Uno de los conciertos del Jazzaldia, quese cerró con unbalance excelente. Usoz

De la catástrofe a salvar los muebles

Verano cultural ·

Algunos sectores han evitado el desastre que se presagiaba y han salido adelante, pero sigue mandando la incertidumbre

Domingo, 30 de agosto 2020, 07:30

Es aun pronto para balances. Las cifras de agosto no están cerradas, y a septiembre todavía le queda mucho por ofrecer. No obstante, una serie de calas aleatorias realizadas sin ánimo de ser concluyentes muestran que el verano cultural ha arrojado resultados que van desde la catástrofe hasta la sensación de haber salvado los muebles, en algún caso con sorpresas agradables.

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La ronda de consultas, forzosamente limitada, ha puesto también de manifiesto tendencias en las que de cara a un futuro en el que seguirá mandando la incertidumbre convendría profundizar. Por ejemplo, de qué manera tan distinta han surfeado la ola de la pandemia los eventos y los equipamientos con fuerte respaldo público frente a los constantes revolcones que han sufrido las iniciativas privadas.

Quienes utilizan sin paliativos el adjetivo catastrófico son esos profesionales que hasta hace unos meses eran prácticamente invisibles, incluso para las instituciones: los técnicos cuyo concurso es imprescindible tanto en eventos culturales como en otras actividades -congresos, ferias, cursos...- también barridos o ralentizados por la pandemia. «Está siendo un verano catastrófico, en el que apenas se ha mantenido el 20% de la actividad propia de la época, dice Gorka Agirre, uno de los portavoces de Teknikariok, el sindicato que está dando visibilidad a unos 5.000 profesionales, a menudo en situaciones laborales cuando menos pintorescas. No solo reclaman «ayudas para poder aguantar el tirón» -reivindicación que comparten con el resto de agentes culturales- y «regularización, para que podamos encajar en algún sitio», sino que no dejan de realizar propuestas para salir adelante.

El hecho de que en verano «en torno al 60% de nuestro trabajo esté relacionado con grandes festivales de música y eventos festivos», borrados por el Covid, explica el estado casi catatónico del sector. Porque, con la excepción de las grandes citas como el Jazzaldia o la Quincena Musical, cuyos responsables se han mostrado más que satisfechos con las ediciones de 2020, el verano de la música está siendo extremadamente complicado. La gran diversidad del sector de la música en directo hace imposible cualquier comparación, pero varias de las fuentes consultadas coinciden al afirmar que se han podido cancelar en torno al 80% de los conciertos previstos.

Mascarillas y separación de grupos en los cines Niessen de Errenteria. Arizmendi

Basta echar un vistazo a agendas pasadas y presentes de los espacios que se animaron a volver a programar -no todos reabrieron con la 'nueva normalidad'- para comparar el número de los 'cancelado', 'suspendido' o 'aplazado' con el de los conciertos que se han celebrado según lo previsto.

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Seguridad y algo más

La suma sigue. Esta misma semana Donostia Kultura ha «decidido posponer el Festival Basoka con motivo del incremento repentino de casos positivos de coronavirus en los últimos días». De la cita con la música electrónica Dantz Point tampoco se tienen noticias, ya que en este caso la que se suspendió 'in extremis' fue su presentación. Música en directo sigue habiendo -así como esperanza, iniciativa, resiliencia y muchas ganas por parte de los promotores y los artistas-, pero aun así las ventanas que tanto unos como otros necesitan para respirar no terminan de abrirse lo suficiente.

Los que sí se han abierto son los telones, aunque con la salvedad de 'semanas grandes' y similares la actividad teatral no es muy intensa en verano. Aun así, en San Sebastián ya se ha llegado a las «65 funciones en dos meses y medio» por voluntad de Donostia Kultura. «Fuimos los primeros en empezar en todo el Estado, porque tenemos claro que si la administración no ejerce de tractora nadie va a poder hacer que esto funcione. Hemos estado dando la cara desde el principio, y pasando por todo tipo de estados, del optimismo a la angustia. Ahora estamos viendo el resultado de habernos atrevido. Podemos decir que ha merecido la pena y hemos salvado los muebles, porque por parte de las compañías había muchísimas ganas y el público ha respondido muy bien», asegura Norka Chiapuso, director de programación de Teatro y Danza de Donostia Kultura.

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Chiapuso destaca que en estas circunstancias tan extrañas e inciertas hay elementos que influyen en la respuesta del público tanto o más que la programación. El primero es la sensación de seguridad. «El público tiene que sentir que el teatro es un lugar seguro. Uno de los más seguros, de hecho, porque todo está muy controlado. En ese sentido, creo que lo hemos logrado, y eso es especialmente importante teniendo en cuenta que parte de nuestro público tiene una edad», afirma Chiapuso. No obstante, una de las sorpresas agradables ha sido la cantidad de gente joven que han llevado al teatro sendas obras en euskera, protagonizadas por Aitziber Garmendia y Jon Plazaola.

«Los museos forales se han adaptado a la situación y el público ha sabido responder»

harkaitz millán | diputado de cultura

«Lo que los cines necesitamos son estrenos que atraigan público a las salas»

sandra martínez | ezae

«Para nosotros es catastrófico. Apenas se ha mantenido el 20% de la actividad»

Gorka Agirre | Teknikariok

«El público tiene que sentir que el teatro es un lugar seguro, y creo que lo hemos logrado»

Norka Chiapuso | Donostia Kultura

El segundo elemento es el comportamiento volátil del público, «al que le afectan mucho las noticias que se van produciendo. Eso ha hecho que la venta anticipada, fundamental cuando vas a taquilla, que es como se va en verano, se haya retraído mucho y se espere al último momento para comprar las entradas. Por poner un ejemplo, el brote de Ordizia, que no nos pillaba muy cerca, provocó un parón de varios días en la venta». Ellos han podido hacer frente a ese efecto colateral del «estado anímico de la gente, que nos ha afectado más que la reducción de aforo», pero tal vez sea un aspecto a tener en cuenta para entender otros fenómenos.

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Proporcionar a los espectadores entornos seguros ha sido también la prioridad de los propietarios y gestores de cines. Los Niessen de Errenteria, de cuya gestión es responsable Sandra Martínez, vicepresidenta de la Asociación de Salas de Cine de Euskadi, EZAE, fueron los primeros en abrir y en advertir que «la gente tenía muchas ganas de volver al cine». «Arrancamos muy bien, tanto los trabajadores de los cines como los espectadores se adaptaron a los protocolos de higiene y seguridad, que son muy estrictos, pero la cosa se ha ido complicando», reconoce.

El Vitoria Eugenia ha recuperado las funciones teatrales. Morquecho

La mala evolución de la pandemia influye, pero los cines tienen otro problema propio e instransfrible: la dosificación con cuentagotas de esos grandes estrenos, profusamente publicitados, que, «más allá de los espectadores fieles que siguen viniendo al cine, nos llenan las salas». Santiago Segura les dio un enorme balón de oxígeno con 'Padre no hay más que uno 2'. Ahora confían en el tirón de la recién estrenada 'Tenet', de Cristopher Nolan, «que nos puede llevar hasta mediados de septiembre». ¿Y después? «No hay nada claro, salvo que los exhibidores hemos hecho todo lo que está en nuestra mano y lo que necesitamos son películas que atraigan público a las salas», reitera Martínez, apelando «al trabajo conjunto con la distribución» para garantizar el futuro del sector.

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Verano de museos

Aunque ha habido salvedades -Albaola admitía recientemente que por la suma de diversas circunstancias la afluencia de público se había desplomado-, a los museos de Gipuzkoa les ha ido bastante bien, y todos sin excepción se lo agradecen al visitante local.

El más visitado, el Aquarium. reconocía hace poco el respaldo del público. También Cristóbal Balenciaga Museoa de Getaria, para quien son fundamentales los visitantes internacionales -y que con motivo del 125 aniversario del nacimiento del maestro tenía programado un año excepcional que ha readaptado y salvará en cierta medida-, se muestra «satisfecho con el desarrollo de su actividad durante este verano. La previsión de visitantes para este periodo estival tan atípico ha sido mejor de lo esperado aunque claramente por debajo de lo que hubiera sido un año de actividad normal».

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Pero hay quien ha estado por encima, como el Museo Naval-Euskal Itsas Museoa de Donostia, «que supera en un 35% el número de visitantes del pasado verano». También ha sido positiva la evolución del resto de los museos forales, ya que «el Caserio Museo Igartubeiti y el Museo Zumalakarregi se acercan a las cifras del verano de 2019», con un marcado aumento de visitantes, sobre todo locales, en agosto. Como asegura el diputado foral de Cultura, Harkaitz Millán, «los museos forales se han adaptado bien a este verano atípico y el público ha sabido responder a su oferta, percibiendo los museos como un lugar seguro» y disfrutándolos.

Bertsolaritza, «lehengo kopuruaren %25ean»

Udaberriko saio guztiak galdu ostean, plaza biziberritzen eta unean uneko baldintzetara egokitzen saiatu da bertsolaritza. Bertsozale Elkarteak berak ekainaren 5ean bertso saio bat antolatu zuen Amasa-Villabonan, «segurtasun neurri guztiak bermatuta, kultur ikuskizunak osasun ikuspegitik ekitaldi seguruak direla erakutsi asmoz». Horrek animatu zituen antolatzaileak, eta «ekainaren erditik aurrera, bertso saioak antolatu dira herrietan», kultur programazioari lotuta batik bat, «festen egitarauan oinarri izan diren plaza libreak ia erabat desagertu» baitira. Ondorioz, Lankuko Marta Agirrezabalak eta Bertsozale Elkarteko Oier Iurramendik emandako datuen arabera, «gaur egun lehengo kopuruen %25a egiten da bakarrik».

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