Euskadi entra hoy en el principio del fin... ¿demasiado pronto?
El adiós al estado de alarma y a las restricciones más agudas abre la fase más ilusionante con una pandemia aún en niveles extremos y dos tercios de la población sin vacunar
Euskadi inicia hoy una nueva etapa en la pandemia del coronavirus. La más ilusionante, por encima incluso del desconfinamiento y la desescalada, porque debería ... ser, esta vez sí, la del principio del fin. La penúltima parada antes de retornar a una vida equiparable a la que teníamos en febrero de 2020, antes de la abrupta irrupción del coronavirus. El último tramo que desemboque dentro de unos meses en un renovado concepto de 'nueva normalidad'.
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Lo hace por obra y gracia del Gobierno central y de los jueces. Y en contra del criterio de la mayoría de instituciones vascas. La decisión del presidente Pedro Sánchez de no prorrogar por más tiempo el estado de alarma, y la del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV) de negar por ello al Gobierno Vasco la posibilidad de prolongar medidas como el toque de queda, los cierres perimetrales o la limitación general de reunión al entender que ya no hay sustento legal que ampare el recorte de derechos fundamentales, transportan a la ciudadanía vasca a un nuevo escenario de libertades desconocido desde el verano pasado.
Así, desde hoy se puede volver a circular libremente no solo por todo Euskadi, sino también trasladarse sin temor a controles a cualquier otra comunidad de la península, ya que todas ellas se abren. También Canarias y Baleares, aunque en estos casos la entrada está condicionada a presentar una prueba negativa en Covid. Del mismo modo, la desaparición del toque de queda faculta desde esta pasada medianoche a la población vasca a estar fuera de casa las 24 horas del día. Y a hacerlo acompañado de cuantas personas se quiera, ya que también se suprime la limitación general de reunión, que perdura solo para la hostelería (4 personas) y la práctica deportiva (6).
Diferencias a un año vista
La reapertura actual se produce en un contexto con dos diferencias sustanciales respecto a hace un año, cuando el 21 de junio se levantó el primer estado de alarma.
La primera es que esta vez sí parece que las medidas más coercitivas han pasado a ser ya cosa del pasado gracias a que ya existen vacunas, están llegando con fluidez y se están inoculando entre la población, lo que dificulta que pueda existir una quinta ola. Los colectivos más vulnerables y los más expuestos ya están mayoritariamente inmunizados. Según el último dato disponible, el miércoles había en Euskadi 707.785 personas vacunadas. De ellas, casi 300.000 (296.042) con la pauta completa. Ello aporta una dosis extra de optimismo y esperanza a la ciudadanía de cara a este último esfuerzo.
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Pero el segundo elemento distinto es que los aires de libertad llegan ahora con una pandemia que, aunque ha iniciado el descenso de la cuarta ola, se mantiene aún en guarismos extremos. El viernes la tasa de incidencia en Euskadi estaba en 462 positivos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días. Esto es, el conjunto de la Comunidad Autónoma Vasca se encuentra aún en zona roja de contagios, según el baremo del Gobierno Vasco, que fija la cota en 400. Más aún si se toma como referencia el nivel marcado en el conjunto del Estado, que sitúa a partir de 250 casos el rojo de 'riesgo extremo de contagio'. La situación es incluso peor en Gipuzkoa, con una incidencia de 563, la más alta de España y una de las más elevadas de Europa.
Hace un año, en cambio, la pandemia había caído a niveles ínfimos. Los efectos del confinamiento y una población más concienciada, más cumplidora de las normas y menos cansada de restricciones que ahora, llevaron las cifras de contagios a los mínimos hasta la fecha.
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Hoy, en el decaimiento del segundo estado alarma, Euskadi está como cuando este se decretó en octubre. Dicho de otro modo, a nivel de contagios el segundo estado de alarma no ha servido para avanzar nada.
Fue precisamene a raíz del levantamiento del primero y la entrada en la 'nueva normalidad' cuando comenzaron a repuntar los contagios el verano pasado, que desembocaron en la segunda ola y en la segunda etapa de excepcionalidad.
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Es esto lo que preocupa a los científicos y al Gobierno Vasco, que temen que el principio del fin haya llegado demasiado pronto para Euskadi. Muestra de ello han sido las persistenes reclamaciones del lehendakari Iñigo Urkullu a Pedro Sánchez para que no dejase caer todavía el estado de alarma y lo prorrogase durante al menos dos meses más.
Y es que el País Vasco se adentra en el nuevo escenario no exento de riesgos. La inmunización de la población más mayor tranquiliza respecto a los niveles de mortalidad que pueda provocar un eventual repunte del virus, pero en modo alguno elimina su letalidad, como está demostrando esta cuarta ola cobrándose vidas cada vez más jóvenes.
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Además, el avance de la vacunación en las últimas semanas no evita que, siendo muchas, las 700.000 personas que ya han recibido al menos un pinchazo en Euskadi representen el 32% de una población de unos 2,2 millones de habitantes. Quiere esto decir que dos de cada tres vascos siguen sin estar vacunados, lo que constituye un campo todavía muy abierto para la expansión del coronavirus. El riesgo se percibe aún mejor si se tiene en cuenta que de ese total, el porcentaje de población que ha recibido la pauta completa es de apenas el 13%, apenas uno de cada ocho ciudadanos.
Las claves
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Esperanza El levantamiento de las restricciones, unido al avance de las vacunas, es un chute de optimismo
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Situación aún difícil Euskadi sigue en rojo, con una incidencia por encima de 400 y 1,5 millones de vascos sin vacunar
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Antecedente Al levantarse el primer estado de alarma en junio, subieron los contagios que llevaron a la segunda ola
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Amenazas Poca población vacunada, la nueva variante india y una relajación de conductas por exceso de confianza
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Disparidad La Justicia tumba el toque de queda en Euskadi mientras lo avala en Valencia y Baleares
A ello se suma que la llegada de la variante india introduce un factor añadido de incertidumbre, ya que esta nueva evolución del Sars-CoV-2 acaba de aterrizar en Euskadi y puede tener efectos imprevisibles.
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Pero el mayor temor es que la sensación de recobrada libertad se traduzca en una relajación excesiva de las conductas, por una mezcla de falsa seguridad por el avance de las vacunas y las ansias de recobrar la vida que fue y los reencuentros con familiares y amigos. «Que se permita legalmente a 12 amigos ir de Donosti a Bilbao a pasar el día y potear no significa que sea lo correcto en las circunstancias actuales», ejemplifica un virólogo.
En esa línea se explica la apelación del lehendakari el viernes a la «responsabilidad» de la población y las recomendaciones a la «autolimitación» en forma de «último esfuerzo» ante un horizonte «esperanzador». Entre estas autobarreras, citó la de mantener la limitación de grupos a cuatro personas y la de no salir a la calle por la noche.
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Seis meses de desconcierto
El levantamiento del segundo estado de alarma supone por otra parte el punto final a una situación caracterizada por el desconcierto y la frustración que han generado entre la gente los continuos cambios de normas y la disparidad de criterios entre unas autonomías y otras. Elementos que han avivado el hastío de una población ya agotada tras más de un año de pandemia y la desafección de una parte de la sociedad hacia el cumplimiento riguroso de algunas de las medidas.
El escenario que hoy se abre se presenta más estable, con medidas menos cambiantes y una homogeneización en el conjunto de Euskadi. También hacia fuera, donde, con matices, el panorama es similar en las diferentes comunidades. Así, en todas hay movilidad libre -con algunas en las que sí se podrán decretar cierres perimetrales de municipios con elevadas tasas de contagio- y solo cuatro mantienen toques de queda (Navarra, Comunidad Valenciana, Baleares y Canarias).
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Y es que esta vez la disparidad de criterio corre a cuenta de los jueces, como demuestra que mientras en Euskadi los tribunales han impedido el toque de queda, sí lo han avalado en la Comunidad Valenciana y Baleares.
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