Amazon apuesta por la industria militar

Sábado, 16 de marzo 2019, 07:35

a producción y venta de armamento militar es una fuente inagotable de riqueza para las empresas que se dedican a ello. ¿Qué venden las más grandes compañías de defensa del mundo? ¿Cuánto facturan? ¿Quiénes lideran el ranking de los que ganan cuando hay conflictos bélicos en el mundo, o cuando las potencias militares se preparan para mostrarse los dientes? Todas estas preguntas tienen una difícil respuesta para el ciudadano, pero lo que éste sí sabe es que los misiles, los sistemas de defensa, los aviones de guerra y otras armas secretas ocupan un papel central en cualquier discusión política y que los dirigentes ceden en numerosas ocasiones ante los gigantes de la industria militar o de defensa del mundo.

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Loocked Martin, Boeing, BAE Systems, Raytheon y Northrop Grumman son las más poderosas según el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz, facturan desde 25.000 hasta 50.000 millones de dólares anuales y trabajan sectores como el aeronáutico; misiles y sistemas de defensa; inteligencia y seguridad; helicópteros, carros de combate y vehículos blindados; submarinos; destructores antiaéreos; sistemas de radares; comunicaciones y tecnología espacial. En 2018, el mapa del mundo estuvo salpicado por decenas de conflictos armados, intensificándose unos y enquistándose los demás. Desde que dos años antes las ventas de armas crecieran después de un impasse de seis años, las cien empresas más importantes del sector facturaron más de 400.000 millones de dólares. Pues bien, en estos momentos la archiconocida Amazon, la compañía que comenzó como una librería en línea en Seattle (1994), la marca de venta al por menor más valiosa del mundo fundada por Jeff Bezos, busca su tajada en el negocio militar. Se pasa de los libros a las armas amparándose en la necesidad patriótica de defender a EE UU.

La idea de que la empresa debe proteger al país norteamericano fue señalada ya por Bezos en una carta a sus accionistas en 1997 y enlaza con la conexión directa desde la Segunda Guerra Mundial entre las grandes empresas tecnológicas y la industria militar. Por ello, la empresa de Bezos, además de almacenar ingentes datos secretos de la CIA y de impulsar la tecnología para el Servicio de Migración estadounidense (software de reconocimiento facial 'Rekognition'), pretende conseguir un contrato de 8.700 millones de dólares y hacerse cargo del denominado 'Proyecto JEDI' (Iniciativa Conjunta de Infraestructura de Defensa) para en un plazo de 10 años trasladar y mejorar toda la «información computerizada» del Pentágono a la nube, sustituyendo sus vetustos y fraccionados sistemas informáticos e incrementando la capacidad letal de EE UU. Se solucionarían los «fallos sistémicos» en las redes del Departamento de Defensa y se iniciaría un camino hacia un sistema que controlaría funciones tan diferentes como la planificación del calendario de defensa, las comunicaciones en el frente de batalla, el intercambio de datos de inteligencia, el registro de los materiales obtenidos por drones, la distribución de municiones y provisiones, etc. en todos los continentes e incluso en el espacio exterior.

La empresa se convertirá, de la noche a la mañana, en una de las diez más importantes para un Gobierno estadounidense cuyo presidente, Donald Trump, anhela aumentar el gasto en defensa y el fortalecimiento de este tipo de compañías. Y en esta Liga juegan también empresas como Boston Dynamics, iRobot, Palantir, SpaceX y D-Wave Systems que simbolizan las distintas formas en que la economía digital está redefiniendo las ideas tradicionales sobre el complejo militar-industrial. Todas ellas representan nuevos agentes perturbadores que modifican las bases de la innovación en tecnología militar y por ello el sector deberá contar con sus portaciones.

El complejo militar-industrial estadounidense, obviamente patrocinado por el Estado, ha creado siempre un flujo de tecnologías fiables que superaban todo lo que pudiera ofrecer el mercado comercial. La tecnología avanzada y la informatización han mostrado la vulnerabilidad de dicha situación en esta época vertiginosa y de ahí la carrera en la que se han embarcado las grandes empresas tecnológicas y otras inferiores en tamaño pero no en audacia. Para todas ellas, el complejo militar-industrial les ofrece contratos estables, justificables y previsibles, y la industria de defensa proporciona un acceso exclusivo a tecnología extraordinaria y de primera categoría con utilidad militar. Podemos entender que estas realidades atraigan a empresas como Amazon y a empresarios que buscan mercados comerciales más lucrativos y susceptibles de expansión.

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No olvidemos, además, que las empresas tecnológicas no sólo aspiran a controlar la industria de datos, sino que también desean controlar la economía y, a través de ella, a los ciudadanos.

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