¿Y si el pasaporte Covid no es tan efectivo?

La sexta ola de la pandemia ha obligado a los gobiernos de las distintas comunidades autónomas del Estado a tomar medidas adicionales durante los últimos meses. Una de las restricciones estrella para hacer frente al último azote del coronavirus ha sido la implantación del pasaporte Covid para poder acceder al interior de determinados recintos cerrados. En Euskadi se implantó a principios de diciembre, y se han ido sumando otras diez regiones, más Ceuta y Melilla, donde también es obligatorio el certificado de vacunación a día de hoy. Desde este pasado miércoles, sin embargo, hay una comunidad autónoma menos donde se exige, Cantabria. Tras 40 días de vigencia, ha decidido prescindir de la que se pensaba medida estrella para contener los contagios en los interiores de los establecimientos.

El gobierno que preside Miguel Ángel Revilla ha decidido dar marcha atrás alegando que «con 'ómicron' no se cumple» el principal objetivo que se planteó hace algo más de un mes: «reducir la transmisión del virus en interiores». Otros ejecutivos como el catalán podrían ser los siguientes en dejar en agua de borrajas la obligatoriedad del pasaporte Covid, después de que la Generalitat haya encargado evaluar su efectividad ante la última variante del coronavirus. En Asturias, sin embargo, la Justicia ha ratificado su implantación y uso. En Euskadi la medida estará en vigor al menos hasta el próximo día 31 de enero, y el Gobierno Vasco no ha dado pistas aún sobre si es partidario de mantenerlo o renunciar a él. Mientras se deshoja la margarita, tres expertos opinan sobre la obligatoriedad del pasaporte Covid. ¿Es o no eficaz?

«El pasaporte Covid es una medida más, pero él solo no tiene ninguna eficacia». Así de contundente se muestra la microbióloga de la Universidad del País Vasco, Miren Basaras. Justifica su respuesta alegando que «no se ha visto un gran efecto en la incidencia de la pandemia entre las comunidades donde se exige y las que no», aunque recuerda que «las medidas preventivas tampoco son las mismas».

La experta considera que el certificado de vacunación «ha sido y es algo bueno», si bien apunta que «lo que no hay que hacer es mezclar términos. Lo que no podemos pensar es que pidiendo solo el pasaporte Covid se va a solucionar todo, porque no es así. No es nuevo que con la vacunación vayamos a controlar la transmisión, podemos estar vacunados y seguir transmitiendo el virus. Eso es algo que se conoce desde hace muchísimo tiempo». Basaras, además, apunta a la relajación que ha habido en cuanto al pase de vacunación, tal y como corroboró este periódico hace unas semanas en una treintena de establecimientos diurnos de San Sebastián e Irun. «Al principio se empezó a pedir, pero se ha ido rebajando totalmente. Quizá en los lugares culturales sí se está utilizando más, pero en otros como la hostelería ya ni si quiera lo están pidiendo», sentencia.

Más claro aún si cabe se muestra el doctor Gabriel Reina, microbiólogo de la Universidad Clínica de Navarra. «Teniendo en cuenta la alta cobertura vacunal que hay entre la población y que ésta tiene una capacidad de prevención muy alta de la enfermedad severa, pero no tanto de la infección, realmente pedir un pasaporte Covid me parece que es una medida que no aporta gran cosa al control de la pandemia». Aboga por otro tipo de medidas que, a su juicio, son más eficaces, como «llevar correctamente y permanentemente una mascarilla, FPP2 si es posible, la higiene de manos y la distancia física». Todo ello, por supuesto, sin olvidar la propia inoculación de la población, «el arma más poderosa que tenemos ahora mismo contra el coronavirus».

El experto, además, considera que el certificado de vacunación para acceder a un lugar cerrado «puede crear una falsa sensación de seguridad» porque ante la última variante 'ómicron', la «efectividad de la vacuna ha bajado mucho para la infección», aunque mantiene «un 90% de efectividad contra la enfermedad severa».

Entiende, por tanto, la decisión del gobierno cántabro de prescindir de ese pase. «Quizá hasta el mes de diciembre podía tener cierto sentido porque sí que garantizaba en cierta manera que los asistentes a una reunión tenían menos posibilidad de estar infectados, pero a día de hoy me apoyaría en otro tipo de medidas como la distancia física y el buen uso de la mascarilla», insiste.

Desde el Colegio Oficial de Enfermería de Gipuzkoa (COEGI) muestran otra posición totalmente distinta cuando opinan sobre esta cuestión. Su presidenta, Pilar Lecuona, reconoce que «estábamos contentos porque era una manera de controlar a las personas que no estaban vacunadas frente a las que sí, teniendo en cuenta que las personas que no están inmunizadas tienen más riesgo de contagiarse y mayor riesgo de poder ser ingresadas frente a las que sí están vacunadas». A su juicio, «se podría haber regulado un poco más todo el lío que está habiendo con tanto contagio».

Sus palabras, sin embargo, son en pasado. «Nos da pena la interpretación que se ha hecho del certificado». Y se explica. «Es algo que se ha dejado en manos de la población y se tenía que haber hecho bien. Para que sea realmente seguro, el pase tiene que validarse, controlarse. Además, ha de hacerse un control real, no solamente que enseñes el certificado y ya está. Nos da pena la distorsión que ha habido y la mala gestión que ha habido», añade Lecuona. «Si ese chequeo se hubiese llevado a cabo de manera correcta –reitera– no se habría puesto en riesgo en esos entornos a la gente que no estaba vacunada. Nosotros nos preocupamos de la seguridad del paciente y de cómo lo va a pasar, y entendíamos que eso se podía controlar a través del certificado Covid».

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