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'Paranympho Celeste'. Un visitante contempla el libro que recoge la historia de Arantzazu y sus prodigios, escrito por Juan de Luzuriaga. :: EFE
EXPOSICIÓN

El viaje extraordinario de Etxepare

El primer libro impreso en euskera sale por primera vez de la Biblioteca Nacional de Francia. El único ejemplar de 'Linguae Vasconum Primitiae' ya puede verse en la sede del Parlamento Vasco

NEREA AZURMENDI

Miércoles, 2 de febrero 2011, 02:49

No es un libro de gran formato, no tiene muchas páginas, no revela secretos trascendentales ni narra grandiosas epopeyas, pero el pequeño libro que, en 1545, hizo imprimir en Burdeos un sacerdote bajonavarro que nunca llegó a ostentar grandes cargos sigue dando lugar a las primicias que evoca su título, 'Linguae Vasconum Primitiae'. El único ejemplar del único libro conocido de Bernart Etxepare (1480-1545), el primero impreso en euskera, se vio ayer por primera vez en Euskadi, erigido en auténtico protagonista de la exposición 'Euskara, jalgi adi plazara'. La exposición, que el libro de Etxepare comparte con otros 13 volúmenes de los siglos XVI y XVII, ha sido organizada por el Parlamento Vasco con la colaboración de Euskaltzaindia.

De hecho, será la primera vez en varios siglos que el libro de Etxepare esté a la vista del público, porque ya fue adscrito a la reserva de libros raros cuando, tras la Revolución Francesa, se empezaron a poner los cimientos de la Biblioteca Nacional de Francia. En ella se integraron los fondos de la biblioteca real, de la que formaba parte el único ejemplar conocido del 'Linguae Vasconum Primitiae' que durante dos meses se puede contemplar en Vitoria.

«Un tesoro de la humanidad»

La pequeña sala Tomás Moro -el teólogo, humanista y escritor inglés cuya vida, truncada por el hacha del verdugo, coincidió en el tiempo con la de Etxepare- apenas dio de sí lo suficiente para acoger a todos los asistentes a la inauguración de la muestra, entre los que se encontraban la presidenta del Parlamento y promotora de la iniciativa, Arantza Quiroga; la consejera de Cultura, Blanca Urgell; una amplia delegación de Euskaltzaindia encabezada por su presidente, Andres Urrutia, o representantes de los grupos parlamentarios, que leyeron fragmentos de la obra de quien fue párroco de Eiheralarre y vicario de Donibane Garazi.

Al acto asistía, lejos de los focos, la persona que constituía la mejor prueba del carácter extraordinario del momento: la bibliotecaria de la BNF que, como condición para el traslado, ha acompañado al libro en un viaje que ella misma califica de «excepcional». Y lo es en sentido estricto. Por una parte, es excepcional que un libro del fondo de reserva de libros raros se muestre al público. Y es más excepcional todavía que salga de la BNF un ejemplar único. Para ella, especialista en libros del siglo XVI, el que resulta extraordinario es el libro, un libro «que desde que entró en la biblioteca ha ocupado una plaza importante, porque se sabía que era un libro único. Hay que darle la importancia que tiene al hecho de que, en 1545, alguien tuviera la iniciativa de imprimir un libro en una lengua que hablaba tan poca gente. Es algo muy inusual en aquella época, apenas cien años después de haberse empezado a utilizar la imprenta en Europa».

Si ella se mostraba sorprendida al descubrir que «casi toda la gente sabe cantar alguno de los poemas, lo que me desmuestra que realmente este libro forma parte del alma vasca», a los visitantes les sorprendía el excelente estado de conservación de un libro de hace 466 años, encuadernado en fina piel marrón, que luce en la portada un blasón con tres flores de lis. Y eso que jamás ha sido restaurado: «Es la encuadernación original, y está en tan buen estado porque siempre ha sido custodiado con muchísimo cuidado, ha sido conservado como el tesoro que es, un libro raro entre los raros».

La consideración de «tesoro de la humanidad» que atribuye al libro le ha hecho merecedor de una digitalización excepcional -realizada con técnicas reservadas, por su complejidad y su coste, a unas pocas obras-, que ha dado lugar a una edición digital de singular calidad a la que se puede acceder a través de Gallica, la biblioteca digital de la BNF.

Supervivencia «milagrosa»

El comisario de la exposición, el académico de Euskaltzaindia Xabier Kintana, enmarca el libro en la tendencia netamente renacentista, iniciada por autores italianos como Dante, Petrarca o Boccaccio, de ir liberándose del latín y comenzar a escribir en sus propias lenguas. La apuesta que hicieron los reformadores protestantes por traducir las Escrituras a lenguas hasta entonces arrinconadas por la Iglesia de Roma, con la intención de facilitar su difusión entre el pueblo poco ducho en latines, dio un enorme impulso a esa tendencia, pero Etxepare no encaja en ella, ya que su libro de protestante no tiene absolutamente nada, y de religioso no pasa de tener lo justo. «Era un espontáneo», subraya Kintana.

'Linguae Vasconum Primitiae', pese a ser la obra de un clérigo, es un libro bastante mundano que, después de dedicar el primer poema a la doctrina cristiana, se explaya, sobre todo, en cuestiones más relacionadas con el amor terrenal que con el espiritual. 'Desengaño de amantes', 'El amante celoso', 'Petición de beso', 'Requerimiento de amor' o 'Desdén de la amada cruel' son algunos de los títulos de los nueve poemas que, de quince, destina a cuestiones más o menos románticas. Les acompañan uno dedicado a defender a las mujeres, otro en el que se defiende a sí mismo de las acusaciones, según él falsas, que le llevaron a la cárcel, y dedica los dos últimos y más conocidos -'Kontrapas' y 'Sautrela'- a la defensa del euskera.

«Pocas lenguas han hecho una entrada tan festiva en la literatura», escribió Koldo Mitxelena en referencia al libro de Etxepare, subrayando que «hizo algo más, y era consciente de que hacía algo más: de que el era el primero en presentar el euskara en la gran plaza del mundo». Pero ni su voluntad expresa por sacar al euskera a la plaza ni sus devaneos amorosos, especialmente estos últimos, fueron muy bien vistos por la Iglesia, y esa es, probablemente la razón por la que solo haya llegado hasta nuestros días un ejemplar de la primera edición.

Como recuerda Xabier Kintana, «tras el concilio de Trento, la Iglesia católica decidió, tal como habían hecho antes los reformistas protestantes, que no era propio de sacerdotes escribir libros jocosos sobre temas que no tenían nada que ver con la religión». En consecuencia, procedieron a limpiar las bibliotecas de obras no suficientemente pías. Con toda probabilidad, el libro de Etxepare se libró del exterminio completo «porque nadie se atrevió a quitarle al rey un libro de su biblioteca».

En buena compañía

Siendo el más singular, el más valioso y el protagonista del viaje más extraordinario, el libro de Etxepare no es el único volumen interesante o curioso que puede encontrarse en la exposición. Tampoco es el más antiguo, porque le gana en veteranía una obra del humanista e historiador siciliano afincado en Castilla, Lucio Marineo Sículo, impresa en 1533, que contiene el primer pequeño diccionario en euskera y procede de los fondos de la biblioteca del Parlamento Vasco.

Con excepción del libro cedido por la Biblioteca Nacional de Francia y del ejemplar del Nuevo Testamento de Joanes Leizarraga que ha prestado Euskaltzaindia, la biblioteca de la Cámara vasca es el origen de los libros que componen la muestra, y dar a conocer ese patrimonio es, precisamente, uno de los objetivos de la iniciariva. Así lo indicó Arantza Quiroga, que también agradeció a su predecesor y primer presidente del Parlamento Vasco y promotor de la biblioteca parlamentaria, «la labor que hoy hace posible contemplar estos ejemplares».

Ejemplares como el 'Guero' de Pedro de Axular, de 1634 -también está el 'Gueroco guero'- o del 'Notitia Utriusque Vasconiae' de Arnaud de Oihenart, de 1638, obras de referencia en la historia de las letras vascas. Pueden verse también ejemplares de trabajos menos conocidos, como el 'Paranympho Celeste' de Juan de Luzuriaga, una completa «historia de la mystica zarza, milagrosa imagen y prodigioso santuario de Aranzazu». Y descubrir, de la mano del traductor Silvain Pouvreau, que antes de ser cardenal y duque, cuando solo era obispo, Richelieu escribió un catecismo masivamente difundido en Francia.

Durante dos meses , y con carácter excepcional, todas esas joyas bibliográficas están a la vista de todos «en la casa de todos». Después, volverán a la oscuridad que las ha protegido durante siglos.

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