«La exigencia de la obra hace que nos superemos»

Siete de los alumnos guipuzcoanos de la EIO valoran la experiencia, a pesar de la dificultad del programa y la dureza de los ensayos

M.G.

Domingo, 26 de abril 2015, 16:35

Dan por bien empleado el sacrificio que les supone preparar una obra sinfónica de cierta exigencia en su tiempo de vacaciones. Las compensaciones son mayores: por una parte, se llevan la satisfacción de que todo ha salido bien a pesar de la dificultad, y por otra, les permite convivir con jóvenes de otros territorios vascos que comparten sus mismas inquietudes.

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Es lo que piensan siete alumnos del Conservatorio Escudero de San Sebastián que han tenido la oportunidad de formar parte del proyecto EIO. La mayoría de ellos quieren encauzar su vida profesional en el mundo de la música y valoran la experiencia como una oportunidad. Esta proyección de futuro la tienen clara las donostiarras Zuriñe Corcobado e Irati Sanz, de 14 y 17 años, respectivamente, ambas estudiantes de violín. La primera ha vivido su primera experiencia en la EIO de 'mayores' después de pasar por la Gazte. «He visto que hay bastante salto de una a otra orquesta y ahora se exige una mayor dedicación», afirma. Irati es veterana, lleva cinco cursos en la orquesta y «puede que haya sido la última vez», afirma. «Como siempre, ha sido genial, lo hemos pasado estupendamente y, aunque hemos trabajado duro, al final el trabajo ha dado sus frutos».

También tiene muy clara su vocación musical Carlos Rubio, andoaindarra de 17 años y estudiante de percusión, que ha vivido su primera experiencia como miembro de una orquesta. «Sabíamos que la Quinta de Tchaikovsky era difícil, pero del primero al último día la progresión fue brutal», relata. También su compañero Andoni Moñux, bergarés de 17 años, estudiante de tuba, quiere enfocar su vida profesional por el camino de la música y por eso es consciente de que «la EIO es una formación inmejorable de cara al futuro». Andoni es veterano en el proyecto, después de tres años en la Gazte y tres en la de mayores. «El nivel de exigencia de la obra hace que nos superemos a nosotros mismos para alcanzar un buen resultado», añade.

Tampoco descarta la profesionalidad, aunque se lo tiene que pensar, Ainitze Garmendia, donostiarra de 15 años y alumna de violín, que ha formado parte de la EIO en dos ocasiones. «En la orquesta se aprende un montón porque las obras exigen mucha dedicación y al final es así como se adquiere la técnica», afirma. Su compañera Aitana Tudela, lasartearra de 16 años y también estudiante de violín, añade que la convivencia «es una experiencia muy agradable que da la oportunidad de hacer amigos que te comprenden porque tienen las mismas vivencias».

Quien no piensa dedicarse profesionalmente a la música es el donostiarra de 16 años Unai Muro, estudiante de trompa, para quien esta experiencia con la EIO le ha parecido «bastante corta en comparación con otros años, pero muy intensa».

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