Un helicóptero sobrevuela, ayer, el barco. A la izquierda, el párroco. :: REUTERS
MUNDO

El naufragio del cura mentiroso

El desastre del 'Costa Concordia' destapa la trola de un párroco italiano a sus feligreses, a quienes había dicho que se iba de ejercicios espirituales

ÍÑIGO DOMÍNGUEZ

Sábado, 28 de enero 2012, 03:39

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Es una sensación incómoda, difícil de manejar, que causa desasosiego, pero que parece inevitable tratándose de Italia. Una tragedia colosal como la del crucero 'Costa Concordia', cuyo balance actual es de 16 muertos y 19 desaparecidos, ha ido perdiendo su tono grave primordial con ribetes cómicos en un segundo plano. A las 4.200 personas que iban a bordo y sus familiares no les hará ninguna gracia, o quizá les ayude a explicarse lo ocurrido, pero visto desde fuera la solemnidad del naufragio ha degenerado en opereta.

Empezó con las peripecias del inenarrable comandante Schettino y cada día que pasa una anécdota derriba la barrera de lo imaginable y el tabú de lo humorístico dentro de lo dramático, esencia de la comedia a la italiana. Último episodio, a esta hora: el desastre ha descubierto la trola de un párroco que había dicho a sus feligreses que se iba una semana de ejercicios espirituales y en realidad se marchó de crucero con la familia.

El pobre hombre es Massimo Donghi, joven párroco de Besana Brianza, pequeña localidad alpina, y la culpa es de la red social Facebook, como ocurre a menudo en el descubrimiento de casos de infidelidad. Se había embarcado con su madre y su sobrina en la ruta mediterránea 'Perfume de cítricos' y se ignora si les puso al corriente de su mentirijilla, pero apenas tocaron tierra su sobrina pilló un ordenador y dijo que su tío el cura estaba bien.

No se sabe si lo hizo para tranquilizar a los conocidos o por esa extraña forma de vanidad moderna que es el contar al orbe las más mínimas incidencias de la propia vida. Así que cómo no relatar por una vez algo interesante, el naufragio de un crucero de 300 metros. Los feligreses, lejos de tranquilizarse, han pedido explicaciones. Hasta ahora el párroco tenía en Facebook 688 amigos, o lo que quiera decir eso, pero quizá pierda alguno. En su página cita una frase de Hermann Hesse con potente valor premonitorio: «Cada hombre tiene un papel en la vida, que no es aquel que habría querido elegir». En efecto, a él le habría gustado no estar en el crucero.

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El 'Costa Concordia' ya es una metáfora más de Italia. Recapitulando. El capitán Schettino dice que aquel arrecife no está en los mapas. Luego se sabe que tardó más de una hora en dar la alarma y mintió a la Guardia Costera. También simuló por radio que estaba a bordo, aunque se piró cuando la nave se inclinaba. Pero alegó que se había caído en un bote.

Resulta que todo fue por pasar rozando una isla para saludar a un excapitán jubilado del lugar. Que ni siquiera estaba allí esa noche. Y que además le critica por semejante tontería. Aunque luego se descubre que en su autobiografía también él hace un panegírico de proezas similares y la emoción de acariciar las rocas con la proa. Aparece en escena una rubia moldava que cenó con el capitán y subió con él al puente de mando antes del choque. Y otra misteriosa señora sin identificar que pudo llevarse el ordenador de Schettino del hotel. Ah, la caja negra estaba rota. Entretanto un periodista inglés es capaz de comprar un billete en la web de la compañía para el próximo crucero del barco hundido. La penúltima: la maqueta oficial del buque del centro de rescate fue cedida a un popular programa de televisión, que se pirra por ilustrar los sucesos con miniaturas. A los bomberos, que aún buscan cadáveres, les dieron la de una nave gemela.

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