Gustav Mahler, directo al corazón
Seis guipuzcoanos nos cuentan su relación con el compositor en su aniversario. Hoy hace exactamente cien años fallecía un creador que, sin tener la popularidad de otros músicos como Mozart, desata pasiones
:: MARÍA JOSÉ CANO
Miércoles, 18 de mayo 2011, 10:41
Su capacidad de conmover, la ironía, la profundidad, su combinación de lo sublime con lo humano. Cada persona encuentra en la música de Mahler una razón diferente para amarlo y sentirlo. Desde José Antonio Echenique, un programador que ha convivido con las obras del artista desde la Quincena Musical, hasta el médico Pep Piera, todos comparten pasión por un compositor al que muchos han llegado por el cine. Es el caso de Piera. «Lo primero que escuché fue el 'Adagietto' de la 'Sinfonía nº 5' en la película 'Muerte en Venecia', pero la primera toma de contacto con Mahler fue al llegar a la universidad. En mi grupo de amigos había uno que estudiaba música y era un entusiasta del compositor. En esa época descubrí las sinfonías nº 1 y nº 5. Me pareció una música diferente, compleja y llena de contrastes, con la que al principio costaba conectar, pero que poseía momentos bellísimos y de una gran profundidad».
Curiosamente, el director adjunto de la Quincena Musical también llegó a Mahler por el filme de Visconti. «Cuando cumplí veinte años me regalaron sus sinfonías dirigidas por Leonard Bernstein. Este regalo fue consecuencia del impacto que me causó su música en la película 'Muerte en Venecia'. Me cautivó su inmensidad, su profundidad, su dramatismo sin ser agresivo o su belleza». La traductora Koro Navarro comparte su primer contacto con el compositor. «Me pareció que su música, al igual que la película, tenía una belleza decadente, y supongo que con la osadía e ignorancia de la juventud, clasifiqué aquella música como bonito cursi. Años después empecé a asistir a los conciertos de la Quincena. Con la 'Sinfonía nº 2' y 'La Canción de la Tierra' empecé a enamorarme de la música de Mahler».
El director del Koldo Mitxelena Frantxis López de Landatxe, que también descubrió a Mahler por el cine, añade que «para mucha gente de mi generación esa película fue una auténtica sorpresa y el primer umbral para descubrir su música. El 'Adagietto' sorprendía por su versatilidad. La misma melodía era capaz de transmitir una melancolía y tristeza inmensas y, al poco rato, una alegría y esperanza desbordantes. Quizás, refiriéndome ya a su ciclo sinfónico, la primera impresión al escuchar a Mahler sea de espectacularidad y desmesura».
El sociólogo Javier Elzo destaca que Mahler «no fue en mi caso de los primeros: Beethoven, Schubert, Mozart, Bach o los Strauss vinieron antes. No sé por qué, pero creo que lo primero que oí de Mahler fue su primera sinfonía, en una versión volcánica de Dimitri Mitropoulos que después he escuchado con frecuencia. Me costó entrar en el primer movimiento, me sedujeron las variaciones del Frère Jacques y el final me clavó en la butaca». Uno de los principales responsables de la Asociación Luis Mariano de Irun, Jose Luis Barrio, lo descubrió «hacia los 20 años, en plena vida universitaria. Un grupo de amigos nos reuníamos para escuchar música y comentarla.Un día apareció uno de ellos con un disco con la Sinfonía nº 1 de Mahler. Fue una auténtica conmoción. Al terminar la obra nos quedamos todos en silencio, hasta que poco a poco reaccionamos. A partir de ahí mi interés fue creciendo».
Sentir engancha
Todos coinciden en la capacidad de Mahler de provocar sentimientos. López de Landatxe lo define como «una capacidad extraordinaria de conmover. Me parecen muy sugerentes las reflexiones del escritor italiano Alessandro Baricco, que equipara el esfuerzo del compositor para convertir las sinfonías en narraciones casi visuales, anticipándose en la música, a lo que el cine logrará en el siglo XX. La osadía de sus excesos, el gigantismo o el atrevimiento retórico de sus creaciones son, para Baricco, elementos de un auténtico montaje que, incluso supera al cinematográfico, por la capacidad de montar escenas simultáneas diferentes o contradictorias. Creo que tener la curiosidad de conocer y degustar esta visión puede ser suficiente razón para acercarse a su música».
Por su parte, Koro Navarro destaca «la belleza indescriptible de los ciclos de canciones, de algunos momentos de las sinfonías y la ironía y el sentido del humor, a menudo negro y fúnebre, que aparecen casi continuamente en su obra. En ese sentido, resulta un autor muy moderno; es más, es muy apropiado para el mundo postmoderno, que se toma muy pocas cosas en serio. Además, parece ser fuente de inspiración inagotable, como en un disco del gran pianista de jazz, Uri Caine, que hace versiones de las partes más judías de varias obras de Mahler». Para Pep Piera, «una vez que te acostumbras a su estilo de composición, aceptando los contrastes y que no haya un nexo de unión entre los elementos, disfrutas de cada momento. Es una música que llega hondo fácilmente, casi sin quererlo. Es de una belleza compleja, que parece intangible, y a su vez es una música profunda y dramática, aunque serena. Aunque al principio pueda parecer algo extraña, no se tarda en aceptarla y disfrutar de ella».
En opinión de Javier Elzo, lo que más engancha de Mahler es «probablemente algo que a algunos directores les lleva al rechazo. Nikolaus Harnoncout le reprocha su 'psicologismo', una música que expresa los estados de ánimo, que puede pasar del paroxismo a la melancolía más absoluta. Mahler, incluso en un movimiento de una sinfonía, puede hacer vibrar los diferentes estados de espíritu de una persona. Es un músico primario, va directo al sentimiento. Cuando además acierta con una bella melodía, es sublime. Irresistible».
Lo cotidiano y lo sublime
Jose Luis Barrio añade «su increíble combinación de lo cotidiano con lo sublime. La orquestación y sobre todo una sensación de que su música trasciende la pura estética musical hasta conceptos existenciales». Jose Antonio Echenique comparte con sus compañeros esa capacidad del compositor de hacer sentir. «Su obra nos refleja su interior con toda su complejidad, nos habla de sus sentimientos, de sus alegrías y tristezas. Es un humanista de la música. En muchas vivencias de mi vida su obra me ha acompañado como refugio, consuelo, alegría... Además, tiene un gran talento como compositor y director».
Las sinfonías, los 'Kindertoten lieder' y 'La Canción de la tierra' son las obras preferidas de estos seis apasionados de Mahler, que, en su opinión, es un compositor suficientemente valorado y con un hueco cada vez mayor en las programaciones. «Tengo la impresión de que en los últimos tiempos ha aumentado su popularidad y se le programa de forma estable, aunque generalmente se recurre a las obras más conocidas. El público aficionado a la música lo conoce ya bastante, mucho mejor que hace dos o tres décadas», comenta Pep Piera.
La Quincena Musical incluso programó la interpretación de todas sus sinfonías en varias ediciones. Según asegura Jose Antonio Echenique, responsable de esa integral, «a partir de los años ochenta, la obra de Mahler tiene una presencia cada vez más frecuente en el repertorio de las orquestas y en la programación de los festivales. La integral de sus sinfonías ha sido interpretada en estos últimos años con cierta asiduidad. El público ha sido cautivado por la belleza de su obra y responde con generosidad a su reclamo».