Las operaciones en las que Osakidetza es referencia en España
Vanguardia. La sanidad pública vasca dispone de varios equipos punteros a nivel estatal a la hora de realizar distintas operaciones complejas, dos de ellas en el Hospital Donostia
Hace unas semanas Osakidetza oficializaba la creación de una unidad de gestión clínica para aglutinar en un mismo equipo toda la cirugía cardiaca de la sanidad pública vasca, pero manteniendo sus dos sedes: Cruces y Basurto. Esta unidad conjunta aspira a situarse entre las destacadas en su campo dentro del Sistema Nacional de Salud. Pero el Servicio Vasco de Salud tiene varios servicios que son punteros tanto a nivel estatal como autonómico. Equipos que asumen los casos complejos de diferentes patologías de sus territorios, pero que en ocasiones también reciben a pacientes complicados de otras comunidades. En este reportaje nos detenemos en media docena de equipos quirúrgicos relevantes por la complejidad de los pacientes que asumen, unas unidades con una dilatada experiencia acumulada y que se han situado a la vanguardia nacional en sus respectivos campos.
Técnicas endovasculares Donostia
Intervenciones guiadas por rayos X e imágenes en 3D
Uno de los procedimientos en los que el hospital Donostia es referencia es en el de las técnicas endovasculares. Empleadas por los radiólogos, se sirven de los rayos X e imágenes en 3D para poder realizar diagnósticos y diferentes intervenciones. Les guían para llegar con los catéteres, vía venosa o arterial, al punto sobre el que quieren actuar.
Ictus o hemorragias son algunas de las patologías en las que más actúan para, desobstruir el vaso afectado, o sellar la herida de la que proviene el sangrado. En estos segundos casos tratan a pacientes de Gipuzkoa, Álava, Navarra, La Rioja o Miranda de Ebro. Las aneurismas cerebrales y las anomalías de las estructuras vasculares del cerebro son otros dos campos en los que se emplean las técnicas endovasculares. También para el tratamiento de algunos cánceres. «Podemos llegar con el catéter al tumor para administrar directamente sobre él la medicación y que el tratamiento sea más eficaz», explica Josean Larrea, jefe de sección de Radiología Intervencionista en el hospital Donostia. Realizan cerca de 400 procedimientos terapéuticos al año de una técnica en auge por su eficacia y seguridad.
Neurocirugía Cruces
«Llegamos a tumores muy profundos sin abrir el cráneo»
Un CSUR es un centro, servicio o unidad de referencia para todo el Sistema Nacional de Salud. Se trata de una acreditación que concede el Ministerio de Sanidad en base al cumplimiento de una serie de exigentes requisitos. Se analizan cuestiones como los resultados de las intervenciones o su seguridad. A nivel estatal cada procedimiento no cuenta con más de 10 centros con esta catalogación. El servicio de Neurocirugía del hospital de Cruces tiene otorgados tres CSUR en tres técnicas quirúrgicas distintas: la cirugía del párkinson, la de la epilepsia y la del hipotálamo e hipófisis.
Esta última permite realizar la intervención a través de las fosas nasales empleando un endoscopio. De esta manera «podemos llegar a tumores que se encuentran en zonas muy profundas del cerebro de manera mínimamente invasiva, sin la necesidad de abrir la cabeza», explica Iñigo Pomposo, jefe del servicio de Neurocirugía de este hospital. Para actuar sobre la epilepsia o el párkinson emplean una serie de electrodos que colocan la cabeza del paciente para estimular distintas zonas de su cerebro.
Pero estas no son las únicas técnicas en las que este servicio es puntero a nivel estatal. Hace unos meses han comenzado a tratar con ultrasonidos focales de alta intensidad a pacientes con temblores esenciales (involuntarios) y son referentes en la cirugía del paciente despierto, que se lleva a cabo en un número reducido de enfermos con unas patologías muy determinadas.
Cirugía Plástica Hospital Donostia
Referencia en la implantación de dedos amputados
Cuando se habla de cirugía plástica se tiende a pensar en retoques estéticos. Pero en el ámbito de la sanidad pública estos especialistas se dedican sobre todo a tareas de reconstrucción. Son frecuentes las intervenciones de reducción de pecho, de retirada del tejido que sobra tras un adelgazamiento grande o las microcirugías para la reconstrucción de una mama con tejido propio tras un cáncer. Son intervenciones funcionales que buscan que el paciente recupere una vida normal. También intervienen a pacientes que han sufrido amputaciones, para cubrir con tejido epitelio el hueso que ha quedado expuesto.
El servicio de Cirugía Plástica del hospital Donostia es además el de referencia en Euskadi en la reimplantación de dedos amputados. Según explica la adjunta Pilar Albero, son operaciones poco frecuentes y no se pueden realizar en todos los casos. Es necesario que hayan pasado menos de cuatro horas y que el dedo esté conservado en frío, seco. Cuando se puede llevar a cabo los pacientes recuperan mucha movilidad. Con la sensibilidad el avance es menor.
Cirugía robótica Txagorritxu
«El robot nos permite hacer operaciones más precisas»
Aunque la cirugía robótica está ya muy extendida, en Osakidetza el primer hospital en emplear este tipo de técnicas fue Txagorritxu hace más de 15 años. Hoy en día se mantiene como un centro de referencia en este tipo de intervenciones y en el uso del Da Vinci. Al año realizan 310 operaciones con este dispositivo, los que más de toda Osakidetza. De hecho aún siguen recibiendo a pacientes complejos de otras provincias vascas y de comunidades vecinas.
«Lo empleamos en cirugías oncológicas complejas y de reconstrucción. El robot no tiembla y no se cansa. Eso nos facilita realizar operaciones largas de forma más cómoda y precisa. Podemos, por ejemplo, quitar tumores renales salvando el riñón o llevar a cabo suturas más finas y pequeñas», explica Egoitz Tolosa, jefe de Urología de la OSI Araba.
Para intervenir al paciente la cirugía robótica evita que tengan que abrirle el abdomen. Con tres o cuatro incisiones de un centímetro pueden llevar a cabo cirugías complejas, pero menos agresivas. Esto ha permitido reducir a la mitad el tiempo de hospitalización de sus pacientes. «Son operaciones más rápidas, menos agresivas y con un menor riesgo de complicación». Lo que más operan son tumores de próstata. El robot les permite además evitar que un número muy significativo de afectados tengan problemas urinarios tras la intervención y que, incluso, preserven los nervios que facilitan la erección.
Pared abdominal Basurto
«Vienen muchos extranjeros a aprender con nosotros»
Aunque las patologías de la pared abdominal son de las más frecuentes en el campo de la cirugía general, no es de las que más interés despierta en estos facultativos. Desde el 2000 en el hospital de Basurto existe una unidad específica especializada en este campo. Su destreza ha ido en aumento hasta el punto que desde 2014 toda la patología compleja de la pared abdominal de Euskadi y de algunas comunidades vecinas se remiten al centro bilbaíno. Cada año este equipo realizar entre 1.000 y 1.200 intervenciones y, aún así, siguen teniendo una lista de espera significativa.
Entre las cuestiones más frecuentes que operan se encuentran las hernias inguinales y las eventraciones del abdomen, en muchas ocasiones son consecuencia de cirugías anteriores. Son patologías que se producen cuando tejidos u órganos escapan de su espacio tras la aparición de un agujero en la pared muscular de la tripa. «Nosotros a lo que nos dedicamos es a reparar la anatomía del paciente», resume Ángel Zorraquino, responsable de esta unidad. Para hacerlo no se utilizan ni robots ni laparoscopia. Los cirujanos de la pared abdominal siguen operando en abierto y emplean las distintas capas de la pared para cubrir los defectos.
Una de las curiosidades de esta unidad es que desde 2018 imparte un máster para especializarse en este tipo de cirugía incluido en la oferta formativa de la EHU. «Vienen muchos alumnos extranjeros, sobre todo de América, a aprender con nosotros», indica Zorraquino.
Trasplante hepático Cruces
«Cinco años después el 90% de los pacientes siguen vivos»
«Es una intervención muy complicada por varios motivos. En primer lugar porque el paciente está muy frágil y si no le trasplantamos se muere. En segundo, porque tenemos que quitarle el hígado, que está junto al corazón y para ello hay que cerrar la vena cava. Eso supone mucho estrés para el corazón. Pero es que además el hígado sangra mucho al quitarlo, sobre todo si está cirrótico. Se pega más y no coagula bien. Pero es que una vez se lo hemos quitado tenemos al paciente sin hígado. No se muere porque los anestesistas controlan la situación. Ha habido veces que algunos han entrado en parada cardiaca y ha habido que reanimarles. Y para terminar, una vez le ponemos el hígado del donante y lo conectamos al riego sanguíneo, hay que estar pendientes por si hay reacciones o complicaciones. Como decía, es una intervención complicada».
La que habla es Patricia Ruiz Ordorica, adjunta de la unidad de Cirugía Hepática y Trasplante de Cruces. Este es el único equipo que implanta estos órganos en Euskadi. Cada año realizan entre 70 y 75 trasplantes, tanto a pacientes vascos como a algunos casos complejos de comunidades vecinas, lo que les sitúa entre los cuatro centros con mayor actividad en este campo de todo el país. Sus resultados son también relevantes. «El 90% de los pacientes sigue con vida cinco años después del trasplante».
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