Cuando el macho del monte Urgull necesitaba urgente reforma. :: FOTOTECA KUTXA
LA CALLE DE LA MEMORIA

Concurso de proyectos para mejorar Urgull

1950 Bares, terrazas y ambiente de lujo para la cima del monte que domina la ciudad

JAVIER SADA

Sábado, 13 de febrero 2010, 03:54

Publicidad

Pues parece que la papeleta era complicada. Aquel Jurado, reunido el día de hoy... hace sesenta años, formado por expertos donostiarras tenía como misión fallar el concurso convocado para embellecer el Monte Urgull y ¡había tanto que hacer!... Tanto como opiniones, ideas y sugerencias.

Para el arquitecto Moreno, el ingeniero Del Campo y el jefe de Parque Ramón Ortiz, que habían presentado uno de los proyectos, la cosa estaba clara y no admitía dudas: Urgull debía convertirse en un lugar veraniego y de lujo... bares, terrazas... pero estaba el incoveniente de las condiciones puestas por el Estado cuando en 1921 vendió el monte al Ayuntamiento: ¡nada de negocios! Tomar café admirando la bahía era misión que debía dejarse en manos de La Perla o Igueldo.

Lagarde, respaldado por Miguel Gortari, apoyaba la construcción de un teatro al aire libre en la explanada superior, además de refugios con biblioteca. ¡Qué mejor que la presencia del Sagrado Corazón -monumento que se inauguraría este mismo año- para representar autos sacramentales!

Y ¿la subida? ¿Quién iba a subir hasta allá arriba para ver teatro? Lo explicaba el ingeniero de Caminos, Luciano Abrisqueta, en su proyecto de dotar a Urgull de un funicular. Bueno, lo explicaba pero como si nada. Muchos había que ni querían oírle, entre ellos los miembros de la Comisión de Monumentos Históricos de Guipúzcoa. Dicho de otra forma, no es que no le oyeran: le oyeron y después de haberle oído iniciaron una campaña de protesta consistente en solicitar firmas contra el proyecto. No existían hoteles, pensiones, comercios... que no contaran con un boletín de adhesión.

Publicidad

El problema de la estética se podía solucionar con una especie de túnel formado por árboles que ocultaran el funicular o... o lo que proponía el señor Gortari: que no se construya un funicular... «que se construya un ascensor que arranque en el Paseo Nuevo».

¿Y la colocación de una escultura que representara una pescadora oteando el viento, precisamente en el lugar donde las «mujeres arantzales» miran angustiadas al mar en días de temporal?

Muguruza lo tenía claro. «Cuanto menos se toque el monte ¡mejor!... con los problemas que hay de dinero ¿por qué no seguir el camino de la prudencia y limitarse a adecentar el monte como gran parque forestal y cuidarlo?

Publicidad

Numerosos comentarios de prensa «aquí y en Madrid» trataban el asunto con gran pasión en defensa de unas u otras ideas... sintiéndose todos afectados por lo que pudiera ocurrir al popular Castillo. Circularon anónimos, informaciones firmadas, adhesiones y desadhesiones... y el Jurado, visto lo visto, debió pensar que por qué no dejar para mañana lo que se puede hacer pasado mañana... y declaró el concurso desierto.

Mañana, día de San Valentín, día de los enamorados, en la sección de EL DIARIO VASCO, enamorada de Urgull, se escribía que: «Los paseos por el Castillo tienen un no se qué de melancólicos... en ellos hay aires de tristeza... no es la tristeza de la despedida sino del desengaño... porque el monte está amenazado. ¡Dios quiera que la amenza no se cumpla!».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete los 2 primeros meses gratis

Publicidad