¿Cuáles son los desafíos de la inteligencia artificial?

La inteligencia artificial forma parte de nuestras vidas. Su impacto no se limita exclusivamente al sector profesional, sino que el potencial es tal que el crecimiento y la economía de la Unión Europea dependen, en gran medida, del uso de los datos y de las tecnologías conectadas. Así lo estima el propio Parlamento Europeo, consciente de la importancia de esta en nuestra sociedad y en nuestro futuro.

Definida por el ente europeo como «la habilidad de una máquina de presentar las mismas capacidades que los seres humanos, como el razonamiento, el aprendizaje, la creatividad y la capacidad de planear», la inteligencia artificial ha pasado a ser una prioridad para la Unión Europea, que ha definido sus ventajas y desafíos con el objetivo de «llegar a ser un líder global en la economía de datos y en sus aplicaciones».

Uno de los grandes retos a los que se enfrenta la humanidad en su conjunto, y Europa en particular, es lograr que la IA ayude a que los ciudadanos mejoren su calidad de vida: mejor atención médica, medios de transporte más seguros, productos y servicios más personalizados, baratos y duraderos… Si bien las personas están en el foco de las instituciones europeas, no es menos cierto que las empresas tienen un mundo casi infinito por delante, ya que esta tecnología les permite generar «productos y servicios, incluso en sectores en los que las empresas europeas ya tienen posiciones sólidas: economía verde y circular, maquinaria, agricultura, salud, moda, turismo».

No resulta baladí vigilar el crecimiento de la inteligencia artificial, toda vez que la creciente dependencia de este tipo de sistemas plantea riesgos. Desafíos que el propio Parlamento Europeo ha identificado y que encuadra de la siguiente manera.

El primer reto trata acerca del uso de esta tecnología. La infrautilización está considerada «una amenaza» porque «podría implicar una implementación deficiente de algunos programas europeos, como el Pacto Verde Europeo », mientras que el uso excesivo «es también problemático», ya que «existe el riesgo de invertir aplicaciones inútiles o usar la IA en tareas que no la requieren».

La responsabilidad de los daños causados por la inteligencia artificial es otro de los desafíos que se avecinan. En este sentido, el equilibrio entre unas regulaciones no demasiado estrictas que impedirían la innovación y no liberar de responsabilidad al productor, lo que dañaría la confianza de los ciudadanos en la tecnología, se antoja fundamental.

Una de las dudas más palpables en la sociedad es saber cómo va a afectar la integración de la IA en el empleo. Los temores no parecen justificados a tenor de la opinión del Parlamento Europeo, que cree que «el uso de la inteligencia artificial en el empleo eliminaría un gran número de puestos de trabajo, pero crearía otros. La educación y la formación tendrán un papel crucial para prevenir desempleo a largo plazo y garantizar una mano de obra cualificada».

Pero más allá de eso incluso la democracia se podría ver amenazada con la inteligencia artificial. ¿Cómo? «Al crear las cámaras de eco por internet basadas en el comportamiento previo de alguien en la red, al mostrar solo un contenido específico. Los sistemas de IA también pueden usarse para crear vídeos, audios o imágenes falsos pero realistas, conocidos como 'deepfakes' o 'ultrafalsos'. Este contenido puede implicar riesgos financieros, daños reputacionales y problemas en la toma de decisiones. Todo esto podría conducir a la separación y polarización en la esfera pública y manipular las elecciones».

La competición por acumular más información sobre la IA, la relevancia de la seguridad y protección de las personas y la transparencia que requieren todos estos avances son otros aspectos que tendrán que ser valorados para lograr que la inteligencia artificial se incorpore de forma eficiente a nuestras vidas.