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CRÍTICA DE MÚSICA

Rusia irónica y sensible

MARÍA JOSÉ CANO

Viernes, 18 de noviembre 2011, 03:55

Fue, sin duda, un gran concierto y por muchas razones, aunque sobre todo -y eso es lo mejor- por cuestiones interpretativas. La Orquesta Sinfónica de Euskadi sonó ayer firme, segura, convencida, convincente y lo que es más importante, expresiva. Es bastante probable que en este resultado artístico tuviera mucho que ver el maestro encargado de dirigirla, Jesús López Cobos, pero siguiendo un símil gastronómico, sin unos buenos ingredientes -los músicos de la orquesta- no habría podido cocinar un plato tan suculento como el que pudimos degustar ayer.

Dos obras que pocas veces se interpretan de Stravinsky resultaron perfectas como aperitivo de un menú absolutamente ruso. Sus dos 'Suites para pequeña orquesta', formadas por danzas, destacaron por su frescura, su picardía y su apariencia juguetona estructurada a modo de miniaturas. Pudimos adivinar ecos de su 'Pulcinella' o de otras piezas breves para piano, dejarnos llevar con el pegadizo ritmo de algunas de ellas y saborear con agrado unas obras de aparente simpleza bien interpretadas.

El primer plato -muy bueno- fue un Prokofiev perfectamente cocinado en el que no faltó la ironía propia del autor, pero en el que sobresalieron aún más la sensibilidad y la expresividad, que se hicieron dueñas del auditorio. Tras un 'Allegro moderato' inicial que hizo temer pérdidas de conjunción entre la solista y un conjunto que parecía ir un poco por detrás, la violinista y la OSE hicieron piña para compartir una lectura primorosamente cuidada por López Cobos.

Arabella Steinbacher fue una de las grandes triunfadoras de la noche. Demostró personalidad, carácter, dominio, convicción, madurez y regaló momentos increíbles junto a la orquesta en un 'Andante assai' de cortar la respiración. El final de este movimiento, en los violoncellos, fue uno de esos momentos que se recordarán durante tiempo. Grandísimo y expresivo trabajo.

Pero a la Orquesta de Euskadi todavía le quedaba mucho que decir, en una 'Quinta' de Shostakovich que estuvo repleta de dinámicas, de mimados fraseos, de culto al sonido, de contrastes, de música. La sinfonía contó con multitud de detalles que no siempre se aprecian en la interpretación de esta obra, llena de contrastes y de ironía, pero también de momentos de enorme dulzura y sensibilidad.

El primer movimiento, 'Moderato. Allegro non troppo' fue una lección de reguladores, de las posibilidades dinámicas que puede llegar a tener una orquesta. Cada frase se dibujó con esmero. Especialmente memorable fue la lectura que regalaron del 'Largo', con un final exquisito, delicioso. El brutal contraste con el arranque del 'Allegro non troppo' final fue otro golpe de efecto sonoro al que se unieron miles de detalles. Fue, en suma, una demostración con credenciales de toda la ironía, la brillantez y la sensibilidad que puede encerrar la música sinfónica rusa del siglo XX.

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