«Berrobi, ¿dónde está eso?»

M

anolo Rodas es una leyenda en Berrobi, a donde llegó en abril de 1969 con 14 años junto a su familia desde Pasai San Pedro. Para entonces ya había recorrido España formando parte del Circo de los Muchachos, un espectáculo creado por el padre Silva en el que participó desde sus inicios. «El padre Silva recogía a los chicos de la zona de Ourense, que es donde estaba la sede. Eran chicos de reformatorios, otros huérfanos... Yo estaba en Vigo, interno en un colegio y allí, cuando cumplías 11 años, tenías que salir. Nos dieron dos opciones: la Ciudad de los Muchachos o el colegio de San Roque de formación profesional. Escogí con dos amigos la Ciudad de los Muchachos, que ni sabíamos lo que era. El padre Silva tenía ilusión de formar un circo y contrató profesores muy buenos. Poco a poco empezamos a ensayar y en junio del 66 ya teníamos el espectáculo montado. Yo estaba en el rodeo americano, con los caballos, los lazos y el chico del látigo», recuerda. «Hicimos la primera actuación en la plaza de Catalunya de Barcelona y durante tres años recorrimos casi todas las capitales de provincia. Estando en Soria mi madre me pidió que volviera a casa. Era la oveja negra, pero volví».

Apenas unos meses después su familia se mudó desde Pasaia a Berrobi. «Mis padres compraron un piso porque en Pasajes no había ninguna opción y estaban de alquiler. Recuerdo que mi madre decía: 'nos vamos a Berrobi' y nosotros preguntábamos que dónde estaba eso. Nos dijeron que estaba cerca de Tolosa y nos fuimos. Cuando llegamos vimos que había varios caseríos, unos pocos edificios de pisos y poco más. Yo venía de recorrer España y me quería morir».

Sin embargo Manolo se adaptó, terminó la escuela «y con 14 años me puse a trabajar. Estuve tres años de metalúrgico en Tolosa. Desde aquí sólo salían dos autobuses al día. Bajaba en el de la mañana con la fiambrera que me preparaba la madre y subía en el de las ocho. Así fue mi vida hasta los 16, que me compré una motocicleta y fue más fácil. Luego empecé a trabajar en la papelera de Amaroz ya extinguida».

Este emigrante gallego ha sido desde entonces una parte activa del pueblo. Pudo ser alcalde pero «como no sabía euskera» prefirió ser concejal y siempre se ha movido para hacer de Berrobi un pueblo atractivo. «Aquí no había servicios. No había una farmacia, para ir al médico tenías que bajar a Ibarra, las líneas de autobuses eran muy complicadas, no había aceras...», rememora. Pero con el paso de los años «el pueblo ha cambiado, aunque con mucho esfuerzo, yendo a tocar puertas y protestando porque no te escuchaba nadie. Berrobi parecía que estaba aislado del mundo». Consiguieron construir una nueva escuela, la nueva plaza y ahora pretenden un edificio polivalente. «La juventud ha ayudado mucho porque tiene otra forma de ver las cosas. Es más inteligente, tiene otras perspectivas y están haciendo que las cosas sean mejores para los niños y los mayores».

Musi

• Temas
• 90 años contigo
• Historias visuales