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Una mujer rellena la matrícula en la Universidad a distancia. [DV]
ECONOMÍA

Ciudadanos influyentes

Son reivindicativos, más cultos que las generaciones de jubilados precedentes, a veces pueden prestar dinero a sus hijos y forman un nuevo grupo de presión

I. BERNAL

Sábado, 3 de noviembre 2007, 01:42

BILBAO. DV. Hasta no hace mucho cumplir los 65 y jubilarse no sólo era sinónimo de retiro profesional. La jubilación marcaba el inicio de la vejez, de un cierto retiro vital que llevaba, primero, a la inactividad y, después, a la enfermedad, la dependencia... En las últimas décadas, sin embargo, el incremento de la esperanza de vida ha modificado de forma notable el perfil del jubilado tradicional. Los abuelos siguen leyendo el periódico, viendo la tele y saliendo a pasear, pero ahora también se conectan a Internet, hacen deporte y viajan.

Para empezar, se trata de un segmento de la población que tiene -y así lo percibe- buena salud; una persona de 75 años tiene hoy la misma calidad de vida que una de 60 años en la década de los 70. Este bienestar es además cada vez más duradero. Estadísticamente, la dependencia física no llega hasta los 77 años. Así, los sociólogos ya hablan de los 'mayores jóvenes' -quienes tienen entre 65 y 75 años- y de los 'mayores viejos' -quienes superan ese umbral- para abordar los cambios sociales derivados de este envejecimiento de la población.

Otra característica fundamental de los nuevos mayores -especialmente de los 'jóvenes'- es que son más más cultos que los jubilados de generaciones anteriores. Según el informe 'El envejecimiento de la población vasca', publicado por el Gobierno autónomo en 2005, «mientras que hace 20 años entre las personas que llegaban a la edad de jubilación sólo un porcentaje mínimo contaba con estudios elementales, en 2001, el 13,5% tiene al menos estudios profesionales o secundarios».

Consecuencia directa: a mayor nivel cultural, mayores inquietudes y mayor activismo social. Es más, hay estudios que relacionan la mayor participación social -lo que también incluye la práctica de ejercicio y el mantenimiento de una actividad intelectual- con la reducción del riesgo de convertirse en personas dependientes.

¿Carga o potencial?

El paulatino incremento de los miembros de este grupo de edad y de sus capacidades genera una novedad social; los ancianos hoy pueden constituirse en grupos de presión. «Han pasado de ser 'sólo' jubilados a ser ciudadanos influyentes», resume María Teresa Bazo, catedrática de Sociología de la Universidad Pública del País Vasco (UPV). «Como todo lo medimos automáticamente en términos económicos, al constatar que las personas mayores son una parte importante y creciente de la sociedad, lo primero que hacemos es verlos como una carga. Nos preocupa si el sistema de pensiones será o no capaz de aguantar esa presión demográfica, lo que nos costará su atención sanitaria y social... Lo que nos cuesta mucho más es ver que estas personas tienen un potencial enorme y una capacidad de contribución productiva que ninguna sociedad se puede permitir desperdiciar», explica.

Primero. Son un considerable nicho de empleo, incluso si únicamente miramos la parte negativa de la vejez. Se estima que la puesta en marcha de los servicios contemplados en la Ley de Dependencia generará 300.000 puestos de trabajo directos en España, la mayor parte destinados a cuidar de ancianos víctimas de alguna incapacidad. Pero, además, está la parte positiva, la de la oportunidad de negocio para quien sepa acercarse a un colectivo que tiene intereses variados, tiempo que dedicar a sus aficiones y una capacidad adquisitiva que también supera a la de jubilados de generaciones anteriores. «Ya hay ejemplos evidentes de cómo el mercado se está acercando a este público, ya sea con productos nuevos o con adaptaciones de otros. Hay editoriales que publican libros con un tamaño de letra mayor y empresas textiles que utilizan cada vez más el velcro y los ojales y botones grandes para que las personas mayores también puedan acceder a la moda», explica Joseba Etxebarria Gangoiti, profesor de Márketing Comunicacional de la UPV.

Se trata, eso sí, de un colectivo muy exigente, que lo mismo que tiene tiempo para disfrutar del bien adquirido lo tiene para estudiar detalladamente cada oferta comercial antes de decidirse. De hecho, hace de la propia compra una actividad social -una excusa para salir de casa- y no es presa fácil de la publicidad. «Las empresas tendrán que entender que lo que funciona con estos clientes es ser menos efectistas y más informativos», subraya Etxebarria.

Voluntariado

Segundo. Los mayores de hoy son más reivindicativos, ya sea en beneficio propio desde las agrupaciones de pensionistas o a través de la colaboración con organizaciones no gubernamentales en causas que la población ocupada tiene más abandonadas. «La gente mayor puede actuar como un grupo de presión y de hecho hay acciones políticas -promesas de mejoras en las pensiones, de ayudas, la propia Ley de Dependencia- ideadas para conseguir su voto», explica Bazo. Sin embargo, tampoco aquí parecen muy manipulables. «No conforman una subcultura sólo por tener la misma edad. Votan más, éso es cierto, pero por lo general en la vejez no se cambia de voto, se vota a los de siempre», asegura.

Es, también, el grupo donde más crece el voluntariado. Según un informe de Bolunta, la agencia vizcaína para el voluntariado, aunque el perfil predominante aún pertenece a los estudiantes, poco a poco va ganando terreno el de los mayores de 65 años, un colectivo al que pertenece ya el 19% de los voluntarios vizcaínos.

Por último, está el papel familiar, donde la incorporación de la mujer al trabajo remunerado obliga a muchos abuelos a ejercer de canguro a tiempo completo. Pero el cuidado de los nietos -u otros miembros del hogar- no es la única aportación de los ancianos a la familia. «Por primera vez, los jubilados de hoy están en disposición de dar dinero a sus hijos, ya sea para algún capricho o para el mantenimiento del nivel adquisitivo de una generación que es bastante más consumista que ellos», subraya María Teresa Bazo. También hay que tener en cuenta en este apartado a los pensionistas que con su subsidio sostienen a la familia, situación que se da en uno de cada tres hogares españoles.

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