Javier Bienzobas

¿El móvil insertado en el cuerpo?

Hace cincuenta años un ingeniero de Motorola realizó la primera llamada desde un teléfono que pesaba 1,1 kilos y tenía media hora de autonomía. Desde entonces, aquel invento no ha dejado de evolucionar

Bruno Parcero y Javier Bienzobas

San Sebastián

Viernes, 8 de diciembre 2023

Cinco días después de que los últimos soldados norteamericanos se retirasen de Vietnam y uno antes de que en Nueva York se inauguraran las Torres Gemelas, un ingeniero de Motorola llamado Martin Cooper realizaba desde la Gran Manzana la primera llamada de la historia con un teléfono móvil. El artefacto en cuestión, un DynaTAC 8000 X, pesaba 1,1 kilos, ofrecía una autonomía de media hora, necesitaba diez para cargarse y costaba cerca de 4.000 dólares. «Sabíamos que aquel invento sería muy popular con el tiempo, pero no pensaba en mi vida que habría millones de móviles», ha asegurado recientemente el ingeniero estadounidense, premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica de 2009 y que, a sus 95 años, tiene claro que «en el futuro llevaremos el teléfono móvil insertado en el cuerpo».

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Ese futuro al que hace referencia Cooper, y que ahora quizás nos suene a ciencia ficción, podría no estar tan lejos viendo la velocidad a la que ha evolucionado el teléfono móvil en este medio siglo de vida. «Es difícil saber la velocidad a la que puede evolucionar el teléfono móvil en el futuro porque hay mucha tecnología mezclada y diferentes sistemas de comunicaciones», explica Iñaki Eizmendi, ingeniero y doctor en Telecomunicaciones de la UPV/EHU. En su opinión, «todo depende de la imaginación porque la imaginación va por delante de la tecnología. La tecnología avanza de todas maneras, pero es la imaginación de las personas lo que marca la diferencia. Es la que permite encontrar uso a las nuevas posibilidades que ofrece la tecnología. Tiene que haber alguien que aproveche esa tecnología para que tenga impacto en la sociedad».

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Recuerda Eizmendi, por ejemplo, que «la aparición del 5G parecía algo que iba a ser revolucionario, pero, por ahora, para el usuario, es prácticamente lo mismo. Apenas nota la diferencia. Es verdad que ofrece una mayor velocidad, vídeos de mayor calidad, que las páginas se cargan más rápido... Pero mientras no se desarrollen aplicaciones que sean capaces de aprovechar esa tecnología, el usuario apenas va a notar el 5G». De hecho, «la tecnología avanza tan rápido que existen posibilidades en un teléfono móvil que no se aprovechan del todo».

Hay una pelea feroz entre las compañías por abaratar los precios, lo que ha provocado que en los últimos años se hayan producido numerosos procesos de fusión y absorción entre compañías telefónicas. Esto ha generado cierto temor a que esta batalla por la reducción de costes pueda desembocar en una reducción también de la inversión de estas compañías en nuevas tecnologías, ralentizando, de alguna forma, el desarrollo de los dispositivos. Eizmendi, sin embargo, opina lo contrario.

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«Nunca ha pasado», sentencia. «La inversión en tecnología sigue siendo importante y en cuanto hay nuevas tecnologías disponibles, se avanza», apunta.

«La reducción de los precios no se dan por hacernos un favor, sino porque cada nueva tecnología supone un ahorro en los costes y un mayor aprovechamiento de los recursos. Las nuevas tecnologías son soluciones para las compañías», señala. «Es verdad que hay fusiones entre compañías, pero las grandes siguen siendo las mismas. Sale una compañía nueva, crece y termina siendo absorbida. No creo que esto vaya a suponer un problema en el futuro».

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Lo último en llegar son los dispositivos enrollables y estirables que permiten, por ejemplo, ceñirse el dispositivo a la muñeca o al brazo y agrandar las pantallas. Lograr una mayor sostenibilidad y robustez, así como cargas más rápidas y remotas y baterías más duraderas, son algunos de los objetivos a corto plazo. A medio plazo ya se trabaja en esa idea expresada por Cooper de insertar el móvil en el cuerpo. El rápido avance de la tecnología y la imaginación van camino de hacer realidad lo que hoy parece ciencia ficción.

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