Manos a la obra

Los congresos suelen ser bastante previsibles en el fondo. No tanto en la forma. He vivido varios. Eufóricos, como el del año 2000 en Madrid. Tensos, como el de hace cuatro años en Valencia. Y éste en Sevilla. Lejos de la euforia, de la arrogancia, del triunfalismo, este congreso se ha desarrollado en un ambiente de gran preocupación porque necesitamos -no nosotros, no el PP sino el País- acertar en las medidas que está aplicando el Gobierno de España. Y eso, que preocupa mucho, sólo se puede mitigar desde la acción. El éxito es para los valientes. Y la apuesta, nuestra apuesta, la de todos, está encima de la mesa. Esperemos que la estrategia sea la correcta.

En ese contexto, el partido -impresiona ver cada cuatro años la fuerza del Partido Popular con más de 800.000 afiliados representados por 3.000 compromisarios en el Palacio de Congresos de Sevilla- debe avanzar y adaptarse a realidades cambiantes, a necesidades distintas, a problemas que hoy son nuevos y otros que han dejado de serlo.

Y de ahí nuestra apuesta por modernizar el centro derecha, abrir el Partido Popular a los escépticos, a los jóvenes, al futuro. Siendo eficaces en la gestión, tolerantes en el respeto a los derechos fundamentales, aperturistas e integradores. Ése es el PP que sale de la ciudad de Sevilla. Y la representación del PP vasco en la dirección del partido sale reforzada tras este cónclave.

Hoy más que nunca, con este cambio de era que estamos viviendo. Y tenemos que arrear, porque el individuo, el que sostiene todo el sistema, o percibe que la política sirve u otros vendrán a cargársela y sumirnos en una crisis de incalculables dimensiones para todos.

Avancemos pues, afrontemos los problemas, las dificultades económicas, ofrezcamos confianza y seguridad en ti, en tu futuro, en tus capacidades, dejándote hacer, no complicándote más tu vida, seamos implacables con la corrupción, y gestionemos el futuro de nuestra tierra, de Euskadi, sin miedo, en Libertad. Casi nada.