Portugal encara una era de sacrificios a cambio de 80.000 millones de Europa
La UE impone «ambiciosas» privatizaciones y la reforma del mercado laboral
IÑAKI CASTRO
Sábado, 9 de abril 2011, 12:35
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Portugal ya puede prepararse para una época de sacrificios. Los ministros de Economía de la UE anunciaron ayer que el país luso deberá poner en marcha un programa de ajustes todavía más duro que el que provocó la dimisión de su primer ministro. A cambio, Bruselas concederá una línea de créditos de 80.000 millones de euros al Gobierno de Lisboa para que pueda hacer frente a su asfixiante situación financiera. Los primeros préstamos podrían llegar a finales de mayo si los partidos portugueses, que se encuentran en plena precampaña electoral, aceptan las condiciones europeas.
Los titulares de Finanzas, que celebraron su cita mensual en Hungría porque ocupa la presidencia de turno de la Unión, parecen decididos a no perder ni un segundo en la tramitación del rescate de Portugal. Apenas dos días después de que el primer ministro luso en funciones, José Sócrates, anunciara su petición de auxilio económico, los representantes de los Veintisiete acordaron abrir las negociaciones para ayudar al país. Y lo hicieron con «estrictas condiciones» por delante. Bruselas no quiere dar la sensación de que entrega cheques en blanco ni flexibles salvavidas para escapar de la presión de los mercados.
El documento pactado por los ministros de Economía expone claramente los «tres pilares» en los que deberá basarse el programa de reformas portugués. De entrada, se exige un «ambicioso ajuste fiscal» para reconducir la situación financiera. Además, la UE reclama un plan para espolear el crecimiento y la competitividad. El país ibérico, que cuenta con una tasa de paro del 11%, no solo ha pagado los efectos de esta crisis. Según diversos analistas, la economía lusa arrastra el peso de una década perdida en la que el PIB aumentó a un raquítico promedio del 1%.
Conscientes de esta situación, los responsables económicos europeos apuestan por reformas estructurales en materia de empleo. El texto consensuado llama especialmente a eliminar las «rigideces» en el mercado de trabajo. También se remarca la necesidad de alentar la innovación y respaldar a los emprendedores. A juicio de la UE, este esfuerzo por reactivar la economía debería ir acompañado de un «ambicioso programa de privatizaciones», un mandato que abre un horizonte de posibilidades para las empresas españolas.
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Solvencia bancaria
El tercer pilar identificado por Europa aboga por aprobar nuevas medidas que contribuyan a garantizar «la liquidez y la solvencia» del sector bancario luso. El comisario de Economía, el finlandés Ollin Rehn, admitió que buena parte del paquete de rescate se destinará al saneamiento de las entidades financieras. El Financial Times precisaba ayer que de los 80.000 millones previstos inicialmente en el programa de ayuda 35.000 se emplearán para hacer frente al pago de deuda en los mercados y otros 25.000 se destinarán a enjugar el déficit público.
Todo este paquete de medidas esbozado por la UE adquiere una dimensión completamente distinta al que precipitó la caída de Sócrates. El líder socialista dimitió el mes pasado después de que el Parlamento rechazara en bloque, entre otras cuestiones, recortar las pensiones superiores a 1.500 euros y ajustar los gastos en medicamentos o escuelas. Bien es cierto que se trataba del cuarto programa de reformas de un Gobierno que luchaba por reducir el déficit este año a la mitad (4,6%). La renuncia del primer ministro provocó el adelanto de las elecciones al 5 de junio. Ante esta situación, la UE acordó pactar las condiciones del rescate con la oposición para asegurarse de su cumplimiento.
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Rehn, que junto al Banco Central Europeo y el FMI negociará el rescate, fue el encargado de avanzar la primera estimación oficial de su coste. Según sus cálculos, los 80.000 millones cubrirarán la necesidades financieras de Portugal durante los próximos tres años. Los primeros créditos, sin embargo, no llegarán hasta finales de mayo, lo que obligará al país ibérico a afrontar en solitario los pagos previstos hasta entonces. Se da por seguro que Lisboa no tendrá problemas para abonar a los mercados los 4.300 millones en bonos que vencen este mes, pero las dificultades podrían agudizarse en junio con las obligaciones de pago de otros 5.000 millones.
Aunque todavía no se ha cerrado el montante total del rescate, los socios comunitarios ya empiezan a echar cuentas de lo que tendrá que aportar cada uno. Las cantidades variarán en función de la procedencia de los fondos. Si se sigue el patrón de Irlanda -el salvavidas griego fue distinto porque la UE no disponía de las herramientas actuales-, el dinero se transferirá desde el FMI, los presupuestos comunitarios y el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera. Elena Salgado avanzó ayer que en una primera estimación a España le corresponderían 5.000 millones.
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Pese a que la UE insistió en que la solidaridad de sus miembros no será gratuita, varios países expresaron su contrariedad con el Gobierno luso. «El paquete de ajustes debe ser más duro y global que el rechazado por el Parlamento luso», proclamó el ministro finlandés de Economía, Hyrki Katainen. Su homólogo sueco, Anders Fog, calificó de «irresponsables» las políticas del Ejecutivo socialista portugués y también censuró «el tiempo perdido» antes de pedir el rescate. En varios países comunitarios que no han pasado estrecheces con la deuda soberana empieza a cobrar fuerza la tesis de que debe castigarse a los socios que no han hecho los deberes a tiempo.
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