Profesores particulares voluntarios
«Gracias a Xabier he seguido el ritmo con las mates y el euskera»Refuerzo. Una asociación de más de cien voluntarios en Donostia ayuda a niños que no se pueden permitir un profesor particular a no perder el ritmo académico y evitar un posible abandono escolar
Marcos Rodríguez
San Sebastián
Lunes, 6 de noviembre 2023, 01:00
En 2008 un grupo de profesoras que se jubilaban vieron que en sus aulas en San Sebastián habían tenido gente de primaria que presentaba dificultades de aprendizaje, sobre todo entre los alumnos que venían del extranjero y no hablaban euskera. Ellas, las docentes Luchi Fonseca, Blanca Díez, Mamen Alonso, Esther Ortega y Luz Olmeda, detectaron que algunos de estos precisaban de una ayuda, como la de un profesor particular, para no perder el ritmo académico. El problema era que, por su situación socioeconómica o familiar, no podían permitírselo. En casa, sus padres o hermanos tampoco sabían cómo ayudarles, bien porque estaban trabajando o porque no conocían el idioma. Es por eso que estas cinco profesoras decidieron crear la asociación 'Hazi eta ikasi', en la que un grupo de voluntarios pudiera dar la oportunidad a estos niños sin recursos de reengancharse al ritmo de la clase y evitar así un posible abandono escolar.
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Maralaa Munkhzul es una niña de 12 años que lleva desde los 7 asistiendo a las clases de la asociación. Nació en Donostia justo cuando sus padres emigraron a España desde Mongolia. Pese a haberse criado en Gipuzkoa, «se me daba mal el euskera, porque no lo hablaba con las amigas y en casa no lo entendían», dice. Para no 'quedarse atrás' en sentido académico con respecto a sus compañeros, desde el colegio decidieron mandarla a estas clases de refuerzo.
Maralaa reconoce que 'Hazi eta ikasi' «me ha ayudado mucho con mis estudios durante estos años». Las asignaturas que peor se le daban eran las matemáticas y los idiomas, inglés y euskera, y gracias a la ayuda proporcionada por la asociación ha conseguido mantener el nivel académico que exige el colegio sin necesidad de repetir curso. Estas clases marcan su rutina dos veces por semana. «Me levanto a las 6 de la mañana para desayunar, prepararme y repasar que haya hecho todos los deberes antes de ir al colegio». Come en casa, y ya por la tarde, al salir del colegio, «tengo media hora para descansar y los lunes y los miércoles vengo a la clase de 17.15 a 18.45». Los martes y jueves Maralaa entrena a baloncesto, por lo que algunos días «llego muy cansada a casa, pero trato de acostarme pronto, como a las 22.00», no sin antes repasar los deberes una vez más.
«La asociación me ha ayudado mucho con mis estudios durante estos años, sobre todo con algunas asignaturas»
Maralaa Munkhzul
Alumna
Xabier Mujika es uno de los voluntarios que forman la asociación, y en este curso ha comenzado su décimo año como docente. A sus 77 años dice que «cumplir una labor social como esta me llena, y quiero seguir aquí por lo menos hasta los 80». Nunca se había dedicado a la enseñanza, aunque «siempre he estado rodeado de profesores y, al jubilarme, una amiga de mi mujer me habló de esta asociación», dice el veterano. Xabier dio clase a Maralaa el año pasado, y la niña reconoce que «me ha ayudado a mantener el nivel con algunas asignaturas».
Pese a su buena relación, en este momento Xabier da clases «a un niño que ha venido hace tres meses de Cuba». Sin la asociación «sería casi imposible para muchos de los alumnos tener esta oportunidad de reforzar su nivel escolar». Xabier tiene el mismo calendario que Maralaa, e imparte sus clases en el aula de Morlans.
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Quince años
«El proyecto empezó hace quince años en Amara, y según fue teniendo éxito se extendió al Antiguo, a Egia y a Bidebieta», cuenta Mikel Arcelus, actual presidente de la asociación. «Lo primero era tener un lugar donde impartir las clases, por lo que empezaron a moverse hasta que consiguieron que algunas escuelas, después del cierre, les dejasen algún aula, así como lo hizo la parroquia de la Sagrada Familia en Amara», relata. «Poco a poco, cada vez más docentes retirados se han ido uniendo a la asociación hasta llegar al centenar con el que contamos a día de hoy».
La asociación trabaja codo con codo con los colegios donostiarras, ya que son estos los que envían a 'Hazi eta ikasi' a los niños que consideran que se encuentran en una situación de riesgo académico y sin recursos para remediarlo. De estos centros escolares 9 son de Amara, 5 de Bidebieta, 4 del Antiguo y otros 4 de Egia.
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«Cumplir esta labor social es lo que realmente me llena, y quiero seguir ayudando a estos niños por lo menos hasta los 80»
Xabier Mujika
Voluntario
Cerca de 150 alumnos de esos 22 colegios reciben ayuda extraescolar gratuita en 'Hazi eta ikasi', y ninguno de los voluntarios se dedica profesionalmente a esta actividad, es una ayuda que deciden proporcionar a los menores. «Acuden dos días por semana, hora y media cada uno de ellos. Algunos lo hacen lunes y miércoles y otros martes y jueves», detalla el presidente de la asociación. También cuentan con un profesional que sí se dedica a la enseñanza en 'Hazi eta ikasi'. Se encarga de alumnos con algún tipo de discapacidad o necesidad especial. «Tenemos unos 15 niños que requieren de esta atención especial, y para pagar al profesional recibimos ayuda económica del Ayuntamiento y de fundaciones como La Caixa y Kutxa». Ese dinero también sirve a la asociación para alquilar locales para impartir clases, aunque el consistorio donostiarra también les cede locales.
Clases de hora y media dos días a la semana en las aulas donostiarras
La asociación asigna a cada niño un profesor al principio de cada curso en base a las habilidades del docente y las necesidades del alumno, y tienen la obligación de acudir dos días por semana a las clases, una hora y media cada uno de los días. Algunos van los lunes y los miércoles, mientras que otros los martes y los jueves. Los viernes no se dan clases. Lo primero que se hace en estas clases es ver qué deberes tiene el alumno, y el profesor se encarga de aclarar sus dudas y de ayudar a que entienda cómo se hace cada uno de ellos. Si no tiene ninguna tarea pendiente, cada tutor se responsabiliza de preparar algo en base al nivel del niño que tiene a cargo, para reforzar sus debilidades. Hay días en los que «los niños llegan más cansados y les cuesta más», por lo que les incentivan con algunos de los juegos de mesa que hay en el aula al terminar.
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