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La fiesta donostiarra y el cine parecen situarse en universos alejados –¿para cuándo una película ambientada en la tamborrada?–, pero acaso la distancia no sea tanta.
Cuando los miembros de la productora Moriarti alcen este mediodía el Tambor de Oro no serán, ni mucho menos, los primeros cineastas en recibirlo. En el historial del máximo galardón donostiarra ya teníamos a un actor –Alfredo Landa–, dos realizadores –Pilar Miró y Antonio Mercero–, un productor –Elías Querejeta–, dos responsables de nuestro Festival de Cine –Miguel de Echarri y Diego Galán– y hasta un crítico cinematográfico –Alfonso Sánchez–. Eso sí, ninguno de estos precedentes está vivo.
El Tambor de Oro fue creado en 1967, inicialmente para «premiar a destacadas personalidades no nacidas en San Sebastián por su donostiarrismo, afecto y cariño a nuestra ciudad». Entre los cuatro distinguidos en aquella primera edición ya había uno relacionado con el mundo del cine, Miguel de Echarri.
El productor madrileño había sido secretario general del Festival de Cine donostiarra en 1954 y 1955, procedente del Sindicato Nacional del Espectáculo. El Ayuntamiento decidió agasajarle con el Tambor de Oro nada más ficharle en 1967 como director del certamen, cargo que ocupó desde aquel año hasta 1977.
Hubo un tiempo en que todos los imitadores emulaban la peculiar forma de hablar de Alfonso Sánchez en sus críticas cinematográficas en Televisión Española. Nunca faltaba al Festival donostiarra, durante el cual escribía una divertida crónica diaria en DV.
Miguel de Echarri, 1967
Alfonso Sánchez, 1972
Alfredo Landa, 1985
Pilar Miró, 1987
Miguel de Echarri, 1967
Alfonso Sánchez, 1972
Alfredo Landa, 1985
Pilar Miró, 1987
Miguel de Echarri, 1967
Alfonso Sánchez, 1972
Alfredo Landa, 1985
Pilar Miró, 1987
Miguel de Echarri, 1967
Alfonso Sánchez, 1972
Pilar Miró, 1987
Alfredo Landa, 1985
Después de recibir el Tambor de Oro en 1972, escribió un artículo impactado por nuestra fiesta. Terminaba con estas frases: «Empieza el redoble de tambores que ya no cesará hasta las seis de la mañana (...). Se unen miles de tamborreros repentizados, que baten contra una lata, contra la mesa, contra la pared. Todo es tambor, pero por raro que sea el material percutante nadie pierde el ritmo».
De pocos actores puede decirse que han creado un género. Del navarro Alfredo Landa, sí, aunque su carrera fuese más allá del popular 'landismo'.
El 20 de enero de 1985, en el Salón de Plenos, abrazó a Carlos Garaikoetxea, recibió de manos de Ramón Labayen el Tambor de Oro y pronunció un conmovedor discurso de amor por San Sebastián, la ciudad a la que «se lo debo todo», la de su mujer y sus amigos. Aquí «me hice hombre» y también se hizo actor. «El público, la gente de San Sebastián que iba aquellas mañanas al teatro Kursaal y que me animaba para que viera aquella lucecita que era mi porvenir, mi futuro. Eso yo no lo puedo olvidar nunca».
Cuando en 1987 se decidió premiar a Pilar Miró, no tanto por su labor como realizadora como por su apoyo al Festival desde la Dirección General de Cinematografía, nadie sospechó que se avecinaba una de las grandes polémicas en la historia de la tamborrada. Pero, obviamente, Pilar era mujer y se había asentado la costumbre de que los receptores del galardón y las autoridades cenasen el 19 en Gaztelubide, donde no se permitía entrar a mujeres hasta pasada la medianoche.
«¿Por qué no cena Pilar Miró en Gaztelubide?», se preguntó la parlamentaria Koro Garmendia en un artículo en el que pedía «que nuestros representantes no avalen esta situación». La contradicción de que una cena oficial se celebrase en una sociedad privada se solapó a otros debates sobre el machismo y las tradiciones. En mitad de la polémica, el lehendakari Ardanza, el diputado general Murua y el alcalde Labayen acabaron cenando en Gaztelubide, mientras que Miró lo hizo en Arzak, acompañada por la teniente de alcalde Pilar Larraina, la esposa del alcalde, Diego Galán y el entonces concejal Odón Elorza. En 1989 la cena oficial pasaría a celebrarse fuera de Gaztelubide.
Antonio Mercero, 1996
Elías Querejeta, 1998
Diego Galán, 2001
Antonio Mercero, 1996
Elías Querejeta, 1998
Diego Galán, 2001
Antonio Mercero, 1996
Elías Querejeta, 1998
Diego Galán, 2001
Antonio Mercero, 1996
Elías Querejeta, 1998
Diego Galán, 2001
La Miró regresaría a la tamborrada en 1996 para presentar a uno de sus tambores de oro, Antonio Mercero. El director de películas y series como 'Farmacia de guardia' o 'Médico de familia' tocó el barril en Gaztelubide durante la izada y escuchó a los niños de la Tamborrada Infantil aclamarle «¡Mercero, Mercero!». El lasartearra sólo pudo decir: «Estoy lleno de emociones y no entiendo cómo me premian por querer a San Sebastián, algo para lo que no he tenido que hacer ningún esfuerzo».
Si hubieran coincidido en el tiempo y podido trabajar juntos, ¿qué hubiera salido de una entente entre los 'moriartis' y un productor tan personal como Elías Querejeta? Nunca lo sabremos. Al ser premiado en 1998 recordó su infancia en Hernani, cuando su madre cantaba «Ederra, ederra, ederra da Donostia, ederra itsaso basterreko, usutxo txuria».
Hasta hoy, la última personalidad del mundo del cine en recibir el Tambor de Oro era Diego Galán, en el año 2001. Al frente del Zinemaldia durante dos etapas, el hombre templado se mostró más emocionado que de costumbre. «Esta es una ciudad tan generosa que me permitió jugar con el Festival de Cine, un tren eléctrico maravilloso. El cariño lo he tenido siempre, incluso en momentos difíciles».
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