Ainara Núñez explica con el mapa en la mano la actividad que tiene que hacer Lujan. Morquecho

«Es como una clase particular,aquí no puedo escaquearme»

Dos alumnos que reciben clases particulares cuentan su experiencia. «Los profesores se vuelcan con nosotros. Se amoldan en todo momento a las circunstancias, viendo cómo está el chaval», explican

Lunes, 17 de abril 2023, 06:43

Dos alumnos, Telmo Azkue y Luján Ortega, que reciben clases particulares en sus hogares relatan su experiencia. Azkue y Ortega son dos de los 90 ... escolares que cada curso reciben formación en el hogar por causa de enfermedad. Se trata de un servicio que ofrece el departamento vasco de Educación y que estudiantes y familias agradecen y valoran positivamente. «Los profesores se vuelcan con nosotros. Se amoldan en todo momento a las circunstancias, viendo cómo está el chaval», explican.

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Telmo Azkue, 16 años Zumaiena Ikastetxea (Zumaia)

«Es como una clase particular,aquí no puedo escaquearme»

Telmo Azkue tiene claro qué va a hacer nada más pise su colegio a la vuelta de esta Semana Santa. «Abrazar a mis amigos y en el recreo, un partido de basket», dice con una sonrisa que delata sus ganas por volver a pisar sus aulas. «Sobre todo a Ander. Les echo mucho de menos». Su ama, Elena Apestegui, trata de que su hijo tenga en cada afirmación presente la prudencia. «Tenemos que ir poco a poco», le recuerda con una mirada que transmite la mezcla de preocupación y contención con la que ha convivido desde el pasado agosto. «Sin cortar la relación con los profesores de casa porque sería un cambio muy brusco», añade.

Este joven zumaiarra de 16 años cursa de 4º de la ESO desde su casa, adonde acuden dos profesores que alternan días y materias. Es uno de los 90 escolares que cada curso recibe formación en el hogar por causa de enfermedad. Se trata de un servicio que ofrece el departamento vasco de Educación y que estudiantes y familias agradecen y valoran positivamente. Sus profesores están en contacto permanente con los docentes de su colegio, que son quienes dictan qué materias tienen que dar así como exámenes o trabajos, pero se ajustan a la realidad sanitaria de sus alumnos. La mejoría que Telmo ha experimentado le permite acudir «progresivamente» a su colegio, Zumaiena Ikastetxea.

Cada lunes y miércoles desde septiembre, poco antes de las nueve de la mañana suena el timbre en casa de Telmo. Es Itziar Etxezarreta, su profesora del ámbito de ciencias. El resto de los días acude Telmo, su otro profesor, que se llama como él y se encarga de las demás asignaturas. Para Itziar es su primer año como profesora a domicilio, Telmo es uno de sus primeros alumnos en esta experiencia y su relación es estrecha. «Entramos en su casa y en sus vidas en un momento muy delicado», comenta. «Y nos adaptamos a sus condiciones y momentos». Itziar recibe las indicaciones de los profesores de cada asignatura del colegio de Telmo, «y me organizo cómo voy a dar la materia en función de cómo se encuentre».

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Mientras habla, Elena va asintiendo. «Están totalmente a nuestra merced», bromea con una sonrisa cómplice con la docente. «Se agradece muchísimo cómo se vuelcan con nosotros. Se amoldan en todo momento a las circunstancias, viendo cómo está el chaval. Hay días que han venido y no han podido dar clase porque no tenía fuerzas, otros que han tenido que ir al hospital y al llegar allí tan solo han podido dar media hora de clase porque estaba muy cansado. Ayuda mucho su comprensión», señala Elena. Resalta además el papel de su colegio, «se han portado fenomenal, están en todo momento pendientes de qué necesitamos».

Dedicación personal

Telmo asegura que no se le hace duro estar solo con un profesor. «Es como una clase particular, y tengo experiencia en recibirlas, es parecido pero más largo», dice socarrón. «Está sacando mejores notas que nunca», matiza su ama. «Es que aquí, no tengo manera de escaquearme. Antes dejaba todo para el final y las notas iban... ¡bufff!, peleadas. Pero lo sacaba todo. Con Itziar y Telmo encima voy al día, hago muchísimo más», reconoce. «Se aprovecha mejor el tiempo, estás solo dos horas con él pero se les saca mucha rentabilidad», apunta Itziar.

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Echa de menos a sus compañeros, «la juerguilla de estar en clase, gimnasia, el patio...», enumera. Se define como «charlatán» y le falta «la vidilla de estar con los amigos». Contacta con ellos por WhatsApp y está al tanto de todo lo que sucede. «A través del móvil y de dos de mis hermanos que están en mi mismo curso». Ahora Telmo sueña con el verano, «espero ponerme muy rubio de hacer mucho surf, me quiero sacar el titulín del barco, y salir de fiesta con sus amigos». La ama le mira de reojo y apela de nuevo a la prudencia.

Entre sus futuros planes cuando acabe Secundaria está estudiar el curso que viene un módulo deportivo, «me gustaría hacerlo en el politécnico Easo, piden alrededor de un siete. Y si no me llega la nota, algo de acción, no me veo trabajando delante de un ordenador», indica.

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Luján Ortega, 11 años Alumna del colegio San Andrés (Eibar)

«Nos adaptamos a sus ritmos, lo principal es su estado de salud»

Cuando la familia de Luján supo que existía la posibilidad de que su hija pudiera seguir su formación académica desde casa, les supuso un pequeño alivio. No era, ni mucho menos, su prioridad después de meses muy preocupados por su salud, pero era una inquietud que tenían latente. «Una vez que, más o menos, ves que el tema sanitario puede ir algo encarrilado te planteas otras cuestiones», confiesa su aita, Jorge Ortega, que no puede apartar la mirada de su pequeña. «Piensas en lo que le puede suponer perder el curso, quedarse desconectada del entorno escolar, cómo hará para mantener esa complicidad con sus compañeros. Sin duda, son cuestiones que quedan en un segundo plano cuando solo te preocupa que salga todo bien, pero son interrogantes que también rondan en tu cabeza».

Después del «gran susto» en agosto del año pasado en el que se temían lo peor, la familia de Luján se plantea ir «día a día». Agradecen todas las ayudas que permiten que desde entonces «la vida vaya siguiendo, de alguna manera, su curso». Entre ellas, la posibilidad de que su hija de 11 años pueda seguir sus estudios, «en la medida que su estado de salud se lo permita».

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Ahora Luján recibe cada semana la visita de dos profesoras que se reparten las materias de 6º de Primaria en total coordinación con su colegio, el San Andrés de Eibar. Ainara Nuñez es una de ellas y acude puntual a las 11.30 horas los lunes y miércoles. Entre ambas han generado una complicidad total que no impide que su andereño sea exigente con las clases.

«Nos adaptamos a los ritmos de los chavales», cuenta Ainara. «Lo que significa que estamos atentas a cómo se encuentran porque lo importante es su estado de salud». Hoy Luján tiene que aprenderse las provincias y comunidades autónomas. En su cuarto, con el mapa sobre la mesa, repite en alto cada nombre atenta a cualquier indicación, muy cerca, mientras les observa su gatita 'Kira', a la que adora.

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Coordinación con el centro

La coordinación con su colegio, San Andrés, es total así como su implicación. «Tenemos todos los días una videollamada de media hora para que Luján pueda compartir con sus compañeros. Es algo que salió de ellos y que se agradece», cuenta Ainara. También salió de sus compañeros ponerse un pañuelo en la cabeza el primer día que Luján tuvo que utilizarlo. «Para que no le diera palo y no se sintiera diferente, fue emocionante», reconoce la profesora. Desde el colegio eibarrés van marcando qué materia tienen que estudiar así como los trabajos y exámenes a realizar. «Estamos en constante contacto».

Luján asegura que está «encantada» con Ainara y Agate, su otra profesora. «Lo bueno de tener una andereño para ti es que avanzas más. No tienes que esperar a que le expliquen a un compañero o si no entiendes te lo aclaran en seguida». ¿Lo malo? «Estás tú sola, y no te puedes librar de lo que te preguntan o esperar que un compañero levante la mano», dice con una gran sonrisa cómplice con Ainara. Le gustan las matemáticas, pintar y los trabajos manuales. «Ainara me exige, no te creas. Ahora estamos con los verbos en inglés». Este curso lo hará íntegro en casa, «el que viene tiene que ir al instituto y veremos, lo que nos vaya indicando su oncóloga», afirma su aita.

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Su siguiente reto es presentar en el Kursaal junto a Porrotx en la gala que en noviembre organiza la Asociación de familias de menores con cáncer de Gipuzkoa, Aspanogi. «Tengo muchas ganas de hacerlo, me lo han propuesto, y he dicho que sí, espero no ponerme nerviosa», dice.

De mayor Luján quiere ser médica o enfermera. «Antes no, pero ahora sí, me gustaría algo que pueda ayudar a la gente. Aunque no quiero pinchar, eso no me gusta», añade rápidamente. «Una enfermera me dijo que no siempre les toca pinchar».

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