Vista ayer del vertedero de Zaldibar, tras los trabajos de búsqueda y estabilización realizados durante 15 meses tras el derrumbe. MORQUECHO

La empresa admite que conocía el riesgo en Zaldibar y no actuó

Los tres acusados han indemnizado a las familias de Alberto y Joaquín con 2,75 millones de euros como parte de un acuerdo para eludir la cárcel

Aiende S. Jiménez

San Sebastián

Sábado, 4 de septiembre 2021, 02:00

El 6 de febrero de 2020 el vertedero de Zaldibar sufrió un colapso y 2,5 millones de toneladas de tierra se deslizaron ladera ... abajo, llevándose las vidas de dos trabajadores, Alberto Sololuze y Joaquín Beltrán, que quedaron sepultados. Los responsables de la empresa gestora de la escombrera, Verter Recycling, han reconocido su responsabilidad por estas muertes al admitir que a pesar de conocer los riesgos, no tomaron ninguna medida para paralizar la actividad en el basurero. Y han llegado a un acuerdo con las familias de las víctimas por el que les indemnizan por valor de 2.750.000 euros, como adelantó ayer este periódico en su edición digital. La cantidad ya ha sido abonada. La familia de Joaquín Beltrán ha recibido 1.450.000 euros y la de Alberto Sololuze 1.300.000. Todo ello se recoge en el escrito de acusación de conformidad al que han llegado la Fiscalía, las dos acusaciones particulares y las defensas de José Ignacio Barinaga, propietario del vertedero, Arrate Bilbao, gerente; y Juan Etxeberria, responsable de la explotación, y al que ha tenido acceso este periódico.

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Un escrito que fue remitido a finales de julio al Juzgado de Instrucción nº1 de Durango, encargado del caso, y al que solo le queda ser ratificado en el Juzgado de lo Penal de Bilbao. En el mismo, los tres acusados reconocen ser autores de un delito contra la seguridad de los trabajadores, por el que son condenados a un año de prisión, y de dos delitos de homicidio por imprudencia grave, por los que asumen dos penas de seis meses de cárcel. No obstante, las acusaciones y la Fiscalía detallan al juez que como parte del acuerdo no se oponen a que esa pena de prisión no sea ejecutada, por lo que los tres gestores del vertedero no irán a prisión por las muertes de los dos trabajadores.

Los datos

  • Los tres acusados

  • José Ignacio Barinaga: Dueño de Verter Recycling y encargado del vertedero.

  • Arrate Bilbao: Copropietaria de Verter Recycling y gerente.

  • Juan Etxebarria: Responsable de explotación del vertedero y de seguridad y prevención de riesgos laborales.

  • Las penas pactadas por los delitos

  • Contra le seguridad de los trabajadores: Aceptan una pena de un año de prisión y una multa de 8 meses a 10 euros al día.

  • Homicidio por imprudencia grave: Aceptan seis meses por cada una de las dos muertes. Es la pena mínima una vez aplicada la atenuante de reparación del daño.

  • Extractos de la sentencia

  • Pese a las recomendaciones de paralizar los trabajos de excavación y vertido de residuos los responsables de Zaldibar reconocen que no adoptaron decisión alguna que tuviera como objetivo paralizar, disminuir o ralentizar la actividad

  • Admiten que no habían llevado a cabo una evaluación del riesgo de sepultamiento de los trabajadores por derrumbamiento o colapso del vertedero, riesgo que tampoco se contemplaba en el plan de emergencias de la empresa

El relato de hechos probados presentado por la Fiscalía y con el que los acusados han mostrado su conformidad desgrana qué ocurrió los días previos al derrumbe, en los que aparecieron importantes grietas que alertaron a los trabajadores, y cómo tras un análisis del terreno los gestores fueron advertidos del riesgo de que pudiera producirse algún incidente, y sin embargo decidieron no paralizar la actividad en el vertedero, poniendo así en riesgo la vida de los trabajadores.

Las primeras grietas. Tres días antes del derrumbe, el lunes 3 de febrero de 2020, explica la fiscal, varios trabajadores detectaron tres grietas en diferentes zonas del vertedero y se lo comunicaron a los responsables de Verter Recycling. Al día siguiente, los acusados conocieron más irregularidades: un escalón de una altura de 20 cm, un hundimiento leve, un agrietamiento del lodo de lixiviados y dos pequeñas grietas más. Ese mismo día se solicitó asistencia a la empresa Geyser HPC y sus técnicos recomendaron la realización de un control topográfico en el terreno «a fin de conocer el origen de las grietas».

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Víspera del derrumbe. El miércoles 5 de febrero por la mañana técnicos de una empresa externa realizaron el estudio topográfico del terreno. Esa tarde, a las 20.00 horas, enviaron un email a Juan Etxeberria, adjuntando el resultado de los datos obtenidos. Así, se había observado que entre el 23 de enero y el 5 de febrero existía un aumento de la cota del vertedero «de entre 5 y 10 centímetros» y que entodos los hitos de control instalados en el mismo «se observaba un movimiento de unos 20 y 30 cm de media». Por tanto, se había producido «un desplazamiento de la masa de residuos».

El mail de advertencia. El mismo día del derrumbe, el jueves 6 de febrero de 2020 a las 09.33 horas de la mañana, Juan Etxeberria recibió un mail de un técnico de Geyser HPC que decía lo siguiente: «En un periodo aproximado de un mes ha habido un desplazamiento horizontal medio de 26 cm. Se trata de un desplazamiento anormal y no se puede descartar ningún escenario actualmente». El técnico recomendaba, «en vista de la magnitud del movimiento, paralizar los trabajos de excavación y no verter nuevos residuos que puedan generar más tensiones de las ya existentes». Y le emplazaba a mantener una reunión «cuanto antes con todos vosotros». Etxeberria puso en conocimiento de los otros dos acusados, copropietarios de Verter, el contenido de dicho mail, y decidieron celebrar una reunión al día siguiente.

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Horas después, la tragedia. A pesar de «la magnitud de los resultados obtenidos» y de «las recomendaciones» de los técnicos, la fiscal señala, y así lo reconocen los tres acusados, que el día 6 de febrero a las 16.00 horas, el momento en el que se produjo el derrumbe, «no adoptaron decisión alguna que tuviera como objetivo paralizar, ni siquiera disminuir o ralentizar, la actividad ordinaria de vertido o valorización de residuos ni los trabajos constructivos que se estaban ejecutando». El Ministerio Público insiste en que los acusados «permitieron que toda la actividad del vertedero se mantuviera en sus términos habituales, con los operarios ejecutando sus tareas habituales».

Falta de seguridad. Además, y por ello les condenan por un delito contra la seguridad de los trabajadores, los gestores reconocen que, pese a que estaban «obligados a adoptar todas las medidas preventivas ante una situación de riesgo grave para la salud de los empleados, no habían llevado a cabo una evaluación de riesgo de sepultamiento de los trabajadores por derrumbamiento», que no habían planificado «medidas de emergencia a adoptar» en ese caso y que «no informaron a los trabajadores sobre la existencia de dicho riesgo».

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Un informe de 2019 dio el 'OK' a la estabilidad del vertedero

El escrito de conformidad al que han llegado las partes también desgrana los trabajos realizados en Zaldibar desde que en 2011 el Gobierno Vasco concedió el permiso para la explotación del vertedero por un plazo aproximado de 35 años. Así, se revela que en 2019 se encargó un informe de estabilidad, el cual concluyó que el vertedero cumplía con los criterios establecidos por el Gobierno Vasco.

Sin embargo, a lo largo de ese año, el factor de seguridad del vertedero era de 1,1, cuando el mínimo exigible establecido en el proyecto constructivo del vertedero era de 1,3. Dos meses antes del derrumbe, ese factor había descendido a 1,02.

Ese índice estuvo por debajo del mínimo desde el año 2015. Asimismo, la cantidad media de residuos depositados en la escombrera fue aumentando considerablemente año a año. Si en 2014, cuando comenzaron los vertidos, entraban 13.662 m3 de residuos al mes, en 2018 esa cantidad había aumentado más del doble, con una media de 27.208 m3 al mes. El escrito de conformidad recoge que a principios de febrero de 2020, días antes del colapso, el volumen total de los residuos depositados en el vertedero era de unos 2.011.678 m3. La previsión de capacidad útil de la escombrera establecida era de 2.774.975 m3 en 35 años. Lo que supone que en 5 años se había llenado más del 70%.

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