«Fuiste un héroe quitándole el cuchillo»
A una semana de jubilarse, Josefina atendía su joyería de Donostia cuando entró un hombre armado. En pleno lío surgió Juanmi, un policía local que paseaba con sus hijos
«Al final ha sido una anécdota que voy a poder seguir contando cuando me jubile el día 31. Pero si ese hombre que quiso atracarnos sale de mi joyería con el cuchillo en la mano, con toda la multitud que había en la calle la tarde del día de Santo Tomás en pleno centro de Donostia, habría pasado cualquier cosa. Por suerte, hubo gente valiente que vino a ayudarme, y cuando luego apareció Juanmi y le redujo, fue un héroe. Afortunadamente, nadie resultó herido y estoy muy agradecida». Así resumía este viernes Josefina Albizu el atraco frustrado por Juanmi Alvarado, un policía local en Zarautz que ese día paseaba con sus hijos de 11 y 8 años. Se acababan de tomar un talo en la Parte Vieja para regresar a casa, cuando oyeron una voz que salía de la muchedumbre: 'hay un hombre con un cuchillo'. En apenas diez segundos, el agente se vio frente al atracador, de unos 50 años. «En esos momentos no piensas. Reaccionas. Me costó un buen rato quitarle el cuchillo porque era alguien corpulento y con mucha fuerza», explicaba este vecino de Errenteria de 47 años. Ayer, Josefina agradeció a Juanmi con un abrazo. «Hubo varios valientes en mi ayuda, y tú fuiste el héroe. Muchas gracias».
Eran las siete de la tarde, en la calle Elkano, a un paso del Boulevard. Faltaba una hora para que esta eibarresa bajara la persiana de su joyería Josephine, y diez para echar el cerrojo por última vez. Porque esta eibarresa de 68 años fenomenalmente llevados se retira, como indican los carteles del escaparate: 50% por jubilación. En la tienda estaban también una dependienta y un cliente. Y en la calle, un mundo. «A esas horas y en Santo Tomás, imagínate». Por la puerta, que siempre suele estar abierta, «entró un hombre. Se quedó ahí, donde estás tú», al lado de la caja registradora. '¿Qué desea?', le pregunté. 'El dinero, o le mato'. Solo ahí vi que tenía un cuchillo de mesa en la mano».
El cliente se quedó «paralizado». Su empleada dice que sintió «miedo» y se llevó «un muy mal rato» que ayer aún no había podio ahuyentar de su cabeza, mientras en la mente de Josephine afloró el temple que le otorga el sexto sentido desarrollado tras 50 años de experiencia cara al público. De ellos, 32 tras el mismo mostrador donde un hombre la estaba apuntando con «un arma blanca, era solo un cuchillo de mesa, pero no dejaba de ser un arma».
«Me dije que el atracador no podía salir de mi tienda con el cuchillo; podía liar una gorda ahí fuera y no me lo hubiera perdonado»
josefina albizu | dueña de la joyería josephine
«Un policía lo sigue siendo aunque no esté de servicio como yo ese día; como persona, si ves a alguien en peligro, actúas»
juanmi alvarado | policía local en zarautz
Al instante vio que en la otra mano el asaltante portaba un vaso de txupito, y a Josefina le pareció que «había tomado algo». La mujer se sintió con un as en la manga ante ese hombre «de uno setenta y tantos de altura y muy fuerte». Nada tenía que hacer en un cuerpo a cuerpo, y tiró de ingenio. Todo sucedió «en unos segundos». De primeras, pensó en que «si le daba algo de dinero, se iría. Pero enseguida reflexioné y me dije que no podía salir de mi tienda con el cuchillo. Podía liar una gorda ahí fuera. No me lo hubiera perdonado». '¡Que me des la caja!'. Pero Josefina no estaba por la labor.
«Se movía como un 'Miura'»
El extraño «se movía como un 'Miura'», pero en un momento en el que le pareció que miraba hacia el cliente o su empleada, ella se escabulló por una escapatoria del mostrador hasta la calle, se dirigió al bazar contiguo a su local, y le gritó a su encargado: «Ayúdame, que me está molestando un hombre con un cuchillo». «¿Qué? ¿¡con un cuchillo!?», respondió Niru, que llamó al 112 y salió directo para la joyería. «¡Tú marchar de aquí! ¡Tú marchar!», le espetó este joven de origen indio. '¡Que me des el dinero! ¡Y tú también!', fue la respuesta del agresor. «Se puso nervioso y empezó a moverse por la tienda». '¡El dinero!'.
Los gritos atrajeron a bastantes curiosos frente al comercio, «la mayoría grabando o sacando fotos con el móvil». Josefina cuenta con cariño que «entró una chica menudita y monísima. Le quiero agradecer desde aquí. Comenzó a hablarle suave para que se tranquilizara y no hiciera ninguna locura». Ajeno a esto, Juanmi paseaba con sus hijos, Ibai y Haizea. Vio un grupo «de 20 o 30 personas, pero no me fije. Había tanta gente ese día...», recuerda. Lo que no le alertaron sus ojos, lo hizo su oído. «Alguien dijo que había un hombre con un cuchillo, y me giré. Sabía que estaba sin uniforme, ni porra, ni chaleco protector, pero tenía que actuar». Antes de nada, se dirigió a su hijo: 'Ibai, coge mi chaqueta y ponte ahí con tu hermana, en la tienda de la Real'».
En 10 segundos y con su camiseta de Metallica como única protección, entró al soportal, donde en ese instante se hallaba el agresor. En apenas «cuatro segundos», vio la oportunidad de abordarle. «Me quitó la mirada para mirar a la mujer o la dependienta, y aproveché para agarrarle de la muñeca» y con una suave pero eficaz llave de karate –él es cinturón negro– lo llevé al suelo». Ahí no acabó todo. Aún hubo un forcejeo para quitarle el cuchillo. «Yo tiraba y tiraba, pero no había manera. Y en una de esas, lo soltó», aunque a él le costó un esguince de muñeca. Junto a otro hombre, pudo al fin inmovilizar y retener al agresor hasta la llegada de patrullas de Guardia Municipal y Ertzaintza. «Llegaron rápido, unos cuatro minutos».
En la calle, la pequeña Haizea lloraba mientras Ibai no quitaba el ojo de la escena. ¿Pasaste miedo? «Bueno, era el aita el que estaba ahí...», reconocía el niño ayer. «Esa noche no dormí bien», recuerda Juanmi. «Me preguntaba si había hecho bien por exponerme así ante mis hijos y sin protección. Tengo claro que debía hacerlo. Ese hombre estaba puesto, y era un peligro». Quiere reivindicar el rol del policía local: «No estamos solo para poner multas». Ya le había tocado intervenir en trifulcas con armas blancas en 12 años de labor en Irun, también con cuadrillas en época de sidrerías en tres años destinado en Hernani. «Esto es distinto. Un policía lo sigue siendo aunque no esté de servicio como yo ese día: si ves a alguien en apuros, actúas». Una actuación de película de acción. La de «un héroe» en el capítulo final de la vida laboral de Josefina.