Borrar
Koldo Mitxelena nació en Errenteria en 1915 y murió en Donostia en 1987.

El lingüista que unificó el euskera

El jueves se cumple el centenario del nacimiento de Koldo Mitxelena

ANIA M. SEISDEDOS

Martes, 18 de agosto 2015, 17:19

Han pasado veintiocho años desde su muerte, pero su figura permanece en el recuerdo de todas aquellas personas que le conocieron, así como en el de muchas otras que solo accedieron a él a través de sus obras. Considerado una de las máximas autoridades en los estudios sobre el euskera, Koldo Mitxelena Elissalt -o Luis Michelena, como firmaba sus textos en castellano-(Errenteria, 1915) cumpliría el jueves cien años.

Hombre de vivas inquietudes humanísticas, comenzó muy joven a familiarizarse con el euskera culto ya que, obligado a guardar cama a causa de una enfermedad, dedicó largas horas a la lectura.

Ya recuperado, pasó su juventud trabajando en una fábrica, ocupación que compaginaba con los estudios. Fue en aquella época cuando comenzó a sentir una fuerte atracción por la generación literaria vasca de la preguerra, interesándose sobremanera en Lizardi. Según sus propias palabras: «Lizardi para mí supuso una revelación».

Tras la Guerra Civil, en la que luchó en un batallón del Euzko Gudarostea, Mitxelena fue condenado a muerte el 7 de septiembre de 1937, pena que después le fue conmutada por la de 30 años en prisión. Finalmente pasó siete encarcelado en dos períodos diferentes. Fue allí donde, además de estudiar filosofía y letras, aprendió varios idiomas «para leer la literatura inglesa y alemana en su versión original», decía él mismo.

Una vez puesto en libertad continuó investigando sobre los orígenes del euskera, se casó con Matilde Martínez de Illarduya, con quien tuvo dos hijos -Itziar y Rafael- y en 1958 consiguió el título de doctor en Filosofía y Letras, que le valió a su vez para ocupar la primera cátedra de Lengua y Literatura Vascas que se creó en España, en la Universidad de Salamanca.

«Su aportación es sustancial»

Entre otras cosas, a Koldo Mitxelena le deben los vascohablantes, muy probablemente, la supervivencia del idioma. «Como él decía, lo ideal sería que todos supiéramos utilizar todos los dialectos que tiene el euskera y que fuéramos capaces de entendernos perfectamente utilizando cada uno su argot. Pero como todos, él sabía que eso era imposible. Y así como algunos creen que tener muchos dialectos es una riqueza intrínseca de un idioma, lo que en realidad esconde es una gran debilidad. Mitxelena sabía que los dialectos se estaban separando cada vez más y que eso no hay lengua que lo soporte», explicó el lingüista Pello Salaburu.

Aunque Euskaltzaindia se creó con ese motivo en la segunda década del siglo XX, la unificación del euskera no fue posible hasta 1968, cuando Mitxelena propuso su modelo en el Congreso de Arantzazu. «No era un trabajo muy largo, sino una propuesta en la que hablaba de ortografía y morfología, entre otras cosas, con el fin de unificar las diferencias enormes que había entre las escrituras», contó Salaburu.

Para llevar a cabo este proceso, Mitxelena recogió trabajos que ya habían realizado Gabriel Aresti y Txillardegi. Partiendo de esas bases y ante la diversidad, tanto ortográfica como morfológica, de las normas de escritura del euskera, fue buscando el término medio, el punto de confluencia de todas ellas. «Sus criterios fueron fundamentalmente lingüísticos, buscaba aquello con lo que todo el mundo se pudiera identificar de forma fácil», continuó el lingüista.

«En el Congreso se debatió y aceptó la propuesta de Mitxelena y se estableció un margen de diez años para ver si tenía éxito entre los escritores. Y la verdad es que fue aceptado de forma inmediata, sobre todo por los escritores más jóvenes, muchos de los cuales comenzaron a publicar entonces. Aunque también se generó una gran polémica. Hubo discusiones terribles entre los autores y la gente que estaba a favor y en contra, pero Mitxelena aportó un poco de sentido común a esos debates», relató Salaburu.

No obstante, diez años después, en el Congreso de Bergara, los resultados de las encuestas que se habían realizado en aquel periodo de tiempo demostraron que la mayor parte de lo que se había escrito durante aquella década se había hecho en euskera batua.

«Por tanto, gracias al trabajo de Mitxelena la comprensión entre un hablante de Zuberoa y otro de Bizkaia es mucho más fácil ahora que hace cincuenta años. Por eso le debemos tanto y por eso su aportación al idioma es sustancial. Él dotó también a los lingüistas de una serie de instrumentos para que tengan un conocimiento de la historia de la lengua mucho mayor del que existía antes. En pocas palabras, Mitxelena fue capaz de hacer recorrer al euskera el camino de la unificación en muy poco tiempo, algo que a otros idiomas les cuesta cientos de años, dotando a los lingüistas de medios técnicos fiables y equiparables a los de cualquier otra lengua», recalcó Salaburu.

Además de la unificación, Mitxelena dejó un legado de obras entre las que destacan 'Historia de la literatura vasca' (1960) y 'Fonética Historica vasca'(1961). Como reconocimiento a su labor recibió además galardones como el Premio Ossian por su dedicación a la cultura vasca, el Premio Menéndez Pidal, máxima distinción en España para la investigación humanista y en 1983 fue nombrado doctor honoris causa por la Universidad Autónoma de Barcelona.

La universidad vasca

Koldo Mitxelena tuvo también un papel importante en la creación de la Universidad del País Vasco (UPV). Poco tiempo después de su fundación, sus impulsores se plantearon que esta debía contar con estudios de filología vasca y se creó la facultad de letras en Vitoria. Pero hacían falta profesores y hubo que traer gente de fuera para poner en marcha las diversas escuelas. Para la de letras llamaron a Mitxelena.

«Entre muchos otros, creo que Mitxelena hizo un gran esfuerzo por venir a Vitoria, porque en Salamanca tenía una muy buena calidad de vida, al ser una persona muy conocida y respetada y vivir de forma muy cómoda. Pero vino para ayudar a poner en marcha algo que él había defendido con uñas y dientes, la creación de una universidad pública en el País Vasco. Además, en una de las muchas crisis que hubo en los primeros años de la UPV, él fue uno de los vicerrectores al mando y asumió parte del trabajo burocrático», concluyó Salaburu.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

diariovasco El lingüista que unificó el euskera

El lingüista que unificó el euskera