«La fama no me interesa, hay que compartirla con chorizos, putas y corruptos»
Junto a Joaquín Kremel, protagonizan desde mañana en el Principal un duelo actoral en una emotiva comedia
ROBERTO HERRERO
Martes, 4 de agosto 2009, 04:26
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Con el extraño título de el francés Daniel Colas escribió una comedia protagonizada por dos veteranos actores que tratan de montar un recital poético. Montaje divertido, cómico a ratos, con sorpresas, y muy emotivo. Duelo actoral, con dos de los grandes, José Sancho y Joaquín Kremel, frente a frente.
- Encarnar a un actor es trabajar con material mucho más cercano.
- Los personajes, antes que nada, son seres humanos. A mí estas cosas no me complican porque yo soy actor de la vieja escuela, de los que creen que hay que convencer sin importar lo que uno piense o sienta. La vida de uno tiene que quedar a salvo de los personajes.
- ¿Cómo son los dos protagonistas de esta comedia como seres humanos?
- En clave de humor vemos a dos personas que viven la soledad y la frustración profesional y personal. Pero ocurre que muestran sus carencias en un escenario, para que los demás se diviertan con sus tragedia, como cuando alguien se ríe del que se cae al pisar una piel de plátano.
- En la profesión actoral hay una mayor resistencia a jubilarse que en otras profesiones.
- Es una profesión en la que hasta Robert Redford está a veces sin trabajo. La jubilación no es una finalidad, lo que uno quiere es que si tiene esa edad le lleguen papeles de jubilado. La jubilación es la antítesis de esta profesión. Anímicamente para mí no existe.
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- ¿El teatro respeta más que el cine a los actores mayores?
- El teatro corresponde al respeto que tú le tengas. Hay pazguatos a los que les parece un juego, montan cosas horrorosas, cogen a un clásico y lo destruyen. Y, claro, el teatro les respeta poco a ellos. Las claves del teatro son el escenario, los compañeros, el público. Y hacer entendible lo que quieres y no empeñarse en ser genial, como dice mi personaje en esta obra.
- ¿Que el teatro no mueva tanto dinero le permite ser más libre?
- Hombre, claro. Y sobre todo la satisfacción de dedicarse a un trabajo que te recompensa día a día al ver que al público le interesa lo que haces. Para bien o para mal, pero presta atención a lo que hacemos. En el cine están con las palomitas. Y en la tele discutiendo con la parienta o contando chistes. La profesión de un actor es el teatro, lo demás son accesorios, inventos posteriores.
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- ¿Le llama algo la atención de los actores jóvenes?
- Lo que más es el desinterés general que tienen por el teatro. Como la escena requiere un esfuerzo y no les interesa. No saben quién es Tirso ni les importa. Hablo de más de la mitad, hay otros que están entregados. Y se lo pasan mal cuando la gente ya no les piden autógrafos a ellos, sino a los de la otra serie.
- Hay jóvenes que triunfan en televisión, llegan al teatro y no se les escucha en la fila seis. De ahí la plaga de actuar con micrófono.
- Pues fíjate si les metes en el teatro romano de Mérida. El micrófono se ha inventado por necesidades de algunos actores , ¡y actrices!, para que no diga nada la ministra Aído, a los que no se les oye. Pero ellos piensan que el espectador tiene que aguzar el oído y que el naturalismo es eso. Bueno, ¡piensan! Andan muy despistados. El 95% de las escuelas de teatro son hoy una pura estafa, no les enseñan a hablar con sentido.
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- El título de esta obra, que es la traducción literal del original francés, no anima mucho a ir a verla.
- Tiene usted razón, pero se dejó así por cuestión de derechos. La verdad es que no lo entiendo ni me gusta, induce al despiste. Pero lo que me gusta mucho es la función y trabajar con Kremel.
- ¿Volveremos a verle en la serie ' Cuéntame' ?
- No, no. Mi personaje se fue dignamente. Fue llamado para seis días y estuvo casi ocho años, así que algo de responsabilidad tiene el actor que lo hacía, que en vez de crear la caricatura de un facha, hizo un personaje creíble. Lo que pasó es que al final le escribían cosas que no me gustaban. Y sólo faltaba que después de 45 años uno tenga que seguir haciendo lo que no le gusta. Estaba cansado y harto, no del personaje, sino de unos guiones que nada tenía que ver con lo que había desarrollado don Pablo. De hecho, ahora el personaje de Antonio Alcántara se encamina hacia la política. ¡Vamos!, lo que es un calco de lo que fue don Pablo. Así que les ha venido muy bien que yo me fuera.
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- La fama, ¿premio o castigo?
- Ni una cosa ni la otra. La fama hay que compartirla con chorizos, putas y políticos corruptos. Todos los que van a los programas basura de la tele. Con productoras, y lo digo en femenino, que por la mañana tienen un programa que parece social y producen luego basura por la noche. Como hay que convivir con toda esa mierda, uno procura guardarse la fama y pasar el verano en lugares tranquilos y con amigos. Lo que me interesa es la popularidad del trabajo, lo otro hay que compartirlo con la ex mujer de un torero y la sobrina de un bandolero.
- Kremel, Plaza en la dirección, y usted. ¿Mucho gallo en el corral?
- Plaza no me ha aportado ni me ha descubierto nada. Me han dirigido gente como Michael Kakoyanis, González Vergel o Maurizio Scaparro. Pero Plaza, que yo creía que era uno de los grandes, debe de ser que ya se ha cansado, que se la ha vaciado el poder creativo. Para la comedia él es bastante aburrido. Menos mal que le hicimos ver que la comedia iba por los caminos del humor. Y lo entendió.
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