«Tener que ver tanto sufrimiento y tantas muertes fue muy duro»

– ¿Cuando oyó hablar de un nuevo virus en China pensó que iba a llegar aquí o lo veía como algo lejano?

– Fue enero de 2020. Primero por la prensa, luego en una revista médica. Lo veíamos como algo lejano, ya que suele haber alarmas periódicas de brotes de infecciones emergentes, que generalmente se suelen controlar a nivel local.

– ¿Recuerda el día en el que aparecieron los primeros casos en Euskadi?

– Recuerdo los primeros casos en Italia, el 22 de febrero de 2020, con lo que era evidente que nos iba a llegar, aunque no nos imaginábamos que fuera a tener esa magnitud. Después, llegó un goteo de casos en Europa, y el primer caso en Vitoria. Nuestros compañeros y compañeras nos contaban que era tremendamente contagioso.

– ¿Qué sabían del virus?

– Muy poco. Por un lado, lo que habían publicado los médicos chinos, que en gran parte no era cierto, según supimos después. Y, por otro lado, lo que nos explicaban nuestros compañeros y compañeras de otros centros, ya que a Gipuzkoa llegó unos días más tarde.

– ¿Se enfrentaban a algo desconocido?

– Sí, no conocíamos casi nada de este virus. No sabíamos su contagiosidad, cómo se extendía, la importancia de la ventilación y las mascarillas... A nivel clínico no sabíamos qué tipo de neumonía originaba, ni cómo tratarlo, sus complicaciones... Recuerdo que una compañera, al final de su especialización en Medicina Intensiva, me decía que era la primera vez que se enfrentaba a algo que no estaba en los libros.

– ¿Hubo un momento en el que empezaron a llegar pacientes en tromba?

– La primera ola en Gipuzkoa fue más tardía y más leve. El primer paciente a nuestra unidad llegó el 11 de marzo, me acuerdo perfectamente porque me tocó dejar a la familia y venir a reforzar la guardia. Luego, hubo más casos en los siguientes días, pero no llegamos a colapsar del todo gracias al confinamiento.

– ¿Sabían cómo tratarles?

– A medias. Sabíamos lo que habíamos leído de los artículos que recogían la experiencia en China, que en parte no eran correctos, y teníamos la experiencia de haber tratado a otros y otras pacientes con neumonías por virus. A medida que fuimos viendo más casos aprendimos cómo era la enfermedad, cómo tratarla, sus complicaciones, los equipos de protección individual que debíamos llevar...

– ¿Se sintió alguna vez impotente ante todo lo que estaba pasando?

– En la primera ola, no tanto. En Gipuzkoa fue más leve que en otras partes. A partir de primavera de 2021 sí, porque las olas fueron mucho más fuertes en nuestro territorio que en otros, y ya sabíamos qué iba a suceder cuando los casos empezaban a subir en la calle. El 13 de abril de 2021 es el peor día en mi recuerdo. Con 48 camas en nuestra UCI, atendimos a 68 pacientes con neumonía por Covid. Tuvimos que habilitar camas de UCI en unidades normales. Esos días apenas dormía, pensando dónde íbamos a tratar a los pacientes del día siguiente.

– ¿Qué es lo más duro que vivió esos días?

– Como he comentado anteriormente, las olas que sucedieron el año 2021, una tras otra, que sabíamos que iban a suceder, y no se cortaban. Tener que estar con la UCI llena, con pacientes críticos fuera de la UCI, sabiendo que al día siguiente iban a venir más. Y a nivel humano, en dos años atendimos a más de mil pacientes en nuestra unidad con neumonía por coronavirus, con cerca de 200 fallecidos. Tener que ver tanto sufrimiento, tantas muertes, y hablar con estas personas y sus familias, fue muy duro.

– ¿Fue todo aquello una pesadilla?

– No me gusta ese término. Fue una experiencia muy dura, en la que nos tocó responder en primera línea. La respuesta de todos los sanitarios y sanitarias fue espectacular, y en lo que respecta a la Unidad de Medicina Intensiva que dirijo, más todavía. Me emociono cada día que lo recuerdo.

– ¿Cree que han quedado secuelas en el personal sanitario?

– Sí, sin ninguna duda, en mayor o menor medida, después de haber vivido esta experiencia tan dura.

– ¿Qué ha aprendido de lo que ocurrió?

– A nivel profesional, a tratar una enfermedad desconocida y a organizar un equipo y unas instalaciones en una pandemia. A nivel humano, que la respuesta de los profesionales sanitarios de todos los estamentos fue maravillosa, que la respuesta ciudadana global fue muy buena, y que hay unas pocas personas que no son solidarias.

– ¿La vacuna lo cambió todo?

– La vacuna empezó a aplicarse en primavera de 2021, y se extendió a la población en verano. Enseguida vimos que el número de casos graves bajaba, y que un gran porcentaje de personas que atendíamos eran personas no vacunadas. La vacuna supuso un alivio, porque evitaba las formas más complicadas en una gran parte, pero seguimos teniendo casos hasta enero de 2022. Diciembre de 2021 también fue muy duro. La llegada de la variante omicron, menos grave, en una población mayoritariamente vacunada, produjo la inmunidad mixta que ha llevado al final de la pandemia.

– ¿Siguen ingresando pacientes con Covid?

–Muy pocos. Este invierno hemos tenido unos pocos casos, la gran mayoría personas con problemas de inmunidad (trasplantados, recibiendo quimioterapia...), en los que todavía puede ser un problema muy grave.