el despojamiento paulatino de una relación entre dos mujeres que podría responder al tópico de 'el pintor y su modelo' con cambio de género, pero va más allá, creando un mundo de cierto aislamiento y recogimiento. Ambientada en la última parte del siglo XVIII, focalizada en una mujer callada que se va a casar después de haber dejado el convento, y en otra que ha de retratarla sin que ella lo sepa, la descripción social que también contiene 'Retrato de una mujer en llamas' es en 'off', con muy pocos personajes y restringido a lo que deja entrever ese amor difícil de expresar en ese momento y en ese entorno, pero al que Adèle Haenel y Noémie Merlant van dando forma a base de mutua observación y progresiva entrega, con enorme delicadeza por parte de Céline Sciamma, quien ya demostró lo bien que maneja las sutilezas en un ámbito tan absolutamente distinto como el de la película de animación 'La vida de calabacín', cuyo guion escribió. En 'Retrato de una mujer en llamas' alcanza altas cotas de sensibilidad y sensualidad a partir de un amor tan intenso como bello y doloroso.