Zapata relanza la disidencia

El efecto más inmediato de la muerte de Orlando Zapata Tamayo tras 85 días de huelga de hambre ha sido relanzar a la disidencia interna de Cuba a las primeras páginas de la prensa internacional. En el plano nacional, hubo que esperar hasta ayer para que el diario 'Granma' informara del hecho. El texto «¿Para quién es útil la muerte? es un relato detallado del historial delictivo de Zapata.

Su autor, Enrique Ubieta, revela que fue condenado por robo, estafa, lesiones y tenencia de arma blanca -un machete con el que partió «el cráneo al ciudadano Leonardo Simón»- y desordenes públicos, entre otros. Añade que salió bajo fianza el 9 de marzo de 2003 y volvió a delinquir el 20 de marzo, justo cuando 75 opositores fueron detenidos.

El periodista cubano critica a medios extranjeros y gobiernos por «apresurarse a condenar la muerte en prisión». No explica que fue en huelga de hambre y tampoco estaba a disposición de la prensa esas precisiones difundidas ayer. Dice que fue atendido por los médicos, de lo que hay «pruebas documentales» e insiste en que la oposición utilizó un hombre «prescindible» para tener su héroe.

Y tiene razón, Zapata es el primer mártir de la oposición, que «se ha levantado con un sólo grito», según afirmó en una entrevista con este diario Elizardo Sánchez Santa Cruz, director de la Comisión de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional.

La muerte trágica de Zapata ha supuesto un impulso para el grupo de la disidencia, que sin ser nuevo estaba muy dividido por afanes de protagonismo o rivalidades personales. «Hace 25 años los disidentes militantes en Cuba éramos menos de diez actuando abiertamente en las calles. Ahora somos miles y miles. Cifraría entre 4.000 y 5.000 la gente con la que se puede contar, pero estimamos que más de 20.000, que estuvieron dispuestos a firmar el Proyecto Varela para nada están aplaudiendo al Gobierno», lamenta Elizardo Sánchez.

En todo el país se pueden contabilizar unos 150 grupos, formados en torno a partidos políticos y todos ilegales porque el único permitido es el gubernamental Partido Comunista de Cuba. El regimen no reconoce a disidentes ni a presos de conciencia, porque son «mercenarios a sueldo de Estados Unidos» cuyo fin es socavar la revolución.

Generalmente son pequeños y cambian mucho de nombres. Pero hay algunos que marcan la pauta. Entre los más próximos a EE UU figura el liderado por Marta Beatriz Roque, condenada con los 75 y excarcelada por razones de salud y Vladimiro Roca, veterano también en estas lides. Impulsores de la Asamblea para promover la sociedad civil, han firmado documentos pidiendo cambios y mayores libertades con el movimiento Todos Unidos.

Un partido crucial

Apoyado por la Democracia Cristiana, está Osvaldo Payá y su Movimiento Cristiano de Liberación. Su iniciativa para la recogida de firmas para el Proyecto Varela le valió ser galardonado con el premio Sarajov del Parlamento Europeo. Distinción que también fue concedida a las Damas de Blanco, que integra a las mujeres de los presos de conciencia. Se formó tras el arresto de los 75 en la primavera del 2003. Ellas son quienes más se dejan ver en las calles,vestidas de impoluto blanco. También figura el Partido Arco Progresista, liderado por el historiador Manuel Cuesta Morúa, y apoyado por la socialdemocracia. De talante moderado apuesta por no romper el diálogo, ni siquiera en las circunstancias actuales.

Elizardo Sánchez pinta el escenario de un gran estadio en un partido crucial: «En el campo nosotros corriendo detrás del balón y la Policía política corriendo detrás de nosotros. En las graderías 11 millones de cubanos aplaudiendo, chiflando, alentando, lo que sea pero sin bajar al terreno». Reconoce que muerte de Orlando «será un parteaguas», pero con «poco peso específico interno». Para eso todavía falta.