Un gran 'peluquero' portugués J.D.A.
PPLL
Sábado, 1 de agosto 2009, 05:52
Publicidad
Un respetuoso y emocionante minuto de silencio en memoria de los dos guardias civiles asesinados por ETA en Mallorca, abrió ayer la feria taurina ignaciana que tuvo como destacados protagonistas a los toros portugueses de Palha. El ganadero, que recogió en los prolegómenos de la corrida, el premio al toro más bravo de la edición 2009, ya lo avisó: «con mis toros puede pasar cualquier cosa menos que el público se aburra». El hecho concreto es que ayer, primer día de la feria de San Ignacio, cuatro de los seis toros portugueses fueron aplaudidos en el arrastre y sabido es que eso es síntoma de que algo dijeron los toros de Heredade de Adema. Dijeron mucho y no pusieron las cosas fáciles a la terna. Casi todos ellos fueron encastados, bravos y poco o nada fáciles. Como siempre en éste hierro, toros para gente que sepa repartir en la medida conveniente los arrestos con la experiencia. Y esa mezcla no es fácil de encontrar.
Aunque ayer hubo dos toros de nombre , el tercero se llevó la palma a la hora de cortar y marcar y teñir y hasta derribar de la silla al cliente, un picador que no había pasado por ese trago ni en plazas de primera. Un Palha muy pero que muy serio que se las hizo pasar canutas a Ivan Fandiño quien, a pesar de todo, con entrega y profesionalidad va a encontrando un sitio más que decente en el escalafón pero que ayer no tuvo la suerte que esperaba ante un lote que le vino un poco grande.
José Ignacio Ramos, que abrió plaza y feria y festejo con enorme ambiente, como siempre en la , pudo haber cortado la primera oreja, que hubiera venido muy bien -su estocada fue soberbia- pero el blanco de almohadillas y pañuelos no fue por lo visto suficiente. «Es un público frío», me decía el torero que había salido apurado en un par de lances de banderillas y cuajó una faena de mérito al encastado toro portugués, , primero en saltar al ruedo.
El sevillano Salvador Cortés estuvo (como en el cartel) en medio. Es decir ni muy bien ni muy mal. Cumplió con un lote desigual y no consiguió emocionar más allá de lo justito.
Al final, el público -que parece haber olvidado que la corrida empieza a las seis y no a las seis y media- se quedó con los toros más que con los toreros - una de las características de la casa en Azpeitia- esperando que los de luces brillen un poco más (que para eso son las luces) en las oportunidades que se van a brindar hoy y mañana.
Publicidad
Por cierto, ni los toros de hoy ni los de mañana son caramelos precisamente. Así que ojo.
Suscríbete los 2 primeros meses gratis
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión