Emmanuel y Alaedine pasean por las calles del centro de Tolosa. LOBO ALTUNA
Política social

«Solo quiero trabajar y ser un chico normal»

Trapezistak ·

Emmanuel y Alaedine son dos jóvenes que, tras vivir en la calle, han conseguido formarse y empezar una nueva vida

Martes, 18 de octubre 2022, 06:48

Se conocieron en el albergue de Orio hace dos años. Emmanuele y Alaedine tienen en común el haber pasado en los últimos años múltiples vicisitudes ... hasta llegar a encontrarse con una perspectiva real de futuro. Son muy jóvenes, demasiado para todo lo que han vivido, 25 y 26 años. Ambos están dentro del programa 'Trapezistak' de acompañamiento del Gobierno Vasco que busca evitar la exclusión social a jóvenes sin red familiar. Los dos están convencidos de que su futuro es «un trabajo y una vida normal». Uno es soldador, el otro además de soldador es mecánico.

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Emmanuele dejó su Ghana natal con 20 años, y alcanzó en patera Italia, de allí pasó a Alemania, hasta que un día llegó a San Sebastián. «Sin nada, sin conocer el idioma, sin saber dónde estaba y solo», dice. Le cuesta contar su historia, se nota que le duele. De su primera noche en Donostia recuerda que la pasó en un banco, era 2019, y «un chico de SOS Racismo se me acercó».

Su prioridad era aprender castellano, y consiguió matricularse en una escuela para adultos (EPA). «Cuando iba a las oficinas siempre me decían que no hablaban en inglés». Tras vivir seis meses en la zona del Infierno en Donostia, en la que «no hablaba con nadie», iba a comer a Ategorrieta. Sus ángeles de la guarda son Cáritas y SOS Racismo. Con la pandemia recala en el albergue de Orio. Y luego a Tolosa, donde se topa con los cooperantes de la Fundación Peñascal. «Te enseñaban lo que quisieras aprender, y a mí me gustaba la soldadura».

Ha estudiado dos años y ahora ya es soldador. «He empezado mis prácticas en una empresa de Ikaztegieta», explica. Entra a a las siete de la mañana, va en tren y está feliz con su nueva vida. «Es mi primer trabajo y el primer día fui muy nervioso», reconoce. «Mi vida será mejor si tengo trabajo, es lo único que quiero».

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Alaedine cuenta su vida de carrerilla, está acostumbrado a hacerlo. «El 7 de enero de 2020 salí de Argelia en patera con unos amigos», empieza. Alcanzó la costa de Cartagena, luego a Granada y directo a San Sebastián aunque su billete era para Bilbao.

Sus primeros alojamientos fueron en casa de unos conocidos en Errenteria, luego un edificio abandonado en Martutene (Donostia) y durmió en el Infierno. Entra en contacto con Cáritas y Cruz Roja. «Nos daban de comer y bocadillos para la cena».

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Consigue empadronarse en Donostia a través del SMUS y empieza a formarse. Primero un taller de soldadura «y hago prácticas en Ikaztegieta». Consigue homologar sus estudios de Bachillerato y hace un año de FP de automoción que no consigue superar porque «me faltaba mucho castellano». Lo último que estudia es otro curso de FP de sistema electrónica de coches, «que acabé y con el que también hice prácticas»

Su próximo sueño es estudiar para convertirse en mecánico de coches. «Ahora busco trabajo y me dedico a ello». Dentro de cinco años se imagina con «un buen trabajo o con mi propio taller de coches». La vida que lleva ahora «está bien, es mejor que estar en la calle y mejor que estar sin programa, o sin hacer nada».

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