ÓPERA LAS BODAS DE FIGARO

Un sabor especial

EMECÉ

Jueves, 16 de julio 2009, 04:56

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La verdad es que uno agradece las puestas en escena de óperas de época en las que se respeta la historiografía de las mismas, el ambiente escenográfico y vestuario, principalmente, sobre todo cuando en los tiempos actuales tan dados son algunos, con irrespetuosas osadías, a enmendar la plana a los autores de libretos y a los compositores. Es mundialmente conocida la copla que empieza diciendo . Pues bien, en este caso el color y el sabor especial llegó de la mano de la escenografía (elegante, luminosa, aromática) de Daniel Bianco y de la dirección escénica de Emilio Sagi (cuidada, rigurosa y efectista), recreando la Sevilla del último tercio del XVIII, tal y como la concibió Caron de Beaumarchais en su obra . Ayudó a ello el acertado vestuario creado por Renata Schussheim.

López Cobos tuvo el acierto de presentarnos esta ópera en su integridad, devolviendo la frescura mozartina en las olvidadas arias de Don Curzio, Bartolo y Macellina. Todo un acierto, al igual que su batuta, que rindió pleitesía al pentagrama. Buenos los ambientes sonoros orquestales y correcta la participación coral. Tézier en un barítono de buenas maneras, aunque un poco corto en los agudos para su conde de Almaviva. Hermoso el trabajo de Fritoli, como la condesa, dejando correr la voz con limpieza y emitiendo en cuidadas modulaciones. Isabel Rey, como Susana, fue de menos a más. Muy buen Figaro en la voz de Pisaroni, dando muestras de permanente seguridad. Marina Comparato hizo un Cherubino conservador, perdiendo oportunidades. Excelentes Fischer, Chausson, Giménez, Cardoso y Sola, como Marcellina, Bartolo, don Curzio, Barbarina y Antonio, respectivamente.

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