«Los jóvenes viven hoy un espejismo de igualdad»
El Aulario de la UPV expone varias investigaciones sobre género. «Se necesitan más sensibilización y recursos para que la igualdad formal se traduzca en igualdad real», subrayan
ARANTXA ALDAZ
Miércoles, 9 de marzo 2011, 09:13
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De lo que dicta la teoría a lo que sucede en la práctica suele distar un abismo. En el caso de la igualdad de género, el camino para lograr ese derecho social sigue siendo kilométrico, también entre los jóvenes. Si bien se tiende a pensar que las nuevas generaciones están libres de la lacra de la violencia machista, los datos evidencian que alrededor de un 7% de los casos de malos tratos se produce entre los 16 y los 20 años, según el Instituto de la Mujer. Las relaciones caducas, basadas en modelos patriarcales donde persiste el control del hombre sobre la mujer, se han heredado en muchas parejas en las que fragua durante el noviazgo una relación que se tornará dramática.
El cambio de perspectiva necesita de «más recursos y de sensibilización» destinados a los más jóvenes. «No se puede bajar la guardia si queremos que la igualdad formal se traduzca en una igualdad real», han concluido los investigadores de la Facultad de Psicología de la UPV/EHU tras un programa de formación con estudiantes de entre 19 y 21 años, cuyas conclusiones presentaron ayer en el Aulario del campus de Ibaeta con motivo de la celebración del Día Internacional de la Mujer. Maribel Pizarro, Leire Gar-tzia, Xabi Odriozola, Mikel Otxotorena y Aitor Aritzeta trabajaron durante el curso pasado con veinte universitarios con quienes abordaron a lo largo de varias sesiones formativas diferentes temas relacionados con los valores y creencias sociales vinculadas al género. En un marco como la universidad, al que se le presupone un espíritu crítico y motor de cambio, los investigadores están convencidos de que también se tiene que impulsar desde las aulas «una mayor conciencia y reflexión» para intentar corregir «los mitos sobre la violencia de género» y las desigualdades entre hombres y mujeres.
Pizarro y Gartzia cuentan que una de las cosas que más les sorprendió tras el taller con los universitarios fue la percepción que tenían los jóvenes ajena a esa realidad. «No son conscientes de que ellos también pertenecen a un sistema en el que perviven las desigualdades. Viven un espejismo de igualdad, quizá porque todavía no se han incorporado al entorno laboral y no han sido testigos de las diferencias de oportunidades tanto económicas como sociales que existen entre hombres y mujeres», explican. «Están convencidos de que una vez lograda la igualdad legislativa ya está todo hecho -añaden-. Pero no se plantean una reflexión sobre su entorno más cercano». Por ejemplo, por qué en la carrera que han elegido -en este caso Psicología- es mayoritaria la presencia de mujeres. «El 80% de los alumnos son chicas. Es cierto que en las carreras técnicas y sanitarias cada vez es mayor la presencia femenina, pero no sucede lo mismo al contrario. Los chicos no han accedido a las carreras sociales, que se consideran más femeninas, porque están más vinculadas al cuidado de los demás y son, en cierto modo, una extensión del rol doméstico que les atribuye a las mujeres».
Factores sociales
Lo curioso de esa falsa conciencia de igualdad es que una gran mayoría de alumnos universitarios no reduce la violencia de género a factores individuales del agresor (celos, consumo de drogas, alcohol...), sino que la atribuye a factores sociales y estructurales, como son las relaciones sustentadas en el machismo, explica Ainara Arnoso, investigadora de la Facultad de Psicología. Arnoso ha recogido las opiniones de 395 estudiantes de diferentes carreras sociales en las que subyace otro dato relevante: la mayoría asocia el concepto de la violencia contra las mujeres únicamente a los malos tratos físicos, «y no a otras violencias como la económica, laboral, sexual...», detalla.
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Los investigadores inciden en que para intentar realizar el objetivo de la igualdad de género hay que informar y sensibilizar sobre la amplitud, gravedad y rasgos particulares de la violencia contra las mujeres, «deconstruir», en definitiva, la posición instaurada de dominio masculino.
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