Manuel González: «En el COP28 debe haber un compromiso. Es la esperanza que nos queda»
«Es contraproducente lanzar un mensaje catastrofista», afirma Manuel González.
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– ¿Aparte del nivel del mar, cuáles son las consecuencias de un aumento de temperatura ... en el Cantábrico?
– Puede ocurrir que especies habituales en nuestras costas, con un ciclo de vida adecuado a unas determinadas temperaturas, ya no encuentren esas condiciones y tengan que desplazarse más al norte. Pero otras especies acostumbradas a temperaturas más cálidas encontrarán en nuestras costas un hábitat adecuado. También se habla de la disminución del fitoplancton, que es la base de la cadena trófica, y de que se puede producir una disminución en la talla de determinadas especies de interés pesquero. Tres grados es un cambio de temperatura considerable, y si eso se produce en el mar, el cambio es gigantesco.
– Por lo menos va a haber más anchoa.
– Hay especies que tienen más flexibilidad y que se adaptan más, y especies que menos. En esto del cambio climático hay especies ganadoras y perdedoras, igual que también hay países ganadores y perdedores. Los países del norte, por ejemplo, esperan un aumento considerable de la producción forestal porque van a tener temperaturas más parecidas a las nuestras.
– Se pueden medir los efectos en términos económicos?
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– En términos de población, en todo el País Vasco los domicilios de unas 8.000 personas en la costa están actualmente en zonas con cierta probabilidad de tener problemas de inundación por eventos marinos.
«En todo Euskadi los domicilios de unas 8.000 personas están en zonas con probables problemas de inundación marina»
– ¿Y en 2100?
– Si subiese un metro estaríamos hablando de unas 40.000 personas. Tenemos hecho un análisis de la pérdida de valor económico por las pérdidas de las playas, por la afección a zonas industriales y a zonas residenciales. Aquí influyen muchos factores. Por un lado, las medidas de protección que se tomen en el futuro. Por otro, la evolución de la población. Hay muchas incertidumbres.
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– ¿Hay soluciones?
– Claro. Probablemente habrá ciertos lugares en los que el coste de mantener ciertas actividades va a ser tan elevado que igual habrá que retroceder, pero van a ser situaciones puntuales. Es contraproducente lanzar un mensaje catastrofista.
– ¿De la cumbre climática COP28, que se está celebrando estos días saldrá algo más que buenas palabras?
– Yo creo que sí. Tiene que haber un compromiso, es la esperanza que nos queda porque uno de los aspectos importantes de este problema es que es de índole global. Aunque el País Vasco pusiera todo de su parte, la dependencia de los efectos en otros países es enorme.
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