Zumarraga
«Quiero que veganos, intolerantes a la lactosa, al gluten... también puedan disfrutar de las chuches»Agradecida con su antecesora Ana Castro, de quien aprendió el oficio trabajando para ella durante 8 años, inicia una nueva etapa llena de ideas Carol Ruiz Coge las riendas de la tienda de caramelos Goxogi
Se cierra una etapa y comienza otra nueva en la tienda de caramelos Goxogi situada en la cuesta de la calle Filipinas. Tras 12 años ... al frente del establecimiento, Ana Castro y su hermana Sonia han traspasado el negocio a Carol Ruiz y su madre Ana Ruiz. Carol venía trabajando en la tienda desde hacía ocho años y al presentarse la oportunidad ha tomado sus riendas ilusionada y llena de nuevas ideas.
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A sus 27 años, tiene el título de profesora de Educación Infantil, fue monitora de tiempo libre durante varios años y también realizó el grado de auxiliar de enfermería. Empezó a trabajar en Goxogi con 19 años, como un complemento que le permitía ganar algo de dinero mientras continuaba estudiando y al mismo tiempo, tomar contacto con un público hacia el que siempre ha tenido una sensibilidad especial como el infantil.
–¿Qué le animó a coger este tren?
–Para mi Goxogi ha sido como una segunda casa, he crecido aquí y tengo mucho que agradecer a mi antecesora, Ana, y a su marido Mikel, que desde el principio confiaron en mí. Gracias a ellos he venido siempre muy a gusto a trabajar. También tengo que dar las gracias a mi familia, que me ha apoyado a la hora de dar este paso. Mi madre, Ana Ruiz, que regenta la lencería Kuttun en la calle Legazpi, me respalda como titular del establecimiento. Aunque yo sea quien esté al pie del cañón, ella es mi gran apoyo.
–¿Las golosinas mantienen tirón entre las nuevas generaciones?
–Sí, además tienen un público muy amplio de todas las edades, desde los más pequeños hasta las personas mayores que quieren darse un capricho de vez en cuando. Se abre, incluso, un campo muy interesante con el que yo estoy muy sensibilizada, el de las golosinas para las personas que tienen intolerancia a determinados ingredientes. Antes, todo se limitada a productos 'con azúcar' o 'sin azúcar'. Ahora, hay golosinas para personas veganas, intolerantes a la lactosa, al gluten... Mi intención es aumentar esta opción y crear en la tienda una sección con este tipo de productos, con el objetivo de que todo el mundo pueda disfrutar de las chuches. También quiero incluir una máquina de cafés y pastas para llevar y haré una pequeña reforma en el local. Cerraré en agosto para poder llevar a cabo todo ello y en septiembre abriré con toda la ilusión de presentar a la gente las novedades.
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–¿Hay alguna razón en particular para que tenga esa sensibilidad hacia las personas intolerantes a algunos grupos de alimentos?
–Totalmente. Yo misma soy intolerante a la lactosa y cuando voy a cualquier sitio no puedo comer muchas cosas. Por eso entiendo muy bien a las personas que pasan por lo mismo o algo similar y quiero que, cuando vengan a mi tienda, puedan encontrar productos para ellas. Esos productos estarán muy bien señalizados para que les resulte lo más fácil y seguro posible hacerlo.
Agradecida por la acogida
–¿Le está resultando muy diferente estar detrás del mostrador como responsable del negocio en lugar de hacerlo como trabajadora para otra persona?
–Sin duda, siento una responsabilidad mayor. Goxogi es una tienda de chuches con una trayectoria importante en el pueblo, a mi me gustaría poner mi granito de arena en esa historia y tengo muchas ganas de ir encontrando mi camino junto a la clientela. De momento, la acogida está siendo muy buena. Cuando comentamos que hemos cogido la tienda la respuesta de la gente es muy positiva y estoy muy agradecida por ello, para mí es muy importante sentir ese impulso. Mis primeros días al frente coincidieron, además, en plenas fiestas de Zumarraga, con el plus de nerviosismo que ello conlleva, pero tanto mi familia como mi exjefa me echaron una mano y todo salió fenomenal.
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–¿Destacaría algo en especial de estos ocho años de cara a un público principalmente infantil?
–Es muy bonito ver cómo van creciendo. Eres una especie de espectadora de su infancia y adolescencia. Es satisfactorio ver que los peques que antes venían a la tienda con sus aitas, ahora siguen haciéndolo de jóvenes y continúan tratándote con cariño. Al mismo tiempo, todo ello te da una noción terrible sobre lo rápido que pasa el tiempo.
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