La pasarela de Riberas cumple dos años
Los vecinos critican la pronunciada pendiente de la cuesta. Denuncian la falta de accesibilidad para minusválidos y el horario de apertura
ELI KORTA
Martes, 1 de febrero 2011, 04:25
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La pasarela Mikel Laboa que conecta Riberas con Cristina Enea «es uno de los mayores aciertos que se han dado en el barrio», comentan varios vecinos. Ayer se cumplía el segundo aniversario de la apertura de este puente que ha sido ampliamente valorado tanto por los vecinos de Riberas como por los de los barrios colindantes. Y es que la pasarela sitúa a los erriberatarras en el Centro, Egia o Gros en poco más de un cuarto de hora, mientras que antes de su apertura era necesario bordear el río recorriendo Amara para llegar a la zona céntrica de la ciudad, duplicando el tiempo de recorrido.
No obstante, a pesar de ser uno de los accesos más aplaudidos por los vecinos, han detectado diversos aspectos mejorables y que, por el momento, no han logrado solventar tras sus solicitudes al consistorio.
Tal es el caso de Pablo Arrastio, vecino de Riberas que se mueve en silla de ruedas y que al día siguiente de la apertura de la pasarela, cruzó «ilusionado para conocer este nuevo y esperado puente», al igual que lo hicieron muchos de sus vecinos. No obstante, asegura que «no conseguí subir más que unos pocos metros de la cuesta que hay justo después de la pasarela, entrando en el parque de Cristina Enea, porque tiene una pendiente imposible de subir con la silla».
No dudó en contactar con el Ayuntamiento para solicitar una solución al problema. En respuesta a su petición, el alcalde de San Sebastián respondió a través de una carta en junio del año pasado en la que señalaba que «no es posible una solución de rampa para evitar la cuesta pronunciada, (.), porque exigiría una rampa muy larga y haciendo zig-zag para que cumpla la normativa. Pero ello provocaría derribo de numerosos árboles y hormigonar un área importante. Todo ello en su día fue rechazado por la Diputación y objeto de críticas por parte de grupos radicales», explicaba el alcalde.
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Tras esta argumentación, Odón Elorza invitaba a este vecino a hacer uso de los accesos ya existentes, es decir, a acceder al centro de la ciudad a través del paseo que recorre «toda la margen del río para conectar sin obstáculos y peatonalmente el barrio de Loyola con el Paseo de Vizcaya».
Si bien Arrastio reconoce que en diferentes puntos de la ciudad el Ayuntamiento «ha realizado esfuerzos para mejorar la accesibilidad de los minusválidos», considera que la respuesta ofrecida por el alcalde en este caso es «despreciativa y vejatoria» porque con ello «está excluyendo de esta obra, que tanto ha beneficiado al barrio en general, a las personas con problemas de movilidad». Apunta, además, que en Riberas hay numerosas personas que se encuentran en la misma situación porque se han llevado a cabo diversas promociones de VPO en las que se suelen reservar pisos para minusválidos. Asimismo, destaca que «si en las obras privadas, como en comercios o bares, se exige que los accesos se adapten a personas con problemas de movilidad, el Ayuntamiento debería hacer lo propio con sus obras nuevas».
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Resbalones
Laura es otra de las vecinas que solicita una solución urgente a esta rampa ya que el pasado verano se fracturó el brazo al caerse por esta cuesta. «Llevaba a mis hijos de 3 y 1 año y, tratando de evitar que se me volcara la silla con los niños, me rompí el brazo», explica.
Asimismo, en la asociación de vecinos han recogido numerosas reclamaciones sobre la superficie deslizante del puente. «En cuanto llueve, la pasarela se convierte en una pista de patinaje», señala un vecino. «Hace poco vimos caer a dos chicas y un atleta. No se trata sólo de echar sal cuando hiela sino que el simple hecho de que esté un poco mojada, la convierte en peligrosa», advierten.
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Dado el éxito de la pasarela en el vecindario y el gran uso que se hace de ella para ir caminando o en bici hacia el Centro, Egia o Gros, son muchos los que han solicitado la ampliación del horario de apertura de este puente. Actualmente se abre de 7.00 a 21.00 horas y, en verano, de 7.00 a 22.00. «Si quieres volver a casa más tarde de las 21.00 ó 22.00, cosa frecuente a nada que salgas a cenar o tomar algo cualquier fin de semana, es una faena tener que recorrer todo Amara sin poder hacer uso de este fantástico acceso, simplemente porque cierren el parque de Cristina Enea por las noches», insiste una vecina. «Es un sinsentido. Es algo que ni siquiera cuesta dinero, es cuestión de voluntad».
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