«Las 69 personas iban en dos botes a la deriva, muy precarios y sobrecargados»
El 'Aita Mari' desembarca esta tarde en Nápoles a los migrantes rescatados, tras convencer a Italia de que no les obligara a ir hasta Génova y tener que capear una tormenta
La tripulación del 'Aita Mari' confía en alcanzar esta tarde el puerto de Nápoles y desembarcar a las 69 personas que la pasada madrugada ... rescató de dos botes de madera que se encontraban a la deriva al sur de la isla de Lampedusa, en el Mediterráneo central. Entre los migrantes, en su mayoría egipcios, sirios y bangladesíes, aunque también algún subsahariano, viajaban cinco mujeres y seis menores, entre ellos un niño de 4 años.
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Tras haber partido el pasado lunes del puerto de Burriana, los 14 tripulantes del barco de Salvamento Marítimo Humanitario confían en culminar esta tarde con éxito el primer rescate de su undécima misión. Una vez que el capitán, Simón Vidal, comunicó la evacuación de los migrantes, Italia les asignó el desembarco en Génova, a «casi 700 millas (unos 1.200 kilómetros) del punto de rescate», apunta Vidal. «Era una decisión peligrosa –añade–, porque, al margen de la distancia, nos habían asignado la única zona donde el domingo está prevista una tormenta, con olas de más de dos metros y vientos de 30 nudos (55 km/h) de través. El barco iba a poder navegar, pero significaba someter a un estrés y un sufrimiento innecesario a gente que ya viene de una situación complicada y que no lo iba a pasar bien en el barco», reprocha.
Según sus cálculos, no habrían llegado a Génova hasta mañana por la noche o primeras horas del lunes. Por ello, y tras insistir con varios correos electrónicos a las autoridades italianas para que les reasignaran un puerto más cercano, finalmente recibieron el permiso para amarrar en Nápoles.
«Ir a Génova como se nos ordenó de inicio era un estrés innecesario y un peligro para esta gente»
Simón Vidal
Capitán del 'Aita Mari'
La asignación inicial de Génova responde al cambio normativo registrado tras la llegada al Gobierno de Giorgia Meloni: si antes Italia acostumbraba a dilatar al límite la adjudicación de un puerto para el desembarco, lo que podía entrañar tener que permanecer varios días en alta mar, ahora la decisión es más inmediata pero el destino, bastante más lejos. Nunca en sus diez misiones anteriores el 'Aita Mari' se había visto en la necesidad de navegar más de 1.100 kilómetros como entrañaba alcanzar Génova.
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Además, cada embarcación en misión humanitaria no puede acometer un segundo rescate hasta que no ha desembarcado a las personas evacuadas en el anterior. Esto significa que cuanto más lejos se halle el puerto adjudicado, más tardarán en arribar y, por tanto, menos tiempo para tratar salvar vidas. Según Vidal, es una muestra más de las «trabas» a las que deben hacer frente.
Desnutrición e hipotermia
En el momento en el que el capitán atendía ayer al mediodía la llamada de este periódico, el barco navegaba al este de la isla Pantelaria –a la altura del sur de Sicilia–, con todos los migrantes pertrechados con los kits de ropa y mantas de SMH. Al margen de la debilidad acumulada a la deriva, los casos más relevantes desde el punto de vista de la salud eran los de «alguna persona bastante desnutrida y con hipotermia» y el de un varón con «una clara cojera» fruto de una lesión en una pierna. Además, uno de ellos fue aislado tras haber dado positivo en Covid en los test protocolarios. Todos ellos están siendo atendidos por el equipo sanitario.
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El rescate comenzó durante la madrugada del jueves, cuando el 'Aita Mari' transitaba al nordeste de Túnez y recibió un 'distress', una señal de socorro, «a casi 10 horas de navegación al sur», explica Vidal. Tras solicitar el permiso correspondiente a Italia y Malta y no obtener «ninguna respuesta, decidimos ir para allá. Ya al atardecer, «al sur de Lampedusa nos encontramos dos botes de madera a la deriva, bastante en precario y sobrecargados: uno con 51 personas, seis mujeres y seis menores, incluido un niño de 4 años. En el otro iban 18 varones». El rescate de todos ellos se prolongó hasta bien entrada la noche. Según precisa el capitán, se trataba de «25 personas de Egipto, 20 de Siria, 18 de Bangladés, uno de Guinea Conakri, otro de Costa de Marfil y hay cuatro que aún no hemos identificado». Todos ellos se sintieron aliviados al saber que en lugar de tener que capear con una tormenta y más de mil kilómetros a bordo, iban a poder poner un pie en tierra firme esta misma tarde.
La idea del 'Aita Mari' es regresar al Mediterráneo y prolongar su undécima misión.
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