Del virus a la guerra

Oración 2024 (y 3)

Ante la gran repercusión que ha tenido la polémica entablada en los últimos meses entre la especie humana y Dios, creo llegado el momento de decir algunas palabras

Javier Guillenea

San Sebastián

Domingo, 3 de marzo 2024, 06:59

A hora me toca a mí. Hace ya dos meses, en esta misma página, un portavoz de la especie humana puso a Dios a caldo. ... Un mes después, el mismo Dios respondió al interfecto y lo puso a caer de un burro. La polémica ha revolucionado las redes celestiales e incluso hay quien pide dimisiones. De momento solo reclaman las cabezas de algunos ministros, como Pedro, Tomás o Mateo, pero quién sabe si dentro de poco no mirarán más arriba. Ya puedes ir remojando tus barbas, Santísima Trinidad. (O vuestras barbas, no sé, que aquí me armo un poco de lío).

Publicidad

Soy Lucifer y yo también quiero hablar porque últimamente parece que no existo y ya estoy hasta los cuernos. ¿Para eso hice el paripé de la manzana? Te recuerdo, oh Dios, que tú querías tentarles con un coco y yo te dije que a ver cómo le iban a dar un muerdo aquellos dos pánfilos del edén, que solo sabían vivir de subvenciones. Te convencí y al final fue una manzana, pero en lo que no cambiaste de opinión fue en lo del animal. Yo quería disfrazarme de unicornio, pero tú que no, que de serpiente, que era como más viril. Al final accedí porque te pusiste mula y además me prometiste un apartamento en el Mar Menor. Por cierto, que aún no lo he visto. A mí me da que me estás engañando. No sé qué opinarás del octavo mandamiento, oh Dios. En fin, yo ahí lo dejo.

En aquellos tiempos también me adjudicaste el monopolio del mal, lo que me pareció una idea excelente pues con aquel par de cándidos del paraíso estaba todo por hacer de tan buenos y empalagosos que eran. Los primeros años fueron provechosos. Empecé con lo de Caín y aquello salió tan bien que me animé a seguir por esa vía, pero pronto me vi superado. Mira lo de Sodoma y Gomorra. Con lo bien que me lo pasaba allí, entre erasmus, viajes del Imserso y despedidas de soltero, y vienes tú y arrasas con todo. ¿Y qué si hacíamos ruido y no podías dormir? Pues bajas, llamas a la puerta y lo hablamos. Hay que ser un poco más civilizado, por favor.

Y luego estás tú, despreciable humano. A ver, imbécil, ¿qué se me había perdido a mí en Zugarramurdi con lo húmeda que está aquella cueva? Que yo no estuve allí, pedazo de avellano, ¿cómo quieres que te lo diga? Y eso por no hablar de las guerras que te montas, que es que ya he perdido la cuenta. Cosa que tocas, cosa que rompes. Hay que ver lo inútil que eres, si es que desde el primer día ya vi yo que no íbamos a hacer carrera contigo.

Publicidad

Mira que te lo dije, oh Dios. Así no se hacen las cosas, es que no se puede crear el universo en solo seis días, que una obra de tal envergadura hay que pensarla más, no sé, planificar algo, pedir presupuestos, pero no así, a la brava. Mira el ornitorrinco. Ahí te luciste, bro. Seguro que todavía te está buscando para darte las gracias. Menudo mundo me habéis dejado entre los dos.

Y ahora os ponéis tremendos y aireáis en la prensa vuestros trapos sucios para ver quién es más malo. Lo que faltaba, vamos. El malvado soy yo, pero nadie me hace caso. Me habéis dejado sin espacio, ya solo aparezco en los tatuajes. Como me aburro, he intentado ampliar mi círculo social . Hace un tiempo fui a comer una mariscada con unos conocidos y ahora un juez me quiere meter en la cárcel. Todo por unas gambas, creo yo, porque no me enteré mucho de lo que se hablaba. Para remediar el estropicio he acudido a las más altas instancias del gobierno celestial y allí me han pedido que responda a todo que no. Me dicen que tengo la amnistía asegurada. Ah, y también me han prometido un apartamento en el Mar Menor.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete los 2 primeros meses gratis

Publicidad