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La obra pictórica de Epelde se expone al aire libre, un secreto por su localización en la bóveda del quiosco. FOTOS ARIZMENDI

Tolosa

Claraboya a un cielo colorido

Quiosco de la Plaza Nueva. Iñaki Epelde fue el autor de este mural ubicado en la bóveda de este enclave, que se comporta como vórtice inspirador para todo músico que ha actuado bajo ella

Viernes, 18 de julio 2025, 20:56

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Cuesta enumerar la cantidad de músicos y artistas que habrán pasado por el quiosco de la Plaza Nueva desde su inauguración, allá por 2002. Un espacio diferencial y moderno que cuenta con un secreto oculto a simple vista. A pesar de tratarse de un elemento que sirve para que el arte se extienda en horizontal, quien desde su interior alce la vista podrá maravillarse con el mural pintado en la bóveda por Iñaki Epelde, todo un cielo colorido que, de alguna manera, gratifica a quien sostiene su instrumento para ofrecer el recital. Hay otro artista que tiene un mensaje, para él y solo para él, que inspira a la vez que engalana esta plaza con más de 300 años de antigüedad, y que le da un aspecto moderno sin romper con su estilo clásico.

Igual que llegó la 'nueva' Plaza Nueva, al quiosco le tocó renovarse. Se proyectó la reforma para que esta emblemática zona estuviese transformada de cara al nuevo siglo. Así, el arquitecto Armando Roca diseñó nuevos usos y una nueva organización, lo que a la postre se traduciría en el lugar que conocemos en la actualidad. Fue una obra muy solicitada por los tolosarras, y sobre todo los vecinos del Casco Histórico, que además de lo que se ofrecería a cota cero, permitió la construcción de un aparcamiento subterráneo.

Aunque fuera la última plaza construida en la zona con más historia de Tolosa, la Plaza Nueva posee una herencia que está reflejada en su quiosco. Así, la reurbanización y reordenación trajo un nuevo quiosco en el que se simbolizó la «esencia artística» de Tolosaldea. Además del parque infantil y el cambio en las baldosas del suelo, esta importante obra dotó de un elemento que expondría los motivos que identifican al municipio, como son el Carnaval, las fiestas de San Juan, el certamen coral y la ermita de San Juan de Arramele con el monte Uzturre de fondo. Esta parte del templete fue una labor del escultor Tomás Ugartemendía, quien preparó cuatro piezas de piedra caliza para adornar la base. En cada una de ellas están tallados los temas mencionados.

Tomás Ugartemendía preparó cuatro piedras calizas en las que esculpió las tradiciones e identidades del municipioLa herencia de la Plaza Nueva está contenida en su quiosco, simbolizando la «esencia artística» de Tolosaldea

De izquierda a derecha, Ugartemendía representó a las masas corales participantes en el Certamen coral, la alegría del carnaval con sus txarangas, disfraces y toros, la tradición latente de los sanjuanes con la iglesia de Santa María, los bordon-dantzaris, txistularis y, por supuesto, la hoguera, y la ermita de San Juan de Arramele con la silueta inconfundible de Urkizu.

Es la parte más discreta, pero que más sentido físico le da al propósito del quiosco. Su ilustración y ubicación no es baladí, ya que la Plaza Nueva ha sido y es lugar de todo tipo de festejos y celebraciones, y aunque ya no lo sea, también de corridas de toros. Siglos atrás en el edificio de Abastos se ubicaba la casa consistorial, por lo que durante mucho tiempo fue el enclave principal de Tolosa.

En cuanto al mural de la bóveda, como toda obra de Iñaki Epelde, tiene un sentido figurativo y abstracto. Es fácil de reconocer al talento tolosarra por sus colores vivos y trazos libres. Para este trabajo se inspiró en la ópera 'Leidor', del compositor Eduardo Mocoroa, y el poeta Xabier Lizardi, símbolos ambos de la música y poesía de Tolosa. Llama la atención el uso del verde, que no habituaba a tener presencia en sus creaciones, y el aprovechamiento de las piezas que conforman la bóveda para contar en cada uno una idea. Así, se distinguen barcos, paisajes de costa, praderas y bosques, aunque cada uno puede observar y reinterpretar el trabajo. Es lo que la abstracción permite y da juego. Sin embargo, alzar la vista desde el centro del quiosco es una experiencia en la que se abre una claraboya a un cielo colorido, al mundo de las ideas, al placer del arte y su inspiración.

Con todos estos elementos, el quiosco adquiere la «personalidad específica» como se mencionaba en una de las reuniones de la comisión de Urbanismo, un año antes de su inauguración, buscando que este elemento urbanístico «marque la diferencia» respecto a otros quioscos que existían tanto en Tolosa como en el resto de la geografía. Este escenario musical se aleja de convencionalismos y apuesta por la modernidad, no solo en el arte que contiene, sino también en sus usos. Puede ampliarse al desplazar hacia el centro las barandillas que quedan en el frontal, o simplemente mejorar la vista a los espectadores.

Es, en definitiva, la enseña de la Plaza Nueva, y desde donde los conciertos y actuaciones seguirán sucediéndose para el deleite de los presentes. Incluso para los niños y niñas que corretean tras columpiarse en el parque infantil, que pueden tumbarse y admirar el vórtice amplio en tonalidades que posee.

Inauguración carnavalera

Como no podía ser de otra manera, y fiel a su naturaleza, el quiosco de la Plaza Nueva se inauguró el 3 de febrero de 2002 con el concierto de carnaval de la Banda Municipal de Música. Para entonces los trabajos de los artistas no estaban finalizados, pero el armazón del templete estaba listo para su uso. Castillos hinchables para niños y niñas, lunch popular de la sociedad Aurrera, hosteleros y la comisión de vecinos de la Parte Vieja y disfrute general.

No obstante, volvería a ser inaugurado propiamente en Jueves Gordo, de la mano de la corporación bufa del Kabi Alai. Tras el pregón y txupinazo las txarangas interpretaron sus piezas por las calles del Casco Histórico. En cambio, los miembros de la sociedad, tomando el poder por un día, finalizaron en la Plaza Nueva su recorrido, cediendo el honor de cortar la cinta para el estreno del quiosco al popular Angel Echeverría, quien fuera jefe del parque de bomberos y vecino de la plaza.

Desde entonces, ya sea carnaval, San Juan o los festivales Tolofolk o Tolosand blues, o cualquiera de los múltiples eventos y actividades que se organizan, este elemento de la plaza Nueva toma su lugar como exponente artístico y sobre todo musical, al igual que su belleza interior y que le rodea.

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