Quitar el dolor de una hernia discal mediante microcirugía de espalda

Con apenas 18 años, Unai tuvo que dejar el judo. Un dolor en la espalda convirtió su pasión en sufrimiento. «Un día tuve que decir basta. Fui al traumatólogo de confianza en Irún y me recetó unas infiltraciones epidurales. Hice unas cinco sesiones y me quitó el dolor. Estuve bastante cómodo durante un año o un año y medio, pero pasado ese tiempo se volvió a acentuar el dolor al hacer otra vez deporte».

Admite Unai que «soy un chaval bastante activo y no puedo estar parado», con lo que al regresar a la actividad y sentir de nuevo el dolor le recomendaron pasar por la consulta del doctor Alberto Hernández, de Policlínica Gipuzkoa.

El médico recuerda muy bien el caso de Unai: «Tenía una hernia discal entre las últimas vértebras lumbares, el sitio más habitual donde podemos desarrollar este tipo de hernias». Explica que «le generaba la irritación de un nervio que va hacia las piernas, de manera que lo que había desarrollado era una ciática con bastante intensidad de dolor y, sobre todo, bastante continuado en el tiempo».

De inicio «intentamos apostar por un tratamiento conservador, realizando distintas infiltraciones, pero el dolor no se iba», comenta el traumatólogo Alberto Hernández, experto en microcirugía de columna. Así lo recuerda Unai: «Era un dolor constante en la pierna: estaba parado y tenía la sensación de que se me hubiese subido el gemelo y el dolor y molestaba constantemente. Era como si un perro me estuviese mordiendo todo el rato».

El traumatólogo, Alberto Hernández decidió «intervenir y cambiar el tratamiento hacia una microcirugía». Se trata de una «cirugía mínimamente invasiva con soporte de microscopio quirúrgico y con un sistema tubular, de manera que accedimos mediante una herida pequeñita al lugar de la hernia, le limpiamos el paso del nervio y pudimos extraer satisfactoriamente la hernia con muy poca agresión quirúrgica y sin ninguna complicación». La anestesia es general «por el confort del paciente», que así explica cómo vivió el proceso: «Llegamos al hospital y enseguida ingresas, te pones la bata y estás bajando al quirófano. Allí fueron muy amables. Parece una tontería, pero cuando ya estás ahí abajo, que te pones nervioso, te calman, te sacan conversación y son muy amables y agradables».

La operación y la recuperación fueron muy bien, tal y como relata el cirujano Alberto Hernández: «Al ser una técnica de microcirugía mínimamente invasiva, conseguimos una recuperación precoz del paciente, de manera que Unai al día siguiente de la operación se marchó a casa, con un ingreso inferior a las 24 horas».

El joven detalla cómo al día siguiente «el doctor pasó visita en la habitación, me levantó de la cama y me puso a andar. Fue magia. Ya no tenía al perro mordiéndome la pierna ni absolutamente ningún dolor. Sí dolor lumbar por la operación, pero nada. Fue magia total».

Una vez en casa, nos explica el doctor Alberto Hernández: «durante las dos primeras semanas el paciente lleva unos puntos de sutura y entre 24 y 48 horas después de la cirugía ya puede pasear sin problema. Lo único que le pedimos es que no haga esfuerzo o coja peso durante el primer mes».

Pasados varios meses de la cirugía, Unai afirma que se encuentra «muy bien». Los primeros meses «salía a andar con un corsé o faja para mantener las lumbares rígidas. Ahora, cuatro meses después he notado un cambio y estoy genial. Estoy haciendo un poco de bici estática, elíptica y tren superior. También ejercicios para fortalecer las lumbares y la verdad es que noto un cambio estupendo.